Hibari despertó mucho antes que Gokudera, por esa razón pudo contemplarlo dormir por al menos cinco minutos; lucía tan pacifico de esa manera. Nada como la bomba que era al despertar, arrasando todo a su paso al igual que una tormenta. Con un dedo jugueteó con un cabello despreocupado que caía sobre su frente, el contacto era suave y gentil, por lo que poco o nada se percato la tormenta de este.
Había logrado que se enamorara de él, después de tanto tiempo lamentándose por desperdiciar su amor, anhelando volver a los días donde Gokudera le quería, ahí estaba. Frente a él, completamente enamorado de él, y no quería que su yo del presente lo echara a perder.
Al salir a la cocina, fue recibido con una pregunta. —Sabes que no podrás quedarte, ¿para qué ilusionarlo de esa manera? —preguntó Fon, que ya estaba sirviéndose una taza de té.
—Es lo que quiere él. —contestó Hibari, sentándose frente al arcobaleno, sirviéndose en otra taza. —Y lo que quiero yo.
—Acabará mal para ambos, Gokudera va a sufrir cuando tu otra versión llegue. Y tú sufrirás por ver a la versión adulta que ya no te ama. ¿Qué de bueno puede traer esto?
—Funcionará de alguna manera.
— ¿Se la pasaran viajando por la bazooka de los diez años cada cinco minutos? —Fon obvio la respuesta, causando malestar en Hibari. —Sabes lo riesgoso que es eso, además de los problemas que puede traer al futuro y al pasado.
—Solo será hasta finales de este mes. —dijo Hibari, sin inmutarse demasiado. —Es una promesa.
Fon curvo sus labios hacía abajo, en una mueca triste. — ¿Y qué obtendrás de esto?
—El recuerdo de su amor. —comentó, cerrando los ojos, disfrutando el té preparado. —Incluso si su yo futuro no me ama, estaré bien con tener solo el recuerdo y la felicidad que eso nos causó.
—Hibari...
Escucharon los pasos de Gokudera por lo que detuvieron la conversación ahí. Cuando Kyoya se volteó a mirarlo, por un segundo notó el alivio en los ojos del contrario, seguro había pensado que todo lo del día y noche anterior se trató de un sueño. No obstante, al verse observado, volvió a ser arisco como siempre.
—Desperté en la cama. —comentó Fon hacía Gokudera. —Fue muy amable de su parte brindármela.
—El bastardo tiene corazón después de todo. —masculló Gokudera, sonrojándose por recordar los momentos de la noche anterior.
—Gokudera hoy tenemos entrenamiento, Tsuna y Yamamoto estarán presentes también. —dijo Fon. —Junto a Reborn y Colonello.
— ¿Qué hay del cabeza de césped? —murmuró, sirviéndose cereales. Hibari observó de reojo que estos tenían forma de cabeza de aliens y naves espaciales. Sin duda seguía siendo un niño.
—Me parece hoy había prometido hacer algo con su familia. No estará con nosotros. Igualmente, Tsuna pidió que no se metiera a Lambo, ni a Chrome. No quiere exponerlos demasiado. —completó Fon, numerando con sus deditos a todos los guardianes. —Y se dio por sobreentendido que Hibari se negaría a participar.
— ¡AH! —Gokudera se paró de inmediato, observando al guardián de la nube con la boca abierta.
— ¿Qué pasa, Gokudera? —preguntó Fon, preocupado.
—El potro salvaje... me pidió que convenciera a Hibari del presente para ir a una cena. Es una sorpresa para el Décimo. —comentó, luego se talló la frente. — ¿cómo demonios voy a decirle que el pequeño Hibari ha sido sustituido por el Hibari del futuro y que estará aquí por un mes? Pensarán que hay problemas en el futuro.
—Además que tienes que explicar el porqué vive contigo. —dijo al aire Fon, recibiendo una mirada dura de la tormenta.
—Tráelos aquí, yo me encargaré de lo demás. —declaró Hibari.
