Todo terminó, la gente se fue, mamá quedó enterrada allí para siempre, mis abuelos nos invitaron a almorzar a su casa, papá muy apenado consultó si podía llevar a Graham ya que no hallaba qué hacer con él, la gente preguntaba por él y ellos defendían una amistad fuerte y de años, nunca dijeron la verdad, se notaban nerviosos ante cada pregunta, algunas más acertadas y punzantes que las otras, pero todas las respondían con relativo éxito.
Terminamos de comer, papá me ordenó ir al baño y nos fuimos con velocidad, al siguiente día era navidad, pero nadie estaba pensando en eso, supongo que nos habrían invitado a pasarla con ellos, pero nadie lo recordó, además, ¿qué habríamos hecho con Graham?, iba con nosotros conduciendo el auto y no tenía en qué regresar.
Llegamos a casa y todo era ensordecedoramente vacío, faltaba algo irreemplazable, se había ido alguien que jamás regresaría, era peor que cuando papá se había ido, era de noche, estaba oscuro, hacía frío, esta ciudad, dentro de todo, también puede ser miserable. Papá encendió las luces y Graham las del árbol de navidad y la estufa, ya todo carecía de significado alguno, pero el destellar de las lucecitas, así como el de la tele, eran excelentes distractores, esa gente del otro lado de la pantalla parecía tanto más feliz que nosotros, aunque ahora sé que eran todos, y siempre han sido, unos cocainómanos. Drogadictos, pero felices en apariencia, Graham nos sirvió el té y preparó unos emparedados que serían la improvisada cena y se despidió para irse a su casa.
-Quédate, mañana no hay trabajo- imploró papá.
- Si lo hay. Es viernes y los permisos se acaban hoy. – Tenía razón, a penas era jueves y aún me quedaba toda una vida por vivir, yo no sabía ni que día era, aunque a decir verdad ha pasado tanto tiempo que nada logro recordar bien.
- Ve a buscar tus cosas y vuelve más tarde, por favor. – volvió a rogar dándole un pequeño beso y mirándolo con cara de pena.
- No es apropiado. – susurró.
- No me dejes solo.
- Esta bien, voy y vuelvo – dijo.
Papá le entregó las llaves y me hizo prepararme para dormir.
- No quiero dormir solo, ¿puedo dormir en la cama de mamá contigo? – Papá aceptó y me fua a acostar allí, me hizo cariño y luego tuvo que bajar. Yo busqué el aroma de mamá incesantemente, pero ya casi ni estaba debido a que en la noche anterior allí habían dormido mis abuelos, es increíble como las cosas en verdad duran tan poco, lo encontré en un rinconcito y allí me dormí.
Desperté por el sonido de la alarma, papá estaba a mi lado y del otro lado Graham arrinconado, se levantaron de inmediato, papá me acarició y me pidió que siguiera durmiendo, al despertar estaba completamente solo en la helada casa, tendría todo el día para llorar, pensé. Me levanté a penas y para mi sorpresa papá estaba allí, sentado en el sillón con un tazón en la mano y mirando a la nada, me senté a su lado.
-Hola, ¿cómo amaneciste? – me saludó.
- Pensé ibas a trabajar.
– Vuelvo la próxima semana. – contestó y luego me sirvió el desayuno, un emparedado de almuerzo y nos dedicamos más que todo a mirar tele.
Graham llegó más tarde cargado de bolsas,
-Ni te imaginas como estaban de repletos los supermercados y todas las tiendas, una auténtica locura. – Dijo con una sonrisa que no concordaba con los ánimos generales que quitó de inmediato, luego se afanó en preparar la cena, puso un par de regalos bajo el árbol y trabajó de aquí para allá.
Nos sentamos todos a la mesa puntuales y el intentó decir algo, pero simplemente juntó sus manos y cerró sus ojos – Eh, gracias. – Dijo y comenzamos a comer.
A pesar de todo su esfuerzo esta era la cena de navidad más mierda de todas, la comida estaba buena, la comimos con agrado, pero bastaba con ver el rostro de papá, yo sentía que me habían quitado el alma, porque nada me hacía sonreír y Graham comía con su cabeza apoyada en una mano. Al menos lo intentó, supongo.
A penas terminamos alguien tocó el timbre.
-No tengo ganas de escuchar villancicos. – Dijo papá, pero Graham abrió de todos modos.
-Te buscan. – Me dijo. Me acerqué y allí estaba Ed con un regalito pequeño en la mano.
- Te quiero como amigo. – Me dijo mientras me abrazaba.
-Gracias. – le contesté devolviéndole el gesto. "Ja,Ja,Ja, ¿cómo más me va a querer si no es como amigo?", reí para mis adentros. Su medre le dijo que se apresurara, nos despedimos, se fue y luego de eso nos fuimos a dormir, yo con papá y Graham en mi habitación.
Al otro día abrimos los regalos, Graham le dio un desodorante a papá, a mí una figura de acción, le agradecí a pesar de que yo pensaba que ya no estaba en edad de jugar a aquello, el presente de Ed era un chocolatito con un dibujito muy doblado y luego papá me entregó otro paquetito.
- Lo encontré entre las cosas de tu madre. – me dijo, lo abrí y era una agenda, un regalo totalmente soso y aburrido si viniese de cualquiera, pero esta era prácticamente la última señal de vida que obtenía de mi mami. Hojeé con cuidado y en una página había un mensaje.
"Querido Hijo,
Que tengas una muy feliz navidad y un próspero año nuevo, decidí comprarte una agenda porque este es un hito importante, finaliza un siglo y un milenio, espero que el tercer milenio solo nos traiga cosas buenas.
Te quiero Hoy y te querré siempre, cada día.
Con cariño y mucho amor,
Mamá."
Decía, lo leí y me puse a llorar, no había pasado ni una semana y dolía como nada en la vida, papá me abrazó con fuerza y yo cerré mis ojos.
El domingo fue pesado y triste como cualquier otro y el lunes por fin estuve solo, tan solo como para llorar a gusto y llorar con ganas y con más pena a causa de mi soledad y mi pérdida, me levantaba tarde, comía, lloraba hasta quedarme dormido y así seguía hasta que llegaba Graham a cuidar de mí como usualmente hacía, Papá le rogó que abandonara su departamento argumentándole el asunto del pago del arriendo y se viniera a vivir con nosotros a lo que él aceptó, supongo que ya no había nada más que hacer, no era la primera vez que se cambiaba de casa y mamá ya ni siquiera estaba para molestarse.
Con el paso de los días la pena parecía no querer terminar nunca entre la soledad, Graham y Papá aún siempre trabajando para pagar lo que aún adeudaba al hospital por un muerto.
Llegó por fin el 31, todos estaba expectantes entre el fin del mundo y el comienzo de un nuevo milenio, cómo si eso significara algo, como si eso nos fuese a cambiar la vida para mejos.
Graham me preguntó si yo estaba interesado en ir a ver los fuegos artificiales, le dije que sí, así que el acuerdo era que el y yo iríamos temprano y esperaríamos a papá en un lugar previamente acordado, habíamos llevado frutas, galletas, frituras y golosinas para comer, yo esta un poco aburrido porque había pasado mucho tiempo y el espectáculo me parecía muy fome y papá no llegaba nunca, Graham me sostenía todo el tiempo de la mano, de pronto ya faltaba un minuto, la gente, ya un poco ebria oía la cuenta regresiva con ansias y de papá nada, tal vez a casa su hubiese alcanzado a llegar, pero no sabia si estaría aquí a tiempo como para que Graham no fuera la única persona a quien darle un abrazo. Pero él mismo fue quien dio veces y agitó su mano porque fue el primero en verlo.
- ¡Damon!, ¡Damon! – gritaba y papá corrió hacia nosotros, se puso de cuclillas y con ayuda de Graham me subí a sus hombros justo a tiempo para el cero, beso una de mis manos que sujetaba para que yo no cayera mientras el primer destello de luz surcaba el cielo, luego Graham se acercó y le dio un besito finalmente nos quedamos hipnotizados mirando los fuegos artificiales, parecía que el jolgorio tenía reservado un poco de alegría para todos, incluso para nosotros.
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El padrastro. Gramon
FanfictionLa historia de como Graham arruinó mi vida. "Papá lloraba tan fuerte y se retorcía de tal modo que sentí un miedo y una pena terribles"