Parte 9

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Hibari dejó reposar la cabeza sobre sus brazos, estirando las piernas, adoptando una posición que él consideraba cómoda para dormir. No quería pensar en nada, pero todo indicaba que su cerebro tenía otros planes para él y seguramente lo torturaría hasta el final de sus días. Odiaba esa sensación, porque le hacía sentirse inferior, le hacía creer que alguien lo podía mancillar y eso no estaba permitido.

Se dio vuelta de lado, quedando sobre su brazo izquierdo y bajando el otro, por más que cerraba los ojos y buscaba relajarse las imágenes que vio en el futuro, se lo impedían. Tantos eran sus pensamientos que no escuchó la puerta abrirse detrás de él, hasta que los pasos y su sentido de defensa lo alertaron.

Poniéndose de pie de un saltó, sacó rápidamente las tonfas y adquirió una posición de combate. No obstante solo se encontró con un sorprendido Yamamoto, que llevaba el guante de beisbol en su mano.

—Lo siento, Hibari, no quise despertarte. —sonrió restándole importancia. —Bateé muy duro la pelota y terminó cayendo hasta acá. —se explicó, metiéndose más a la azotea, buscando algo por el suelo.

El Guardián de la Nube lo observó en silencio, relajando su posición.

— ¡Ah, ahí está! —dijo Yamamoto, mostrándola después de levantarla. —Me iré entonces, Hibari. Descansa.

Kyoya lo miró feo, sin embargo, de nuevo las imágenes del futuro se aglomeraron en su cabeza. Una en especial. Yamamoto llorando en silencio.

—A ti te gusta el herbívoro rebelde, ¿no? —preguntó a secas Hibari, deteniendo el paso de Yamamoto justo antes de que pudiera salir.

Yamamoto se volteó a él con expresión confusa, haciendo un gesto que irritó a Hibari. ¿Debería golpearlo? Sí, seguro que debería.

— ¿Hablas de Gokudera? —cuestionó Yamamoto, siendo el único "rebelde" que podría encajar en esa descripción. La mirada de Hibari le afirmó su pregunta. A veces Yamamoto se preguntaba porqué Hibari se negaba a dar un asentamiento con la cabeza al menos, era difícil leer sus expresiones; bueno, para las demás personas.

— ¿Te gusta?

—Sí, es un gran amigo. —sonrió, usual como siempre, sin dejar ver sus sentimientos. — ¿Necesitas algo con Gokudera?

Hibari decidió ignorar su pregunta. —Pues haz algo con eso. —reclamó como si Yamamoto fuera el culpable de todos sus males. Takeshi alzó una ceja, sin comprender. —Ese herbívoro me ha estado fastidiando con sus sentimientos todo este tiempo, si estás enamorado de él deberías poder quitármelo de encima.

La pelota pasó cerca de la mejilla de Hibari que ni siquiera se inmutó, la expresión corporal del otro le hizo notar en instantes que Yamamoto se encontraba enojado.

— ¿Qué crees que son los sentimientos de Gokudera? —reprochó Yamamoto, seco.

—Una molestia.

— ¡Entonces recházalo apropiadamente! —exigió Takeshi. — ¡Deja de crearle falsas ilusiones acerca de que pueden llegar a ser algo! ¡Gokudera ya te ha dicho sus sentimientos, ahora es tú obligación decirle que los correspondes o no!

Hubo un silencio, Hibari le dio la espalda a Yamamoto, dando por entendido que la conversación concluyó.

—Los sentimientos de Gokudera no son una molestia. —dijo Yamamoto, tomando la pelota de nueva cuenta. Hibari observó hacía abajo, en dirección a él. —Es muy triste que pienses eso.

—No es de tu incumbencia.

—Sé que Gokudera puede ser ruidoso, quizás un poco molesto cuando se trata de su devoción a Tsuna. —suspiró Yamamoto al recordar todos los desplantes del mitad italiano. —Pero... hay un chico increíble dentro de él, tú no has podido verlo, pero yo sí. Gokudera se preocupa por todos nosotros, nos considera su familia, que él haya podido decirte lo que siente, debió requerirle mucho valor.

Me debes un favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora