Trece

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Luego me dormí y al despertar bajé con sigilo, solo la lámpara estaba encendida, él estaba como en la postura de loto, con la espalda perfectamente recta, sin apoyarla contra el respaldo del sillón, sino que perpendicular, con el rostro en dirección a la puerta, los ojos cerrados y un palo en la mano.

A penas oírme se giró hacia mí sobresaltado.

- Tengo hambre, sed y quiero ir al baño. – Le hice saber antes de que me hiciera algo.

- Ok. – Dijo yo entré al baño y al salir él estaba esperando fuera de allí y me siguió hasta la cocina con el palo en la mano.

Tomé agua, me preparé un sándwich, lo llevé a la mesa y me sentía incómodo ya que él no cesaba de ponerme el ojo encima y de seguirme. Tomé asiento en la mesa, él también lo hizo, estiró las mangas de su sudadera hasta cubrir sus manos, puso los codos sobre la mesa y comenzó a morder los cueritos de sus dedos y sus uñas nerviosamente.

- No vuelvas a abrir la puerta, ¿me oyes?, así sea yo mismo el que toque intentando escapar de una jauría o tu padre que se esté muriendo de frío allí fuera. Es... es peligroso.

- ¿Cuándo llegará mi papi? – le pregunté, él se subió la manga, tal vez por costumbre, pero solo logró encontrarse con la marca en su brazo, la cual cubrió rápidamente, luego se golpeó a sí mismo con fuerza.

De pronto se escuchó que alguien introducía una llave en la puerta.

-Vete a tu cuarto. – me ordenó evidentemente tenso, luego, al no abrirse la puerta, se escuchó que golpeaban fuerte y rápidamente – A tu pieza, te dije. – Me miró enojado, pero pronto se escuchó una voz

-¡Graham, Abre! – Gritaba.

Era de papá y Graham cambió fugazmente su tensión en relajo e inmediatamente en preocupación y corrió a abrir quitando el seguro de la puerta.

-¿Qué carajo, Graham? – Preguntó entrando de golpe, iba a subir las escaleras, me pareció, pero me vio y caminó hacia mí y me abrazó. - ¿estás bien? – me preguntó, a lo que asentí. -¿Qué ha pasado? – Preguntó, yo iba a decir algo, pero Graham se me adelantó.

-Damon...

-¿por qué mierda hay sangre en la entrada? – preguntó, y Graham comenzó a llorar otra vez.

-Tenemos que irnos, Damon. Tenemos que irnos. – Gritaba desesperado.

- ¿Qué pasa? – preguntó soltándome y dirigiéndose hacia él.

- Me encontró, me encontró.

- ¿quién?

- Entró a la casa cuando el niño estaba solo. No se puede quedar aquí

- ¿Quién?

- Steven. – Dijo muy bajito y ocultándose en papá

- ¿te ha hecho algo?, ¿estás bien?

-Tienes que llevártelo, tu hijo no se puede quedar solo aquí.

- ¿Dónde lo voy a llevar? y menos a esta hora.

- A casa de tu hermana. – Dijo agarrando a papá desde ambas solapas de su chaqueta, siendo casi muy violento. – Llámala de una puta vez. – Gritó y luego siguió llorando.

Papá fue hasta el teléfono casi arrastrando el peso de Graham y llamó a mi tía, luego dejó a Graham sentado en el sillón bebiendo agüita con azúcar y subimos a guardar mis cosas, me preparó un pan y nos subimos los tres al auto.

Me despertaron cuando llegamos a casa de mi tía, ella les dio un café, me acostaron en un colchón en la habitación de mis primos y se fueron.

Mi tía me trato bien, me daba mucha comida y sopas, pero mis primos me parecían un tanto irritantes y desagradables por lo que peleábamos bastante y como no nos veíamos mucho, esos días no fueron muy fáciles, además, mi tía tenía un bebé pequeño que, siendo adorable, agradable y todo, se transformaba en una pesadilla gracias a su costumbre de llorar por la noche.

Yo todo lo que quería era hablar con mi mamá y verla, pero en aquel tiempo no había tanto acceso a teléfonos móviles por lo tanto no la podía llamar y tampoco existían las videollamadas ni nada de eso.

Me fueron a buscar el sábado por la tarde noche y cuando ya era bien tarde me llevaron a un lugar al que nunca había ida ido y me hicieron entrar, allí habían cajas y cajas con cosas, se veía todo desordenado, pregunté dónde estábamos y que cuando iríamos a la casa de Graham y me dijeron que nos habíamos cambiado de casa.

Este lugar era ciertamente más pequeño y feo, era un apartamento de un monoambiente, un baño y una sola habitación donde estaba la cama de ellos y la mía.

Por suerte al poco tiempo mamá salió del hospital y pude ir a quedarme con ella, papá me fue a dejar y se llevaron bien el tiempo que estuvo allí, bebieron café, conversaron y rieron, a mí me habría gustado que se quedara con nosotros, pero se fue.

Me gusta recordar ese tiempo en el que estuvimos juntos teniendo tiempo a solas, era mi última semana de vacaciones y ella, como no trabajaba por estar enferma estaba todo el día conmigo, lo recuerdo, pero me arrepiento de haber visto tanta tele y no estar tanto en verdad con ella, de no haberle ayudado a hacer el aseo, en ese tiempo me daba mucha pereza (aun lo hace), en síntesis, me arrepiento de no haber pasado más tiempo con ella.

Luego volví al colegio, me senté en el lugar de siempre, siempre me sentaba solo porque en ese tiempo yo era muy borde, muy malas pulgas y no tenía paciencia con nadie que me jodiera, pero el primer día llegó este chico nuevo, se sentó justo al lado mío, seguramente porque no me conocía de nada.

No me saludó ni nada, pero se notaba que estaba nervioso por la forma en que jugueteaba con sus dedos- una de las maestras era nueva, así que empezó a dar la lata de presentarnos cada uno de nosotros poniéndonos de pie y hablando de nuestras mierdas, él se llamaba Eduard, había llegado desde Framlingham, tartamudeó mucho, los chicos se rieron y él se sentó con su rostro casi tan rojo como su cabello. Sus ojos eran azules como los de papá, usaba lentes como Graham y además tenía una marca de nacimiento a un lado de un ojo.

De pronto comenzó a hablarme, yo planeaba ser cortante con él, pero me pareció indefenso, con esa tensión que tenía en el cuerpo, así me comporté acorde a lo que sentía, intentando hacerle sentir cómodo, así que seguimos conversando y nos llevamos bastante bien.

Cuando papá fue a buscar a mamá y a mí para llevarla al hospital, pensé que se seguirían llevando bien, pero yo la había cagado ya que le conté del cambio de casa, pero no de lo que había pasado y se enojó y discutieron, así que volvimos a lo de Graham.

El padrastro.  GramonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora