Bueno, Graham me caía bien, en ese tiempo era el tío Graham, el siempre jugaba conmigo y siempre jugábamos a lo que yo quería, era gracioso porque hacía unos efectos especiales increíbles, sabía hacer el sonido de la moto, algunos instrumentos musicales y un montón de animales, era el único adulto que me escuchaba, a veces ni papá ni mamá me prestaban tanta atención, usaba unas gafas gruesas y tenía la manía de acomodarse las y revolver el pelo de su flequillo y siempre miraba a mi papá, siempre que yo lo veía están observándolo. Una vez le pregunté que por qué lo miraba con esa cara y solo enrojeció y apartó la mirada.
Lo conocimos en diciembre de 1998 en una fiesta de final de año de la empresa en donde trabaja papá, ninguno de nosotros le había visto antes, tenía 26 años y acababa de conseguir el puesto, por ende recientemente se había mudado de ciudad y estaba solo, el tampoco conocia a nadie, así que solo se sentó en una banca al fondo, observando.
Él jamás se habría entrometido en nuestras vidas de no ser por aquella torpeza mía, un error, un momento que siempre maldecía.
Estaba con los otros niños jugando a la pelota cuando de pronto le pegué un pelotazo tan fuerte que le voló los lentes de la cara, los cuales se rompieron. Papá vió eso y prontamente se acercó hacia mí molesto.
Me dijo que había sido muy imprudente de mi parte y que debía disculparme con ese señor, que ahora deberíamos comprarle unos lentes nuevos.
La voz gruesa y aterradora que uso conmigo fue muy distinta al tono consumidor que uso con él y mucho muy distinta de la suave voz con la que Graham dijo que no pasaba nada, que había sido un accidente, un juego de niños.
Miraba sus anteojos aproblemado, seguramente pensando en como hacer para conseguir otros. Yo no sabía, pero como era su primer mes en el puesto no tenía dinero para comprarlos, pero aún así no le exigió a papá unos nuevos, dijo que de seguro encontraría la manera de arreglarlos, mientras sonreía tímido y capaz que avergonzado porque cuando te llega un pelotazo a veces no solo te duele, sino que te sientes públicamente humillado.
Mi papá le respondío que nada de eso, que nosotros nos íbamos a hacer responsables, que de hecho yo mismo los iba a acompañar.
Cuando mis viejos se enteraron que pasaría las fiestas solo, no dudaron en invitarle a mí casa a cenar, asunto de compasión y el espíritu de las fiestas, a demás nosotros tampoco teníamos parientes en la ciudad.
Lo único que pudo traernos de regalo fueron unas galletas que él mismo había horneado que aunque estaban ricas, en ese tiempo no me pareció la gran cosa, mas ahora me parece un detalle muy tierno.
Aún recuerdo el primer minuto del Año Nuevo de 1999 por algún motivo ellos fueron la primera persona a la que le dieron el abrazo, demoraron un mundo y se susurraron cosas, tal vez buenos deseos, tal vez maquinaban como librarse de mi mamá, no lo sé.
En aquel año todos temían que al llegar el 2000 se iba a acabar el mundo y el único mundo que se acabó fue el mío.
Hacía tiempo que papá no traía amigos a la casa y es que cuando eres grande ya no te queda mucho tiempo de verlos ni tienes excusa para conocer gente nueva, así que pronto se hicieron muy buenos amigos, eran muy cercanos, de hecho celebraron el cumpleaños 30 de papá y 27 de él juntos ya que ambos cumplían años en marzo.
Vino a mi cumpleaños y me regalo una casita pequeña, preciosa. Me dijo que había notado que en mi patio no había lugar para que vivieran las hadas, que dónde dormirían los duendes y cuánta criatura mágica se le ocurrió nombrar.
Yo no destruí su obsequio solamente porque no lo recordé ya que estaba en el patio, aunque ahora me alegra conservarla conmigo. A fin de cuentas tenía razón, en casa ya no había sitio para la magia.
Las cosas se comenzaron a desmoronar de poco, en ese tiempo las actitudes de mis padres me parecían muy normales, cuando papá llegaba, mamá subía a su cuarto a mirar televisión, el se quedaba en el living leyendo algún libro.
No sé si de a poco comenzaron a perderse los besos de bienvenida o nunca los hubo o simplemente se perdieron los besos, la cosa es que son contadas con una mano las veces en que los recuerdo que se hayan demostrado afecto de esa manera.
Luego comenzaron las peleas matrimoniales, a veces sus gritos me despertaban a media noche, cualquier excusa era buena para comenzar a pelear, a veces la basura, otras la limpieza del inhodoro, la ampolleta del baño, cualquier estupidez.
Luego a mamá se le empezó a meter en la cabeza que papá la engañaba, incluso una vez llamó a Graham exigiéndole que le contara la verdad.
-Deja de ser el alcahuete de Damon. - le dijo.
- Cálmate Justine. Él no me ha contado nada de eso. - respondió.
Pobre e ilusa de mi mami, preguntándole al mismísimo amante si es que su esposo la engañaba, aunque a decir verdad, Graham tampoco estaría mintiendo ya que no necesitaba que nadie se lo contara.
Aunque luego me enteré que lo de ellos comenzó mucho después.
Luego mamá lo echaba de casa, después volvía, la siguiente semana o el siguiente mes sucedía lo mismo.
Desde me habitación en el segundo piso podía observar que era Graham quién cada vez lo venía a buscar en el pequeño auto de ciudad que había logrado comprarse y que seguía pagando. Se estacionada a unos metros, las primeras veces se quedaba dentro del carro, luego lo esperaba de pie justo al lado, otras lo abrazaba y un día los vi acercar sus cabezas misteriosamente, ahora sé que lo que ví era un beso, pero fue mejor no haberme percatado de aquello en ese instante.
Papá estaba cada vez menos en casa, cada día su rostro estaba más demacrado y triste, ojos hinchados con ojeras, bolsas, pero siempre reservaba una sonrisa para mí, y eso me hacía sentí que verme le hacía feliz y eso me alegraba un mundo. Jugábamos fútbol en el patio y me abrazaba suspirando, me miraba como tío Graham solía mirarlo a él.
Un día llegué del colegio y estaba todo desordenado, habían cosas tiradas y rotas, sobre todo las fotos familiares y esas fotos del día en que se casaron que a mí me parecían tan lindas.
Mamá lloraba en el suelo y yo asustado me acerqué a consolarle.
Le pregunté qué pasaba.
- Tu padre ha decidido, te ha abandonado para siempre, ese fue exactamente el momento en que mi pequeño corazón de niño se rompió en mil pedazos y me puse a llorar junto con mi mami, aunque ella lloraba de rabia y yo por una auténtica pena. Me acababa de enterar que mi papito ya no me quería.
Dejé que las horas pasaran, que llegara la noche con la esperanza de que mi papi llegara y me dijera que todo eso era mentira, una broma pesada de mi mami, pero eso no sucedió, así que esa noche me dormí llorando.
al siguiente día esperé que llamara, pero eso tampoco sucedió.
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El padrastro. Gramon
Fiksi PenggemarLa historia de como Graham arruinó mi vida. "Papá lloraba tan fuerte y se retorcía de tal modo que sentí un miedo y una pena terribles"