2. El chico misterioso

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Un mes antes

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Un mes antes

—Maddie...¿dónde anda esa cabeza? Te ves distraída hoy. —Me giré y le di una sonrisa enorme a mi amiga.

—Ari... —dije, imitando su voz. Solté un suspiro. Miré hacia la puerta, ningún cliente nuevo—. Ya sabes que a esta hora no viene casi nadie —musité.

Chasqueó la lengua.

—Pero Martina te está mirando —murmuró, sacando leches de una caja. Miré de reojo a mi jefa que estaba en la misma posición que yo con su celular en la mano. Ari se agachó para meter las leches en los refrigeradores pequeños. Comencé a ayudarla—. ¿Ese idiota de nuevo? —preguntó, obligándome a mirarla.

—No le digas así —gruñí, y luego rodé los ojos—. Pero sí, ese idiota de nuevo.

Bufó.

—Llamo las cosas por lo que son. Estamos en un café, esta es una leche, y tu novio... un idiota —explicó, batiendo sus pestañas. No pude evitar reírme—. Dime, ¿qué ha hecho esta vez?

—Dijo que vendría a buscarme hoy.

—Déjame adivinar...—Ari se llevó la mano a la barbilla. De repente chasqueó los dedos—. Tiene una salida con alguno de sus amigos. Dime Ari la vidente.

Solté otra risita a pesar de que me sentía mal. Que mi novio no quisiera pasar tiempo conmigo ya era una constante de los últimos meses, he increíblemente parecía que casi me estaba acostumbrando.

—Ya sabes, un plan más entretenido que estar conmigo. Y yo que creía que era la ama de la fiesta —bromee.

—Sí, y te la pasas trabajando y con un libro entre las cejas. —Me quedó mirando—.  Oh...no, no empieces —dijo, deteniéndose con una leche a medio camino hacia el refrigerador.

—¿Con qué? —pregunté, entornando los ojos.

—Que no es tu culpa.

Resople.

—Lo sé. Aunque a veces pienso que si yo hubiese entrado a la universidad igual que él... las cosas serían distintas.

Soltó una carcajada irónica.

—No me hagas reír mi amor. Seguiría siendo igual de imbécil, y tú en vez de estar esperándolo a la salida de tu trabajo, lo estarías esperando a la salida de la universidad.

Sonó la campanita de la puerta.

—Oye te voy a contratar para que me subas el ánimo mañana también —susurré con el ceño fruncido. Me puse de pie para atender. El delantal se me enganchó en el borde de la mesa y me distraje ordenándolo, hasta que levanté la vista.

Oh, dios.

Esa fue la primera vez que lo vi. Aunque en ese instante nunca imaginé que ese chico tan guapo y atractivo, sería uno de mis principales dolores de cabeza. Nada indicaba que él no sería más que otro cliente de la cafetería. Se había quedado quieto en la puerta, leyendo desde allí el menú que tenía a mis espaldas. Leía de un lado a otro, pero sin detenerse en mí.

El amor se escribe por capítulos - [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora