Capítulo 8

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Narra Axel




A: han de estar asustados. – balbuceo

I: ¿hmm? – su mirada está fija en la mía

A: los niños – digo manteniendo la mirada

I: ah, sí, los niños. – me baja haciendo que mis pies toquen el piso y ahí es donde me doy cuenta que estaba encima suyo. Lo suelto un poco avergonzado.


A: tenemos que entrar nuevamente a la casa. ¿por dónde lo haremos? – me he sonrojado un poco, está oscuro, así que espero que no lo haya notado.

I: veamos si podemos entrar por la ventana del cuarto de ellos. creo que podemos escalar.

A: sí, probablemente. Pero ¿cómo hacemos con los niños? - aparto mi mirada y miro alrededor. - No podemos lanzarlos por la ventana.

I: no había pensado en eso. hagamos esto, yo voy a entrar primero, voy a escalar; mientras tú vas buscando una escalera o algo para que los niños salgan de manera segura ¿está bien?

A: si, pero ¿Estás seguro que quieres entrar sólo? - no quiero que entre sólo allí, pero creo que es mejor para no perder tiempo.

I: voy a estar bien. Hay que sacar a los niños ya de ahí. ¿quedamos así? – asiento y corremos hacia la ventana de los niños. Parece fácil de escalar. - Ahí voy – comienza a escalar.

A: ten cuidado, voy por la escalera. Si algo pasa, grita y vengo de inmediato. – no le doy tiempo de responder y salgo en busca de la escalera.




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Veo como Ax se aleja y sigo escalando la pared. Llego a la ventana y me asomo lentamente, todo está oscuro al igual que el resto de la casa, lo único que ilumina la habitación es la luz de la luna, que entra tenuemente por la ventana.

No veo a los niños por ningún lado y la puerta de la habitación sigue cerrada, lo que quiere decir que la señora Anderson no ha logrado ingresar. Entro y enciendo la lámpara de mi celular, busco debajo de la cama y no están, en el armario tampoco los encuentro. Hay una puerta que parece llevar a un baño, me acerco y la abro lentamente; aunque suene cruel, no sé si los niños siguen vivos o si siguen siendo ellos mismos, por lo que es mejor ser precavido.

Asomo un poco mi cabeza y alumbro con mi celular, no hay nadie. El baño está vacío, suspiro con decepción, Ax va querer entrar de nuevo a la casa para buscarlos, cosa que es muy peligrosa. Cuando me doy la vuelta dispuesto a irme, escucho algo que me hace detenerme en mi lugar, sonó como un pequeño sollozo, parece provenir de la bañera que está tapada por una cortina. Vuelvo en mis pasos y comienzo a abrir la cortina lentamente. Lo primero que veo son unas pequeñas piernas, al abrir más logro visualizar dos pequeños cuerpos acurrucados en la bañera. Están abrazándose y llorando en voz baja.

Cuando escuchan el sonido de la cortina ser removida, el mayor de ellos levanta su cabeza de forma rápida y aterrorizada, el más pequeño solo se acurruca más. Cuando me ve parece aliviado.

N1: No eres mamá

i: No, no lo soy. soy Íker, el amigo de Axel.

N1: Ax

I: si, tenemos que salir de aquí, vamos. - puse mis manos sobre sus pequeños hombros para intentar levantarlo, pero él se negó.

N1: no, mamá está afuera, nos quiere pegar. - comenzó a sollozar de nuevo y apretó a su hermanito más a él. En su inocencia ellos piensan que su mamá quiere golpearlos.

I: no, peque, ella está afuera. nosotros vamos a salir por la ventana, Ax nos está esperando allí abajo y si nos demoramos más va a preocuparse.

N1: ¿Ax está aquí? - sus lágrimas se detienen un poco y vuelve a alzar su carita

I: Si, está esperando por ustedes. no queremos hacerlo esperar ¿verdad? - el niega con su cabecita. - bueno, vamos. - despega a su hermano y yo lo cargo, luego lo ayudo a salir de la bañera, sacudo su cabello y le doy una sonrisa para tranquilizarlo.

tomo su pequeña mano y salimos del baño. Al momento de hacerlo se escucha un fuerte golpe en la puerta, haciendo que los niños griten y se peguen más a mí.

I: tranquilos, tranquilos. - camino más rápido hacia la ventana y me asomo. Joder, Ax no ha llegado aún.



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Salgo corriendo en busca de la dichosa escalera, no sé de dónde voy a sacar una a estas horas. corro a mi casa y voy hacia el sótano; no recuerdo que tengamos una escalera, pero tengo que intentar. En efecto, no encuentro lo que estoy buscando, me desespero un poco, Iker y los niños la necesitan para salir.

Salgo de la casa, pensando en alguna solución. Camino de regreso donde Iker, en mitad de camino volteo hacia la casa de enfrente y como si de un milagro se tratase, en el jardín de aquella casa hay una desgraciada escalera. Corro a buscarla, pero no todo lo que brilla es oro; las rejas de la casa son altísimas, pero me va a tocar. Con algo de dificultad llego hacia el otro lado, pero caigo de culo.

A: Mierda, no es como si tuviera mucho – me sobo el culo y continuo con lo que estaba haciendo. Estando ya del otro lado corro hacia la casa de los Anderson nuevamente.



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los golpes en la puerta siguen y parece que cada golpe se intensifica más, los niños no dejan de llorar y yo comienzo a desesperarme. Si Ax no aparece pronto esa puerta va a ceder y la única solución que nos queda es saltar por la ventana. logró visualizar a Ax corriendo hacia nosotros con una escalera y suspiro aliviado.

I: ya vamos a salir de aquí, ahí viene Ax, tranquilos.

A: Íker, lo siento, no encontraba una escalera. - su respiración está agitada y me habla mientras coloca la escalera para que bajemos. - ¿están todos bien?

I: los niños están bien, creo que tienen muchas ganas de verte. - termina de acomodar la escalera para que bajemos de forma segura

A: yo también tengo muchas ganas de verlos. - sonríe hacia nosotros.

I: bueno, tú vas a tener que bajar primero. - me dirijo al mayor de los niños y este me mira con sus ojos llorosos. - ¿puedes hacerlo? - asiente tímidamente. - muy bien campeón, Ax está esperándote allá abajo. - lo ayudo a salir por la ventana y a poner sus pies sobre la escalera, tenemos que apresurarnos, esa puerta va a caer en cualquier momento. El niño desciende de manera lenta pero segura, con la voz de Ax dándole apoyo. cuando veo que ya está lo suficientemente abajo y Ax lo atrapa y lo abraza, le sigo los pasos, es un poco difícil porque tengo al otro niño cargado. logramos salir, pero cuando estamos bajando, la puerta se abre de manera brusca y por ella entra la señora Anderson corriendo como salvaje hacia nosotros.

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