Parte 3

421 60 11
                                    

—Ya te dije que no es nada. —murmuró Gokudera. Yamamoto se saltó su entrenamiento y decidió que era buena idea acompañarlo a casa. — ¿Por qué estás tan preocupado, freak del beisbol? —reprochó, girándose a él.

Yamamoto desvió la mirada por unos segundos, aunque luego contestó. — ¡Porque somos amigos! —alzó un dedo, remarcando se hecho. Gokudera chasqueó la lengua, dándole una sonrisa arrogante; al parecer no era motivo suficiente. — ¡Además si no me dices, le diré al niño y a Tsuna que estás ocultando algo! —completó con una risa al final.

— ¡Eso es trampa, bastardo!

— ¡Iré corriendo a decirles!

— ¡Te mandaré a volar, idiota! —gritó corriendo detrás de él, la casa de su Décimo no estaba más que a tres cuadras de ahí dado que lo acababan de pasar a dejar. — ¡Detente, Yamamoto! —le tomó del suéter azul marino, jadeando por la corrida, estaban a unas cuantas casa de Tsuna.

—Haha. Me atrapaste. —sonrió.

—No puedes preocupar al Décimo con cosas sin sentido. —reprochó, sacando una dinamita. — ¿Quieres que te meta esto por la boca, idiota?

— ¡C-Calma, Gokudera! —pidió nervioso.

—Estás aquí. —comentó una voz detrás de ellos, la del Guardián de la Nube. Ambos se giraron a él, sorprendidos de que estuviera aquí.

— ¡T-Tengo que ir con Gokudera-kun para advertirle! —gritó Tsuna saliendo de su casa. — ¡Hibari-san quién sabe que vaya a... hacerle...! —se detuvo a escasos pasos de ellos, poniendo los ojos en blanco, ¿por qué Yamamoto y Gokudera seguían ahí?

— ¿Ibas a hacer algo, Tsunayoshi Sawada? —preguntó Hibari, afilando la mirada en su dirección.

— ¡HIIIIIII! ¡NADA EN ABSOLUTO! —soltó un chillido, yéndose a la velocidad de la luz en sentido contrario hasta perderse por completo.

— ¡Décimo! —Gokudera estaba a punto de seguirlo, cuando fue detenido por Kyoya, tomándolo del brazo. — ¿Q-Qué...?

—Tengo hablar contigo, herbívoro.

Yamamoto se quedó mirando la escena en absoluto silencio, centrándose sobre todo en el agarre que Hibari mantenía sobre la tormenta. Quería quitarlo lo más pronto posible.

—Yo no tengo nada que decirte. —contestó Gokudera, agachando la mirada.

La Lluvia frunció la boca. ¿Por qué no lo miraba? ¿Sería por qué sus mejillas se habían coloreado al igual que sus orejas de un adorable rojo?

—Andando. —ordenó Hibari, jalándolo.

—Yo...

—Espera, Hibari. Él no quiere ir contigo. —sonrió Yamamoto, poniendo su mano encima de la del prefecto, haciendo presión para que lo soltara. No obstante, este no cedió. —Suéltalo.

—Yamamoto.

—Esto no es de tu incumbencia, Yamamoto Takeshi. —gruñó el prefecto. Yamamoto paso saliva, demonios, estaba enojado. Aún así, si Gokudera no quería ir con él, no podía obligarlo. —Suéltame antes de que te muerda hasta la muerte. —sacó una de sus tonfas, remarcando el hecho.

—Esta bien, Yamamoto. —balbuceó Gokudera, soltándose de los dos agarres. —Puedes adelantarte.

—Pero...

— ¡No le tengo miedo a este idiota! —reprochó Gokudera, volviendo a la defensiva, como siempre. Yamamoto suspiró, queriendo tomarlo de la mano y echarse a correr con él.

Cuando ambos comenzaron a avanzar, Yamamoto quitó la sonrisa diminuta de su rostro. Gokudera iba detrás de Hibari, murmurando varias cosas por lo bajo, el prefecto ni siquiera parecía prestarle atención en absoluto. No pudo evitar sentirse celoso, es que, ¿por qué Gokudera se había fijado entre todos en el guardián de la Nube? Él ni siquiera volteaba a ver la maravillosa persona que era Gokudera, tan adorable que daban ganas de protegerlo, al menos así lo sentía el beisbolista. Quizás era un cursi ridículo, pero no podía evitarlo.

Estaba enamorado de Gokudera Hayato.

.

.

.

Es cortito, pero quería asentar las bases del triángulo que se va a formar. Ya extrañaba hacer uno :3

Me debes un favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora