Parte 22

293 46 11
                                        

[Presente]

Dormir con Gokudera era placentero, le hacía despreocuparse por el temor de lo que pasaría en el futuro. Era relajante pensar que todo se trataba de un sueño y él no había sido tan estúpido para perderlo. Hayato se removía de vez en cuando, buscando el calor de su persona, recargando la cabeza cerca de la de Hibari o pasando despreocupadamente su mano por encima de su cuero, en un abrazo suelto.

Recordó, sin poder evitarlo, como fue alejándolo de él, hasta el punto en el que habían llegado en el futuro, con Gokudera y Dino casándose.

Un día antes de la boda había ido con él, a su habitación en la mansión Vongola, en medio de la noche, buscando que no cometiera lo que él consideraba un error en ese momento.

— ¿Qué demonios haces aquí, bastardo? —preguntó Gokudera. Su rostro se mostraba agrio, feroz y su cuerpo estaba tenso, por completo a la defensiva.

Él se quedó callado, ¿qué podría decir? "Te amo, no te cases con él." Eso solo pondría más a la defensiva a Hayato, pensaría que estaba jugando con él, que seguía enamorado de Dino. Lo lastimó de maneras inimaginables, le rompió el corazón hasta hacerlo añicos, y esos pequeños pedazos en el suelo, siguieron siendo aplastados hasta dejar nada.

—Si no tienes nada que decirme, lárgate. —escupió, dándole la espalda.

Ya se lo había dicho con anterioridad, un "te quiero" se escapó en un murmullo mientras lo besaba con intensidad, acariciando cada parte de su cuerpo. No obstante, Gokudera no logró escucharlo porque lo había dicho demasiado bajo, no queriendo que el albino lo supiera. Hibari estúpidamente pensó que no lo merecía, que no era suficiente todo lo que Gokudera hizo por él.

Después de esa noche en la que ambos terminaron debajo de las cobijas, calentándose con sus cuerpos, no había hecho más que escupir al corazón de Hayato cuando se marchó sin más.

—Hayato. —le nombró, en un susurro. Gokudera apretó los puños, clavándose las uñas en su piel. Odiaba que lo nombrara así, odiaba que estuviera ahí y más odiaba que su sola presencia le hiciera dudar sobre lo que estaba a punto de hacer. —Estoy aquí.

— ¿Qué? —Gokudera volteó a verlo, desconcertado de sus palabras.

— ¿No es suficiente? —barbulló, clavándole la mirada.

Antes de llegar, Kyoya tuvo por la cabeza que ambos escaparían de esa mansión, Sawada Tsunayshi lo comprendería y hablaría con Dino. De ser necesario se llevaría a la fuerza a Gokudera, haciéndole ver que sus sentimientos no habían cambiado como él lo quería hacer ver, que aún lo amaba.

No obstante, al ver la expresión de Hayato, supo que eso jamás pasaría.

— ¿Es broma? —atinó a preguntar Gokudera, en su tono de voz comenzaba a predominar un enojo que no tardaría en explotar. —Dime que es broma antes de que ambos nos terminemos matando en esta habitación.

—Sé que te lastime.

—Oh, no. Hiciste más que eso, hiciste mucho más que eso. —Gokudera se puso de pie. — ¡Y por mucho tiempo no me importó que lo hicieras! Dejé que me rompieras el corazón, una y otra y otra vez. ¡Y te seguí amando a pesar de eso!

—Haya-

— ¡No uses mi nombre! ¡A partir de ahora, hasta mi muerte, te lo prohíbo! —gritó, con un enojo frío.

Hibari se quedó contemplándolo en silencio, esperando que se tranquilizara. Gokudera respiró hondo varias veces, no queriendo destrozar su habitación, no de nuevo. Ahí era donde Dino y él vivirían, lo acababan de remodelar juntos, con esa sonrisa tan increíble que le daba el rubio, que le hacía olvidar todo el dolor que una vez sintió. Con él pertenecía.

—Me esforcé, de verdad que lo hice. —suspiro Gokudera, mirando a Hibari. —Te amé como un maldito loco, y ni siquiera te importo.

—Lo sé. Por eso...

—No es mi culpa que tus sentimientos sean diferentes ahora. —cortó Hayato, sin una pizca de compasión. —Los míos comienzan a cambiar, y quiero que lo hagan. Estoy exhausto, Hibari. Estoy cansado de amarte. Sé que no soy bueno para ti y que tú no lo eres para mí, no quiero pasar toda mi vida intentando probar que estoy equivocado.

—Tú ya me has dado todo de ti. —Hibari quiso utilizar su nombre, pero la pared que puso Gokudera entre ellos, comenzaba a ser demasiado grande para escalarla. —Ahora deja que yo haga lo mismo. —pidió, acercándose a él.

Gokudera no retrocedió, dejó que Hibari tomara sus labios una vez más, que lo estrellara contra el escritorio donde antes de encontraba, dejó que devorara el último cariño que pudiera albergar en él. Y cuando él intentó ir más lejos, para unir sus cuerpos, Hayato lo detuvo a secas, echándolo para atrás de un empujón.

—Yo ya terminé con esto desde que acepté a Dino. —suspiró Hayato, arreglándose la ropa. — ¿Por qué ahora vienes con esto? ¿Qué estabas pensando en venir aquí? Ya no quiero tu lastima.

Hibari frunció las cejas, apretó los dientes, su corazón se contrajo por las palabras. ¿Cómo Hayato pudo soportar todo eso por tanto tiempo? La presión en el pecho era suficiente para morirte de tristeza. Quedarse ahí, contemplándolo con esa expresión arisca, cuando antes pudo ver sus facetas amables, le hacía darse cuanta lo estúpido que fue.

—Dime una sola razón por la que no pueda llevarte ahora mismo conmigo. —no había amenaza en su voz. Hayato lo supo de inmediato, solo quería algo, lo que fuera, para poder dejarlo ir.

Una sonrisa irónica se formó en su boca por unos segundos; que fácil se había rendido.

—Búscala por ti mismo. —escupió, ácido. —Yo ya no tengo porque darte nada.

Kyoya despertó con gotitas de sudor recorriendo su frente, no supo en que momento se quedó dormido recordando. Al ver al joven Hayato a su lado, puso una suave sonrisa en su rostro, acariciándole la cara con uno de sus dedos, se inclinó a él, depositando un beso en sus labios.

Quizás si no hubiera sido tan cobarde, quizás de haber escalado esa enorme pared entre ambos ese día, si entregarse por completo no le hubiese aterrado tanto, las cosas en el futuro serian diferentes. 

.

.Este capitulo esta chiquito, pero quería describir un poco de lo que pasó entre Hibari y Gokudera del futuro. 


Me debes un favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora