Parte 4

396 52 9
                                    

Gokudera lo siguió un buen rato sin decir nada. Estaba nervioso, sabía que en cualquier momento que abriera la boca soltaría alguna estupidez haciendo enojar al otro, o peor aún, acabando por ser "mordido hasta la muerte". Hibari parecía haber olvidado que se encontraba con él, pues caminaba con la misma tranquilidad de siempre, mirando a todos lados para ver si alguien perturbaba la tranquilidad de Namimori.

Lo que él no se daba cuenta es que el maldito pueblito donde vivían estaba bien, lo único perturbado ahí era el corazón de Gokudera, por él.

— ¿Hasta donde demonios me vas a llevar, imbécil? —protestó Gokudera, parándose de pronto. Pasaron por esa calle dos veces, ya le dolían los pies de tanto caminar. —Si sólo me has traído contigo para ignorarme todo el camino, pues vete a la mierda. —sentenció molesto ante la cara indiferente del contrario.

— ¿Por qué te gusto? —preguntó Hibari, sin rodeos; coloreando todo la cara contraria en tonos rojizos. Gokudera dio tres pasos atrás, balbuceando cosas incoherentes.

Maldita sea. ¿Qué tan evidente podía llegar a ser?

— ¡Quién...!

—Jamás he tenido ninguna interacción contigo más que pelear. —cortó de pronto, encarándolo. Gokudera se quedó callado, mordiéndose los labios. — ¿Qué estás buscando en mí, Gokudera Hayato?

—Y-Yo... —juntó aire, apretando los ojos en un vano intento de agarrar fuerzas de donde pudiera. —... tú... me gustas. —murmuró entre dientes, dejando que el pecho se le comprimiera.

— ¿Por qué?

— ¡Me gustas y ya, imbécil! ¡Maldita sea! ¡todo quieres saber! —reprochó, dándose la vuelta de inmediato. No quería que Hibari lo viera tan vulnerable, el corazón le estaba latiendo como loco.

Sólo podía escuchar los latidos de su corazón retumbándole en los tímpanos, estúpidos sentimientos que no escuchaban de razones, Hibari no los quería, ¿por qué se empeñaban en seguir existiendo? Lo único que debería sentir es respeto y admiración por su Décimo y Reborn, no más.

—Mírame cuando te este hablando, herbívoro. —reprendió Hibari, volteándolo.

Gokudera no pudo evitar intentar cubrirse el rostro con las manos, buscando en vano tapar el color rojizo de su rostro. Hibari lo contempló por varios segundos, sin poder apartar la mirada, es decir, el herbívoro rebelde que siempre estaba con una cara enojada buscando pelea por cualquier lado o solo sonriendo cuando se trataba de Tsunayoshi Sawada, nunca pensó que podría poner una expresión tan inocente.

— ¡S-Suéltame, bastardo! —reprochó Gokudera, forcejando. Hibari se acercó más, tomándolo por ambos brazos. — ¡Qué me dejes!

—Tranquilízate. —ordenó este, soltándolo. Gokudera inhaló aire de forma brusca, estaba demasiado nervioso que incluso sus piernas estaban temblando. ¿Por qué Hibari no lo rechazaba y ya? ¡Sólo le gustaba torturarlo como el maldito sádico que era!

—Sólo dilo...—pidió, sintiendo que la voz comenzaba a quebrarse. —dilo y te dejaré en paz.

— ¿De qué hablas?

— ¡Que no te gusto! —respondió, encogiéndose en sus hombros. Odiaba verse pequeño ante las personas, de verdad lo odiaba, pero quería escucharlo, para que sus sentimientos acabaran ahí de una buena vez.

—No me gustas. —dijo Hibari en tono glacial, sorprendiendo al propio Gokudera por la sinceridad de sus palabras.

Así que siempre tuvo razón, nunca iba a poder llegar más allá de eso. De todas maneras, jamás lo espero, con sólo observar a Hibari él estaba bien... ¿no?

—Lo sabía. —murmuró Gokudera, con la mirada clavada en el suelo. —No te molestaré más a partir de ahora.

—Déjame terminar, herbívoro. —le bloqueó el paso, atrayéndolo lo suficiente para ponerle una mano en el mentón, obligándolo a verlo. Los ojos verdes del contrario lucían tristes, a punto de llorar. —Pero, aún te debo un favor, ¿no es así?

—No quiero tu miserable compasión. —rezongó él, sintiéndose más herido todavía. — ¿Saldrás conmigo como compensación? ¿Qué clase de imbécil eres? ¡Un no es suficiente!

—Cierra la boca. —ordenó, molesto. —No me refiero a eso.

— ¿Entonces?

Hibari lo soltó al ver que tenía su atención, quedando a pasos de él. Gokudera se mordió de nuevo el labio, observándolo fijamente.

—Tengamos esa cita que me pediste. —respondió, dándole una sonrisa arrogante.

Hayato apretó los puños a su costado, sin poderlo evitar, recordó al Hibari del futuro con la misma absurda mueca que se burlaba de él. Lo extrañaba, extrañaba pasar esos tiempos con él donde Hibari le descubría y él se hacía el tonto fingiendo buscar a Uri, sin querer decir que lo observaba.

Hibari del futuro le había descubierto y a partir de ahí, ambos jugaron a no darse cuenta de lo que sentía el otro. El guardián de la Nube dado a su deber que le fue encomendado en el futuro por Tsuna, y Gokudera porque estaba en conflicto de saber si lo que sentía era correcto o no. Y ahora que la Tormenta se había dado cuenta que no estaba mal sentirse atraído por él, que sus sentimientos eran correctos, no quería desprenderse de ellos tan fácilmente.

Así que sin poderlo evitar, redujo la distancia entre ambos y tomándolo del cuello, estrelló sus labios contra los suyos.

Me debes un favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora