Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ sɪᴇᴛᴇ

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La respiración de Félix era errática, su pecho subía y bajaba alterado. Cerró los ojos con fuerza mientras clavaba sus dedos en el colchón, Changbin estaba sobre él devorando su cuello mientras frotaba sus entrepiernas. Las erecciones de ambos se restregaban sobre la tela de los pijamas.

El rubio jadeó cuando Changbin mordió la piel de su hombro y adentró sus manos a su pecho por debajo de su pijama acariciando sus pezones erectos.

Ambos se miraron a la cara mientras las manos del pálido seguían en el torso del rubio además del vaivén de sus pelvis. Changbin podía perderse en los ojos avellanas del chico debajo de él, tan brillosos y profundos, sus labios cereza entre abiertos y su cabello rubio desordenado, sus mejillas sonrojadas además de su piel ¿Qué tenía su piel que la hacía tan adictiva? El pálido dejó un beso en su mejilla derecha y un camino de besos húmedos hasta el cuello al mismo tiempo que acariciaba los muslos ajenos.

Todo iba bien, Félix se estaba dejando ir hasta que el motor del auto de su padre se escuchó afuera. El rubio se puso en tensión y el pelinegro se dio cuenta, suspiró y sus manos ahuecaron las mejillas sonrojadas de Félix para unir sus bocas. Sus manos y labios ardieron haciendo que se aparte.

-- Mis padres llegaron -- anunció.

Changbin miró sus manos, dolían pero no se había quemado lo suficiente. No podía culpar al chico, era acto reflejo. Félix abrió la boca para disculparse por haberlo lastimado pero escuchó la puerta principal ser cerrada seguido de algunas risas.

-- Ganaron algo de dinero, irán a la habitación a celebrar -- dijo el pálido en tono bajito.

Más risas.

-- ¿Cómo sabes eso? -- preguntó el rubio imitando su tono.

-- Puedo percibirlo -- admitió Changbin gateando al lugar junto a él. – La lujuria, el deseo, están embriagados -- respondió encogiéndose de hombros. –- Ganaron una apuesta.

Félix escuchó la las risas aún más fuertes en el pasillo seguido de la puerta de la habitación de sus padres ser cerrada con brusquedad.

-- ¿Te metiste en su cabeza?

Changbin negó.

– ¿Escuchaste eso de que los ojos son las ventanas al alma? -- el rubio asintió. -- Es más efectivo si los miro a los ojos – explicó el pálido. -- Pero supuse que ganaron dinero, puedo percibir su avaricia.

-- ¿Cómo haces eso? ¿Lo deseas o simplemente lo sientes? ¿Qué pasa cuando estás en una habitación llena de personas? -- la curiosidad de Félix estaba saliendo a flote, Changbin le sonrió.

-- Lo mismo pasa cuando quiero saber lo que el otro piensa, antes era divertido pero ahora lo hago cuando es necesario -- empezó. -- Simplemente lo percibo, y por eso tengo que aislar mi cabeza para escucharme a mi mismo o lo que siento ¿Comprendes? Tengo que encerrarme en una especie de caja de cristal -– siguió explicando y paró un momento para pensar cuidadosamente la manera de expresarse y que Félix lo entendiera. -- Todas las mentes están dentro de cajas, círculos o tienen una especie de contención -- buscó las palabras adecuadas para decir lo siguiente. -- Pero cuando eres como yo, todas pueden abrirse o cerrarse de manera que puedes ahogarte en pensamientos ajenos bloqueando los propios o puedes elegir cuales abrir y poder escuchar a tu antojo.

-- Wow.

-- Al principio, cuando era un ángel me costó hacerlo ¿Sabes? Lo curioso era que yo era el único ángel en los cielos que podía meterseen las mentes de los demás o percibir los malos sentimientos.

-- ¿Cómo es el cielo?

-- Aburrido – el pálido se encogió de hombros. – Hay paz y abnegación fingida.

Lucifer  [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora