18. Agreguemos un beso

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No les voy a mentir, Mads pidiéndome que me sacara la ropa, produjo que varias imágenes indecentes cruzaran por mi mente, estimulando de inmediato a mi corazón para que bombeara más fuerte y que sí

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No les voy a mentir, Mads pidiéndome que me sacara la ropa, produjo que varias imágenes indecentes cruzaran por mi mente, estimulando de inmediato a mi corazón para que bombeara más fuerte y que sí... mi sangre comenzara a hervir.

Rayos. Tengo que controlarme.

—¿Quieres que quede desnudo en la entrada de tu casa? —pregunté, alzando las cejas.

Soltó una risita y trató de poner una expresión seria.

—Pues... sí. —Puso su mano en mi hombro y meneó la cabeza—. Ven, entra. Creo que tengo ropa de Santiago en alguna parte —murmuró alejándose, mientras me hacia señas para que no me moviera. Cerré la puerta tras de mí—. Te traeré una toalla.

—¡No me quiero poner ropa de Santiago!

—¡Mala suerte! —exclamó desde su habitación—. ¡Pero no te quiero sin ropa en mi casa!

A regañadientes comencé a sacarme la ropa, esperando que Ariel no apareciese... o Santiago porque ahí si no sabría cómo escapar del problema.

Me saqué todo y quedé en ropa interior: unos bóxer negros. Mads apareció distraída con una toalla en la mano, y apenas me vio se detuvo de golpe. Abrió la boca como si no entendiese lo que sucedía. Sus ojos deslizándose de forma casi imperceptible por mi cuerpo, no fueron un aporte a mi estabilidad mental.

—¿Qué?

—Pensé... pensé que ibas a esperar a que te trajera la toalla —murmuró, sonrojándose.

—¿Estoy viendo a Mads sonrojándose por verme en ropa interior? —bromee. Bufó y rodó los ojos. Aunque apesar de que intentó reprimir su expresión, sonreía—. Siéntete afortunada Madison Foster. Estás ante todo un acontecimiento.

—No eres el primer chico guapo que veo en bóxer, Valentín. No te creas tanto —replicó, echándose el pelo hacia atrás.

—Y además me encuentras guapo. —Comencé a acercarme a ella con la intensión de coger la toalla, y envolverme por el frío, sin embargo, apenas toqué la toalla, la luz del departamento se cortó. Nos quedamos unos instantes en silencio, cada uno con la mano en el trozo de tela, esperando a que la luz volviese en cualquier momento.

Pasó un minuto... y no volvió. Todo se encontraba en completo silencio, interrumpido nada más que por nuestras respiraciones acompasadas. Comencé a reírme porque... ¿cómo era posible que me encontrase en esa situación? No nos costó darnos cuenta de que el corte de luz había sido en el sector porque no entraba ni luz por la ventana. Éramos dos personas en medio de una cueva... y yo casi desnudo.

—No... encontré ropa de Santiago —susurró.

—No me la iba a poner de todas formas —repliqué riendo—. Mads...

—¿Qué?

—Suelta la toalla, tengo frío.... Además ya no me puedes ver así que, déjame taparme. —La soltó con un gruñido y me envolví en ella.

El amor se escribe por capítulos - [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora