4. Café helado de frutillas y crema

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—Sí, lo sé

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—Sí, lo sé. ¿Pero qué quieres que haga? Ally, sabes que estoy preocupado por Camilo y allí está mi mente. No puedo concentrarme ahora. —Me paré en la mitad de la acera y me refregué los ojos. Llevaba mi computadora en la mano, directo para comenzar otra jornada de trabajo... cero productiva.

—Lo sé, y créeme que lo entiendo. Pero ya sabes... es trabajo. —Apreté los dedos alrededor del teléfono, y me quedé con la mirada perdida en la puerta de la cafetería.

—No, no lo entiendes. En todo caso, he estado... he estado trabajando en eso. Voy avanzando —mentí. No me sentía cómodo mintiéndole pero estaba desesperado, necesitaba tiempo.

—Quiero para el domingo al menos los primeros dos capítulos —respondió secamente.

Exhalé frustrado. El primer capítulo no era problema, lo tenía escrito desde hace dos meses. El problema es que no había escrito nada más... al menos nada más que me pareciera bueno —o medianamente bueno—. La verdad es que si hubiese logrado escribir algo pasable se lo habría enviado, pero era como si toda mis ideas fueran inútiles, lo que me frustraba aún más. Sin embargo, asumía que mi mente estaba en otra parte: primero; mis padres se separaron, y a las semanas cada uno se fue a viajar; y segundo, mi hermano pequeño se encontraba muy afectado por eso.

—Trataré... trataré de tenerlo.

—No. No trates. Envíamelo. —Cortó sin decirme nada más. Chasquee la lengua y patee una piedra enojado.

Puto libro.

¿Qué se supone que haré?

Todo era más fácil cuando nadie me presionaba.

Exhalé profundamente, como si así me fuese a quitar la presión de la llamada que acababa de recibir. Me quedé pensando unos instantes, de pronto un grupo de amigos se paró frente a mí. Y al escuchar el nombre Maddie, mi atención se desvió hacia ellos.

¿Estarán hablando de Mads?

—¿No trabaja en ese café tu novia?

—Sí, pero ya le dije que la vería el sábado. Si voy ahora... probablemente me reprochará el por qué no nos vemos antes. —Una de sus amigas lo miró con el ceño fruncido.

—Eso no se hace Santiago. ¿Cómo estás cerca de donde está tu novia y no tienes ni la menor intención de ir a saludarla?

—Que pesada. Es solo que no tengo ganas de verla... hasta el sábado —soltó, encogiéndose de hombros.

Caminé hacia el café y entré. Mads se encontraba allí, distraída mirando su teléfono.

Probablemente esperando algún mensaje de ese idiota.

Mads me agradaba bastante, y su sonrisa era como un brillo en la cafetería. Sin embargo, no hablaba mucho con ella... o casi nada. Y eso era por un motivo muy simple: Fabiana quedaba libre justo a las tres de la tarde —hora aproximada a la que llegaba a la cafetería— así que me llamaba cuando yo recién llegaba, durante la fila, o mientras me tomaban el pedido; así que no tenía la oportunidad de hablar con Mads. A veces también pasaba que el café se llenaba de gente y era imposible hablar. Además, todo el tiempo que yo estaba allí tenía la mente fija en las siguientes palabras que debía escribir. Por que sí, escribía muchas. El problema era que después las borraba. Así que en mi momento de concentración literario solo permitía que dos personas me interrumpieran: Felix, mi mejor amigo y compañero de departamento; y Fabiana o Fai, mi novia.

El amor se escribe por capítulos - [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora