Diecinueve

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Llegó el nuevo año, y la soledad de las tardes en las que papá no estaba, el frío y todo lo de enero, tan solo sería una semana ya que yo debía volver prontamente a clases.

Estaba yo jugando con el perro cuando de pronto él se inquietó y comenzó a ladrar en dirección a la puerta, fui allí y había llegado una carta, la dejé cerca del teléfono y seguí en lo mío, llegó Graham, pero la misiva no era para él, era para papá, quien llegó tarde como siempre. Me saludó, besó a Graham que le avisó que había llegado correo, tomó el sobre y leyó su contenido.

Era una citación al juzgado, mis abuelos habían demandado a mi papá para que me quedara con ellos y no con él. Pude ver en su rostro preocupación, no me dijo nada, pero me mando a acostar a excusa de que ya era muy tarde, yo le hice caso, pero no me podía dormir así que me puse a espiarlo, lo conversó largamente con Graham quien lo abrazaba constantemente y le daba palabras de apoyo.

Otra vez todo ese asunto de ir y venir al tribunal, papá me fue a dejar y antes de bajar del auto me rogó que no le contara a nadie el asunto con Graham, que si alguien preguntaba le dijera que eran muy buenos amigos nada más.

Entré y otra vez lo mismo, hablar delante de una cámara y contestar preguntas, pero esta vez era otra mujer, una sala bastante parecida a la anterior, las mismas pregunta incómodas, qué si me habían tocado, pegado, gritado, maltratado y la verdad era que no, solo eso de que me quedaba solo en casa, ese era mi único problema, no sé por qué prefería no decir nada acerca de los del hombre que se quería llevar a Graham cuando yo me quedaba en la casa en la que se quedaba antes, podría haber dicho algo, pero no me preguntaron nada de eso.

Luego vinieron las audiencias con el juez, ahí me enteré de cómo iba todo el asunto, pasa que alguien había visto eso que tanto trataban de ocultar, bueno, el papá de mi mamá los vio besándose, ahora alegaba eso que decía mamá, que eran unos pervertidos y podían hacerme algo.

Recuerdo la declaración de papá, negó todo con una frialdad tremenda, incluso yo me pregunté si quién hablaba era mi propio padre, me recordaba a mis recurrentes sueños en los que él no era él, si no un impostor, que él era mucha gente, que desaparecía, que me dejaba, que había otra gente haciéndose pasar por él, que se quitaba la máscara y al final era otra persona, esas pesadillas me hacían despertar siempre inquieto.

Yo estaba muy harto de todo, pasa que a pesar de odiar a Graham y tener la idea de que si se iba de nuestras vidas todo iba a mejorar, la verdad es que ya me había echo a la idea de que papá jamás se separaría de él, que ya era una parte de nuestras vidas, que, aunque indeseable y molesta, ya era permanente y, lo más importante, yo no tenía mucha relación con mis abuelos, casi que los conocía de vista o sabía de ellos por algún paquete que enviaban a casa, alguna llamada ocasional o alguna tarjeta, pero nunca venían, mi abuelo, cuando trabajaba era un empresario, le iba bien, pero laburaba mucho ni él ni mi abuela tenían mucho tiempo para asuntos familiares, no venían a mi cumpleaños, no celebraban navidad ni venían para año nuevo ni nada. Así que estaba muy molesto por todo esto, el juicio fue algo largo, por la distancia entre audiencia y audiencia, pasó enero y febrero, si mi vida no estuviera lo suficientemente jodida, llegó el día de san Valentín.

Vaya fecha de mierda.

Ese día fui al colegio y estaba todo ese ambiente asqueroso de corazones, chocolates, regalos y tarjetas. Obviamente que a mí no me llegó nada porque yo era un auténtico antisocial molesto en ese entonces, incluso ahora lo soy. A Ed si que le llegó algo de parte de una compañera que estaba obsesivamente enamorada de él. La jornada alegremente llegó a su fin, yo terminé de guardar mis cosas cuando todos ya se habían ido porque lo hice con desgano. Mi amigo me esperó.

- Feliz día. – me dijo, y yo le miré extrañado. – es que hoy es el día del amor y la amistad y tú y yo somos amigos.

- Oh, es verdad. Qué descuidado soy. ¡Feliz día! – le dije con una sonrisa

- Te-te-te tengo un regalo.

- Oh, ¿y qué es? – dije ciertamente emocionado, a pesar de que yo no le había llevado nada.

- Cie- cie- cierra los ojos. – me pidió y yo accedí a eso, sentí que dejó algo sobre la mesa.

- ¿Listo?, ¿Ahora? – Pregunté todavía entusiasmado.

- A-a-a-un no. Todavía falta algo. – me dijo, dentro de mi mente podía ver la expresión de su cara, siempre hacía muecas y caras raras cuando se trababa al tratamudear.

- ¿ya?

- S-s-s-solo c-c-c-cállate un rato. – me dijo , así que cerré el pico. Entonces sentí su mano entre mi cuello y mi nuca, escuché su respiración poco fluida, como a saltos, a pausas incluso pude sentir el aire que salía de su nariz, no sabía de que se trataba todo eso, pero no me sentía incómodo hasta que por fin me besó en los labios.

Yo nunca había besado a nadie ni me había gustado nadie, ni nada por el estilo, yo no era ni soy de ese tipo de persona, pero tenía la idea de que el primer beso debía ser algo especial con alguien especial y yo quería a Ed, pero no de ese modo, creo, y se me vinieron a la cabeza imágenes de todo aquello que odiaba, el imbécil y asqueroso de Graham, de cómo papá se había vuelto gay y había engañado a mamá con él. Papá había tenido un amante, se había metido con un hombre, un hombre homosexual y rompe hogares se había entrometido en nuestras vidas, le había pegado la gripe a mamá y yo no era nada de eso, yo no quería ser nada de eso yo jamás iba a ser el amante de nadie, yo no quería destruir la vida de nadie.

Creo que mi mano se movió sola, creo que las palabras no las dije yo, pero le pegué un puñetazo en la cara que le hizo caer al suelo, digamos que el era más pequeño, más menudo que yo y más indefenso y usaba lentes ópticos y era mi amigo, pero yo lo golpeé tan fuerte, con tanta rabia e ira, de un segundo a otro él era la encarnación de todo lo que odiaba, entonces, como haciendo leña del árbol caído le dije cosas horribles de las que aún hoy me arrepiento.

El tenía su manita de músico en la mejilla que yo le había golpeado, se aguantó el dolos del puño bastante bien, incluso me pidió perdón por eso, pero las cosas que le dije fueron demasiado para él, pude ver la tristeza suprema de sus ojos y lo vi llorar, lo escuché llorar y aunque ni siquiera yo mismo podía yo mismo podía con la carga de verle así, aunque me doliera en el alma cada lágrima que caía por su rostro causándole escozor en la herida y la hinchazón que yo mismo le había ocasionado no pude hacer nada por él solo aparté la mirada incapaz de afrontar las consecuencias de mis propios actos y hui, salí corriendo, ni siquiera me llevé lo que me había dejado en la mesa, solo corrí con todas mis fuerzas hasta llegar al auto de Graham, al cual me sibí en silencio, con mucha culpa y odiándome a mí mismo

Na: ¿Ustedes también lloran cuando están escribiendo o cantando o en la ducha o acostados o mirando el principito?

Saludos especiales a soa matec/chipa que me hizo reír en plena lloración xD

El padrastro.  GramonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora