¿Una Simple Compañera?

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Al llegar a casa de Emir, Alanna quedo inmensamente sorprendida, era un lugar enorme, tenía un jardín precioso, era una construcción de tres pisos, con ventanas gigantes que probablemente iluminaban de maravilla la casa.

- Bueno eso para nada lo esperaba- dijo en voz baja, mientras sus ojos paseaban por todo el lugar.

Entraron y los recibió en la puerta la señora que Alanna había visto hablar con él en la cafetería. Eso la confundió pero decidió que después si le era posible investigaría.

- Buenas tardes joven, no sabía que traería visitas- dijo mientras les sonreía a las chicas- pero ahorita mismo les preparo algo rico para comer.

- No te preocupes, tomate tu tiempo, primero nos organizaremos y luego ya comemos.- le decía mientras ponía su brazo alrededor de sus hombros- porque seguro que los monstruos ya vinieron a atacar tu cocina y se terminaron todo lo que tenías preparado.

¿Monstruos?- pensó Alanna y dirigió su mirada a Emir, quien no la estaba observando.

- Las señoritas llegaron hace algunas horas y es probable que ya estén tomando una siesta después de lo poco que comieron- dijo en evidente tono sarcástico y con una sonrisa.

"¡Tiene hermanas!, eso tampoco lo esperaba, bueno técnicamente no sé que estaba esperando" - y sonrió ligeramente para que nadie se percatara.

- Sí, eso pensé, bueno estaremos en el cuarto que está junto a la alberca, tú no te molestes en llevarnos nada, ahorita yo las mando a ellas - sonrió y miró ligeramente en dirección a ellas.

Alanna lo miró con falsa molestia que estropeo porque no pudo contener una sonrisa.

Verlo actuar con tanta amabilidad, ligereza, pero con muchísimo respeto, hacia que fuera más difícil reprimir los sentimientos que estaban surgiendo por él.

Llegaron al cuarto, que prácticamente era una gran sala de estar, discutieron un tiempo sobre la mejor organización para hacer las tareas, después empezaron a acomodar las cosas y antes de comenzar, él fue a recoger la comida.

- Tienes que explicarme a qué se debe tu actitud tan malhumorada- le dijo Mera justo cuando el chico abandonó el cuarto.

- ¿Queee? me ofendes- fingió indignación ante la acusación.

- No entiendo porque te esfuerzas para apartarlo a menos que...- la miraba con los ojos entrecerrados y una sutil sonrisa.

- A menos que, ¿que? - giro los ojos - Ridícula.

- Si bueno, finge todo lo que quieras, de igual forma yo ya obtuve mi respuesta- dijo orgullosa.

Alanna ya no fue capaz de contestar porque el chico entró a la habitación, acompañado de un joven que traía una bandeja con las bebidas, mientras él traía la comida.

Trabajaron aproximadamente 4 horas y terminaron tres de los cinco trabajos por equipo que tenían que entregar.

Mera decidió irse por su cuenta a casa, Alanna estaba segura que lo había hecho a propósito, para dejarlos solos.

"Definitivamente mañana la voy a matar o bueno, mejor después de terminar los trabajos"

Justo antes de irse, en la entrada se encontraron con una pequeña niña, a lo que Alanna percibio no tenía más de 6 años, era pequeña, muy esbelta, su pelo era largo y tan rojo como el fuego.

- Hola, tú no eres Marla ¿Quién eres?- dijo con gran inocencia.

"Odio la facilidad que tienen los niños para expresarse" pensó Alanna sumamente incómoda.

Emir se tomó la cabeza con una mano, mientras la movía negando y con una sonrisa nerviosa.

- Es una compañera de la escuela, su nombre es Alanna, te pido de favor que te vayas a hacer la tarea y dejes de meterte en asuntos que no te corresponden- le dijo con tono severo.

Compañera!.. o sea no pudo llamarme amiga" - pensó molesta

- Tú nombre es muy bonito - dijo con una sonrisa ignorando completamente a su hermano- El mio es Marian.

- Muchas gracias Marian, el tuyo también lo es- le sonrió y dedicó un guiño cómplice.

- ¡Adiós Gusano!, ve a hacer tu tarea, no tardó en regresar y la voy a revisar o quizá sea mamá quien llegue antes.

Su hermana abrió mucho los ojos, corrió y entró al cuarto que estaba a la derecha al final del pasillo, que por lo poco que Alanna había visto, era un cuarto de estudio.

- Lo siento, a esa edad son un dolor de cabeza y tan difíciles de controlar, ahora si vámonos.- no la miro a los ojos.

- ¿Qué?, no, yo puedo irme sola.

- No seas ridícula, no está tan cerca para que vayas caminando hasta tu departamento, además ya está oscuro y tampoco permitiré que tomes un taxi- la miro por unos segundos y después giró la cabeza- si quieres puedo dejarte en la esquina más cercana, por si lo que te preocupa es que tu novio te vea conmigo.

- No es eso, te lo prometo...- su respiración estaba aumentando tenía que controlarse o podía decir algo que no debía - solo que no quiero causar una molestia, o sea tu ya estas en tu casa, no quiero hacer que salgas.

- Tus pretextos son cada día peores, pero no te preocupes, no voy a forzarte a nada, no mendigare tu amistad ni... nada más, solo quiero llevarte a casa- al decir lo último bajo el rostro.

No supo qué contestar, sintió una combinación de emociones, pero la más fuerte era tristeza, por pensar que podía haberlo lastimado al hacerlo a un lado.

Al no recibir una respuesta, él continuó

- Entiendo la posición en la que te encuentras, tu novio me odia y yo a él, así que es lógico que quien estorba soy yo- se aclaró la garganta para poder continuar- fui egoísta al principio, por pensar solo en lo que yo quería, pero ahora te entiendo.

Alanna por fin tuvo el valor de levantar el rostro y buscar la mirada de Emir.

- Al principio pensé que sería capaz de lidiar con ese conflicto que existe entre ustedes, pero hoy ya no estoy tan segura- se sentía como una completa farsante por estar escondiendo la realidad, pero sabía que eso empeoraría todo - De verdad espero que podamos convivir más en el futuro, solo justo ahora... es complicado.

- Esta bien, yo de momento solo te pido que me dejes llevarte a tu casa, dejes de ser tan necia y que cuando trabajemos por favor... te rías de mis bromas- le dijo con una sonrisa y la empujo ligeramente con el costado de su cuerpo.

- Bueno, ya veremos que se puede hacer con eso de las bromas, fingir no es lo mio.

Se miraron con una sonrisa sincera, ambos sabían que disfrutaban su compañia.

A Alanna le sorprendía mucho la capacidad que él tenía para comprender las situaciones, que siempre intentaba ponerse en su lugar y además buscar una solución donde ambos estuvieran cómodos.

En el coche, ella volvió a sentirse tensa, en ocasiones sentía que no iba a tener la capacidad de contener el constante impulso que tenía de verlo, le gustaba observar la forma en que su ojos cambiaban dependiendo el clima o el momento del día, por las noches no brillaban tanto como lo hacían de día.

– ¿Entonces?– dijo interrumpiendo los pensamientos de Alanna.

– Mierda ¿entonces que?, ¿de que me está hablando?, ¿se habrá dado cuenta que estuve observandolo por un momento?.–  pensaba nerviosa

– Si no me contestas rapido, me pasaré el lugar donde puedo estacionarme, allí en la esquina.

– Ah, está bien en mi departamento, no hay problema de verdad– no volteo a verlo porque era seguro que estaba sonrojada.

Esta ocasión se despidieron con un rápido beso en la mejilla.

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