Gokudera se sentó en su cama, desairado.
Luego de dejar a Tsuna en su casa, sintió que todas las ganas de llegar a la suya estaban extintas. No habría nadie esperando por él. Por supuesto, no se equivocó. Al mover la mano, chocó con la bolsa de papel; lo compró por mero impulso, en una jugarreta de niño, pensando que con eso podría ganarle a Dino. Que estúpido, probablemente Hibari no volvería.
De todas formas, en vez de lanzar la bolsa como antes lo hubiera hecho, la dejó en su escritorio, teniendo la vaga esperanza de poder dársela a su dueño.
¿Y si Hibari del futuro recordaba su amor por Dino? ¿Qué pasaría si se lo decía? Entonces cualquier oportunidad de estar con él, sería anulada de inmediato. Porque a comparación del portor salvaje, él solo era un niño idiota que apenas podía sobrevivir a fin de mes.
Además, que Dino fuera su pareja tenía demasiado sentido, en el pasado y en el futuro, Dino siempre era el único que podía comprender a Hibari. Mientras que él, se sentía angustiado solo porque Kyoya no le había dado una mirada de regreso para reafirmarle sus sentimientos.
Era una tontería, Hibari ya le había dicho que lo amaba y su personalidad era de las que solo lo decía en un momento especial. No se lo estaría recordando todos los días como una pareja de recién casados, y tampoco le gustaría eso a Gokudera, sería demasiado meloso para él y fastidioso.
Pero... si pudiera reafirmarle con sus acciones que no se iría de su lado, con eso tendría suficiente.
Inevitablemente eso le trajo a la mente a Yamamoto. Era la clase de chico que sería amable con su pareja, seguro lo llenaría de cosas cursis, haciéndolo sentir tremendamente avergonzado; sin embargo, más que palabras, Yamamoto le haría sentir seguro cada día que pasara. Porque era un buen amigo, sabía escuchar, aconsejar y todo lo demás, por supuesto que pasaría a ser una excelente pareja.
Se ruborizó al pensar en besarlo, sintiendo una especie de presión en su pecho.
Nunca había considerado a Yamamoto de esa forma, pero su confesión había provocado desde la mañana que sus pensamientos automáticamente se desviaran a él. Después de todo era un mocoso de secundaria, cualquier confesión se le quedaría grabada en la cabeza y lo haría sentir especial.
Suspiró y se recostó en la cama, observando la pared. Le hubiera hecho caso a su querido Décimo de pasar la tarde con él, aunque Reborn seguro que lo habría corrido tarde o temprano para que no interrumpiera el entrenamiento de Tsuna. Además, después de su entrenamiento de beisbol, Yamamoto los acompañaría junto con Colonello. El Décimo Vongola le había susurrado a Gokudera que le explicaría a Fon la situación, y la tormenta se sintió sumamente agradecido por ello; no quería decepcionar a Reborn, sin embargo, le daría un espectáculo lamentable con la mente distraída. A parte sería una falta de respeto para Fon.
La puerta se abrió de pronto, y Hayato se incorporó rápidamente al verlo ahí.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó Gokudera, sorprendido.
—Dijiste que viviría aquí. —contestó Hibari, indiferente. En sus manos llevaba varias bolsas de ropa, seguro la que le había comprado Dino. — ¿Por qué no estás entrenando? El bebé dijo que tendrían el día atareado.
—P-Pensé que te quedarías con Dino. —balbuceó por inercia.
Kyoya dejó las bolsas en la cama, alzando una ceja. Luego desvió la mirada a la bolsa en el escritorio, no recordaba que estuviera ahí esa mañana y parecía recién comprado.
— ¿Has comprado algo?
— ¡Nada! —Gokudera tomó la bolsa lo más rápido que pudo y la abrazo contra su pecho, ruborizándose. — ¡S-Sólo cosas que necesitaba!
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Me debes un favor.
Hayran KurguMaldita sea, ¿qué tan jodido estaba? Se había enamorado del guardián de la Nube, el que nunca se ataba a nadie: Hibari Kyoya. * * [1859]