Gokudera miró a Hibari, rascándose la mejilla. ¿Verse con Dino no le resultaría incomodo? ¿seguiría presentando algún sentimiento hacía él después de tantos años? Infló suavemente las mejillas al verse abrumado con esos pensamientos. Fon suspiró y no tardó nada en deducir lo que estaba pensando.
—Deberías apurarte para ir a la escuela. —comentó Fon. —No creo que teniendo aquí al presidente del comité disciplinario quieras faltar.
—Me da igual. —bufó al ponerse de mal humor.
Hibari lo observó de reojo, confundido por su actitud. No fue hasta que Gokudera fue a lavarse el rostro que pensó lo mismo que Fon momentos antes, quizás fuera porque estaba demasiado envuelto en la tormenta que se le había olvidado tener sentimientos alguna vez por Dino. Aunque a decir verdad, era algo que Hibari prefería no recordar, le enojaba pensar que todo ese tiempo pudo haber estado con Gokudera y no fue así.
— ¿Qué le dirás a Reborn y los demás? —preguntó Fon.
—Seguramente creerán cualquier idiotez que les invente. —comentó Hibari. —De cualquier manera, será mejor para mí que se enteren.
— ¿Humm?
Hibari señaló sus ropas. —Entre más rápido, mejor.
—.—.—.—.—
Mientras caminaba para recoger a Tsuna, Gokudera fue interceptado por Yamamoto. Con una amplia sonrisa el beisbolista no dudo en pasar sus brazos alrededor de Hayato, quién de inmediato se puso a la defensiva y comenzó a gritar que no lo abrazara.
—Parece que te despertaste de mal humor. —comentó Yamamoto. Aún así no lo soltó.
—Bah. No sé de qué mierdas me hablas. —protestó la tormenta. Con cariño, Takeshi revolvió sus cabellos. — ¡Déjame, joder!
— ¿Qué te parece si vamos a otro lado hoy? —preguntó la lluvia, inclinándose a Gokudera, lo suficiente para que el italiano sintiera su tibia respiración pegar sobre su mejilla.
— ¿De qué mierda hablas? ¿Por qué me volaría las clases contigo? —reprochó. —Además el Décimo está esperando por mí, no lo dejaré de lado.
Yamamoto frunció la boca, decepcionado por la respuesta. Quería estar un rato a solas con Gokudera, ver si podía hacer algún movimiento que los hiciera mucho más cercanos, abrirse una oportunidad para que volteara a verlo.
—Yo que quería hablar de lo de la fiesta a Tsuna. —suspiró Yamamoto, aunque era una mentira. — ¿Debería hablarlo con el bebé entonces? —Gokudera alzó una ceja, sin comprender. —Ya sabes, como guardián de Tsuna, creo que sería bueno hablarlo con la mano derecha primero. —y dio una de sus usuales sonrisas.
La cara de Gokudera se iluminó, por más que intentó ocultar toda la felicidad que las palabras contrarias habían causado en él. Takeshi estaba a punto de recargarse más en él, de manera casual, para hacer más ameno el abrazo, cuando su mano fue retirada por completo, sosteniéndola en alto con una fuerza que lo hizo compungir la cara con dolor.
— ¡Hibari! —Gokudera dio unos pasos atrás, sorprendido de que estuviera ahí.
—No es demasiado tarde para mí. —dijo Kyoya. Takeshi se soltó de golpe, más que sorprendido estaba comenzando a molestarse por su presencia.
— ¿De qué hablan ustedes dos?
—Los sentimientos del herbívoro rebelde.... —Hibari hizo una pausa, alternando la mirada de Yamamoto a Gokudera— son correspondidos. Así que no tienes más que hacer aquí, Yamamoto Takeshi.
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Me debes un favor.
FanficMaldita sea, ¿qué tan jodido estaba? Se había enamorado del guardián de la Nube, el que nunca se ataba a nadie: Hibari Kyoya. * * [1859]