[En el futuro]
— ¿Qué hay con esa cara, Kyoya? —preguntó Dino, sentado frente a él. Hibari se estaba terminando de limpiar las heridas que ahora estaban cicatrizándose. Dos días más pasaron casi volando, y en esos dos días no se logró quitar ni a Sawada Tsunayoshi ni al potro salvaje de encima.
— ¿Ya nos dirás que ha pasado? —Tsuna estaba recargado en el buro, con los brazos cruzados. ¿Quién diría que el mocoso que huía de los maleantes tendría semejante porte? Se le erizaba la piel de querer pelear con él, sin embargo, Tsuna le dijo que hasta que no le dijera que ocurrió entre Gokudera y él, no pelearían.
— ¿Cuándo se irán de aquí? —gruñó, sin querer contestar la pregunta que le soltaban cada cinco minutos por dos horas.
—Hasta que nos digas. —respondió Tsuna. Aunque una parte de él ya conocía la respuesta, aún y cuando Gokudera tampoco había dicho ni pío de lo sucedido.
—Hmp. —Hibari les dio la espalda, ignorándolos por completo. Ojalá pudiera golpearlo como en el pasado, pero ya se las cobraría.
Cuando Tsuna salió por un momento para atender una llamada, Dino aprovechó para volver a ponerse en la vista de Hibari.
— ¿Es por lo que paso con nosotros?
—Nada paso entre nosotros. —rezongó Hibari, ácido. —Y nunca pasará.
—Kyoya...
—Ustedes dos se pueden ir a la mierda juntos. —escupió, aventando la mano de Dino que estaba por tocarlo. — ¡Él ni siquiera te ama y aun así estás co...!
A pesar de no tener a sus hombre cerca, de no contar con su látigo y que su torpeza estaba al máximo ese día; nada de eso fue impedimento para que Dino le proporcionara un puñetazo en el rostro a Hibari, haciendo que la herida de su mejilla volviera a abrirse por la intensidad del golpe. Tsuna entró corriendo al escuchar el golpe, pensando que Hibari había perdido la paciencia y ahora estaba golpeando a Dino.
— ¡No hables como si lo supieras todo! —gritó Dino, enojado. — ¡No tienes ni una idea de lo que Hayato ha sufrido por tu culpa!
Lo sabía. Dino lo sabía.
Hibari afiló la mirada, lanzándose a él para derribarlo, haciendo que la espalda de Dino se pegara contra el suelo en un ruido sordo.
La razón por la que se había casado Gokudera Hayato con él. Dino sabía que no era amado.
Una risa seca escapó de los labios de Hibari. —Entonces es eso, ¿no? Todos sienten tanta lastima por ese imbécil. Cuando te lo cogiste, ¿también sentiste lastima por él? —dijo, causando un escalofrío en Dino por la frialdad de sus palabras. —Pues déjame decirte algo, mientras tu te lo cogías, él estaba pensando en mí.
— ¡Estás siendo un imbécil, Kyoya! —gritó Dino.
—Ah, pero eso ya lo sabías. ¿cierto? —bufó Hibari, levantándose de él al ver que Tsuna estaba por intervenir. —Ese maldito herbívoro no me ha dejado de pensar ni un día de su vida. No puede amarte como me amó a mí. ¿Qué se siente tener un corazón a medias? ¿O es que ni siquiera tienes eso?
—Es suficiente, Hibari. —habló Tsuna, poniendo la voz más fría que alguna vez Kyoya o Dino le escucharon.
Dino se puso de pie, apartándole la mirada, decir que no le había dolido era mentira. Se sintieron como pequeños cuchillos clavándose en cada centímetro de su piel. Por supuesto no pensaba que fuera verdad, sabía que Gokudera tuvo sentimientos fuertes por Hibari, el mismo guardián de la tormenta lo había admitido antes de casarse con él, sin embargo, con el tiempo eso cambió. Gokudera era su persona más importante y sabía que los sentimientos de este eran reales, que lo quería de verdad.

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Me debes un favor.
Fiksi PenggemarMaldita sea, ¿qué tan jodido estaba? Se había enamorado del guardián de la Nube, el que nunca se ataba a nadie: Hibari Kyoya. * * [1859]