Maddie está atrapada en una vida que no la emociona. Se tomó un año sabático para descubrir qué quiere hacer; tiene un trabajo a tiempo completo en una cafetería, y un novio que parece tener cada vez menos interés en ella.
Sin embargo, cuando un chi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Estoy lejos de mi casa —murmuré, girando sobre mi propio eje. Me senté en una banca del parque por el que estábamos caminando. Edward parecía no querer ir a la fiesta pero no quería preguntarle aún el por qué. Se sentó junto a mí y exhaló el aire lentamente mientras echaba la cabeza hacia atrás. Se quedó con la mirada perdida en las estrellas.
—¿Te quieres ir? —preguntó en voz bajita.
Menee la cabeza y me quedé mirando el cielo igual que él.
—Creo que ya estoy convencida de que no eres un psicópata, así que no tengo apuro en irme. Mañana no trabajo.
—¿Te quedarías toda la noche conmigo? —quiso saber.
¿Qué me está proponiendo?
¿Por qué siento que hay cien grados más aquí?
Me giré en su dirección y él seguía con la vista en el cielo. Tragué saliva con demasiada dificultad.
—Yo no...
—Calma esa mente que no era una propuesta indecente —dijo riéndose. Ladeó la cabeza y sus ojos azules se quedaron analizando mi expresión. Lo que no me convenía porque mis pensamientos me traicionaron con imágenes no adecuadas, provocando que mis mejillas estuviesen sonrojadas. Esbozó una sonrisa y estiró su brazo para tocarme una mejilla con su dedo pulgar. Tenía los dedos fríos y no me moví cuando hizo contacto con mi piel.
—No pensé que era una propuesta indecente —gruñí. Se incorporó, de forma que quedó más cerca de mí, provocando un aceleramiento de mis pulsaciones.
—Ah, yo diría que sí —replicó con cierto tono coqueto. Acercó su cara lentamente a la mía, y no quería mostrarme débil ante él, así que no me moví ningún centímetro. Presentí que solo jugaba conmigo y que no me iba a besar.
—¿Por qué no quieres ir a la fiesta? —pregunté, con su cara a escasos centímetros de la mía. Chasqueó la lengua antes de alejarse.
—Es el cumpleaños de mi hermana.
—¿Estás peleado con ella?
—No. Es la mejor amiga de mi ex. La misma ex que me fue infiel con uno de mis amigos. Probablemente están los dos en esa fiesta.
—¿Todavía la quieres?
—No. Es solo que cuando sucedió eso, la mayoría de los que están allí en esa fiesta —incluyendo mi hermana—, dijeron que fue mi culpa porque yo estaba trabajando muchos turnos en el hospital. —Se reclinó en el asiento con las manos en su nuca—. Así que no estoy muy interesado en compartir con ellos. Pero a mamá le rompería el corazón si se entera que no vine a ver a Alexa. —Arrugó la frente—. A mi mamá no la hago sufrir. —Golpeó sus rodillas con sus manos, dando por terminado el tema—. Entonces... ¿qué le dirás a Santiago?