¿Cómo sería la vida siendo la hija del gran baterista Roger Taylor?
Emilia es reconocida desde pequeña gracias a la fama de su padre. Una chica común y corriente, con problemas como cualquier persona.
•
•
•
•
•
Cabe aclarar que la idea principa...
—Si no te quedas quieta no puedo vestirte, mi reina.
Debbie luchaba para poder controlar a su hija, se le era imposible cambiarla. La pequeña se movía demasiado en aquella gran cama. Típico capricho de una niña de 5 años.
—¡Rufus! —llamó a su hijo ya exhausta.
El pequeño, de tan solo 12 años, se encaminó a través del umbral de la puerta; encontrándose a su pequeña hermana llorando, resistiéndose a ser cambiada por su madre.
Se acercó a la chiquita tratando de calmarla, cosa que costó bastante y no fue 100% efectivo, aunque lo suficiente como para que su madre la pueda cambiar. Su hermanita se apegó a él, rodeando con sus bracitos la cintura del alto, acto que rápidamente fue correspondido. No le gustaba ver a su hermana mal.
La rubiecita no tenía el mismo trato con Debbie que con su padre; la quería ¿cómo no?, pero con él era otra cosa completamente distinta, se entendían mutuamente.
Si nos fijamos en sus atuendos iban casi iguales; remera negra, zapatillas blancas, jean, solo que el de su hermano era oscuro y el de ella claro, lo mismo con las camperas, Rufus una gris y Emilia una negra.
Al bajar las grandes escaleras, entre algunos tambaleos de la menor que se aferraba a la mano de su hermano; divisaron a Tiger Lily. Vestía una falta hasta las rodillas color azul, acompañada de una polera gris oscuro, unos zapatos negros y un blazer tejido a conjunto con su falda.
Por último, la pequeña Lola, la cual era alzada por Deborah. Llevaba un hermoso conjunto de remera de blanca con rayas rosas horizontales, al igual que el pantalón, solo que este era lo contrario: rosa con dos rayas blancas verticales, a los costados, de punta a punta.
La bocina del auto sonó, dando a saber que Brian había llegado por los 4 niños.
Al abrir la puerta la vista de los 5 se posó en el ruloso, vestido bastante simple pero elegante. Llevaba una campera color cían anudada, por las mangas, a su cuello, pantalón negro, una camisa blanca con los 2 primeros botones desabrochados y unos zapatos del mismo color que el pantalón, además de una radiante sonrisa en su rostro al ver a los niños.
A pesar de ser verano la noche se había revolucionado, sin embargo, muy propio de Londres este potente frío al que ya estaban acostumbrados.
-°•°•°•°•°•°•°•°•°-
—Feliz cumpleaños, Papi —habló la niña al ver a su padre cuando la puerta lo permitió.
La rubia fue directo hacia los brazos del mayor, que, acompañado de una sonrisa dejando ver sus perfectos dientes, esperaba agachado con sus brazos abiertos.
Los 4 niños se hundieron en el cómodo abrazo. Al terminar, Roger, saludo a Brian agradeciéndole por venir, luego lo repitió con Anita.
Había bastantes personas. Unas ¿40? ¿50? Creo que nos quedamos cortos, pero eso no es lo que nos importa ahora. Muchas de esas personas no las conocía, algunas no las había visto ni en pintura. Se mantenía cerca de su papá. Conocía la casa, obviamente, solo que esta vez estaba repleta de personas.
Buscó con la mirada a su hermano. No estaba por ninguna de las direcciones en las que observaba. Sin darse cuenta también le había perdido el rastro a Lola. Lola estaba con Tiger. Y Tiger estaba con Roger, por lo tanto no veía a ninguno.
Sentía la mirada de algunas personas en ella, ninguna de esas personas se le era conocida. Tampoco podía buscar a Brian, debido a su altura había algunos a los que no le llegaba ni siquiera a la cadera.
Pudo divisar a una persona en concreto, Clare, su tía. Cuando la mujer posó sus grandes ojos, semejantes a los de su padre, en la infanta que se acercaba la reconoció en un abrir y cerrar de ojos.
—Hola, linda —habló la femenina antes de tomar a su sobrina en brazos—. Recién estuve con tus hermanas, ya me parecía raro que no estuvieras con ellas.
Cada palabra que decía una chispa de felicidad se encontraba en su voz, a la vez que una sonrisa. Se llevaba bastante bien con ella, era una persona muy hermosa, en todos los aspectos.
—¿Sabes hacia donde fueron, tía? —pronunció mientras miraba a la mujer, quien acariciaba el pelo de la menor.
Clare separó sus labios, dispuesta a responderle a la menor, en ese momento Roger apareció detrás de la pequeña, haciéndole un gesto para que no dijera nada, deteniendo así su respuesta.
Taylor colocó sus dos manos a cada lado de su pequeña, acompañado de un grito ahogado, ocasionando así asustarla.
Cuando la chiquita se dio vuelta, y calló en cuenta que era su papá, no dudó en tirar sus bracitos hacia él, incitándolo a cargarla.
—Te había perdido, papi.
Esa frase la dijo con tanta dulzura y ternura, mientras apoyaba el lado derecho de su cara entre el hombro y el cuello de su padre, que provocó el intercambio de miradas entre los hermanos, obvio con una sonrisa de oreja a oreja por parte del mayor. La quería tanto.
—¿Te parece que vallamos con tus hermanos?
Su hija solo asintió y se dejó llevar por el dulce aroma que su padre portaba, le embobaba completamente. Roger caminaba con suma seguridad, abriéndose paso entre todas esas personas, obvio con su princesa en brazos.
Llegando al espacioso comedor observó a sus 5 hermanos ya sentados. Felix, al percatarse de quién traía su papá en brazos, fue el primero en levantarse, acompañado de Rory.
Cuando el chico la quiso alzar ella se negó rotundamente, empujando con su mano, y escasa fuerza, el pecho de su hermano, lo que provocó la risa de Roger y Rory. Felix hizo un puchero y se cruzó de brazos, pretendiendo estar ofendido haciendo reír a la más pequeña.
Luego de una sesión intensa, por lo menos para la infanta, de juegos, el sueño ya iba tomando poder en su indefenso cuerpo, el que anteriormente había tomado sobre Lola, que dormía plácidamente en un cuarto de la segunda planta. Por suerte, al ser verano, al otro día no tenía que ir a la escuela.
Sus párpados ya no aguantaban su peso, al igual que su cuerpo, empezaba a tambalear un poco. Levantó su cristalina mirada para encontrarse con los radiantes ojos azules de su persona favorita. Este la miraba con ternura y amor, reconocía esa mirada en la cual lo único que deseaba era dormir.
Emilia estaba por dar un paso hacia su padre cuando su vista se centró en otra persona. Una persona que no estaba, no de la forma que muchos querían. Su foto estaba en aquella pared. Deslumbrando alegría como siempre.
En esa fotografía estaba junto con su padre. Los dos sonreían. Freddie tenía algo que le llamaba la atención.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.