Muerte lunes por la tarde

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En el suelo lejos de cualquier deseo, no pienso nada, las cosas nunca han sido fáciles y la excepción no será la muerte. Cada día como de costumbre fallezco, estoy mudando por completo quien soy y me desconozco de vez en cuando, tengo un nuevo amor y las distancias son menores pero por verlo también muero y me ensombrezco, tal vez cada uno es su propia guadaña con el filo en el cuello jugamos a ser dioses, escucho los diálogos de otros sin siquiera intentarlo y no necesito poderes de esos extrasensoriales, es su imprudencia la que revela sus frías intenciones. Pierdo cada parte de mi cuerpo y también mis ganas de pelear, aquellas discusiones las tengo sepultadas bajo una expresión serena. Tal vez todos somos para si mismos guadañas, sujetamos el mango con fuerza y colocamos el filo en nuestro cuello. Nadie está exento de estos sentimientos, pero nada me demostraría que sienten todos lo mismo, no comprenderán jamás por más que se los diga, sus mentes al igual que la mía las limita la experiencia, el trayecto individual nos moldea y nos dirigimos prestos al sepulcro, luchamos contra el tiempo acelerando los pasos. Mañana cuando el sol nos cubra las cosas pueden no haber cambiado, no hay destinos por escoger cuando solo tienes uno, los viejos amores atormentan, sobretodo uno, pero nunca es verdaderamente suficiente, seguiré soportando desasosiegos y desilusiones, para mañana en la noche otra vez estaré muerto.

Diálogos nocturnos que hago llamar poemas [Nuevos capítulos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora