—Adiós mami —le beso la mejilla.
—Adiós querida que la pases bien.
Me bajo del auto y camino a pasos apresurados hacia la entrada del colegio. Encuentro el aula que me toca, que es Historia. Entro, mi presencia hace que todos tomen su atención en mí.
—Señorita, —habla el profesor— ha llegado tarde.
No lo sabia
—Sí, si lo sé, lo siento mucho —me disculpo.
—Si no fuera una alumna nueva, la hubiera dejado fuera del aula —dice con mucha autoridad—, se puede sentar con el señor Gray.
—Gracias, le juro que no volverá a pasar —me volteo para ver mi asiento y mi compañero.
Frunco el ceño al ver a todos con pareja, vuelo a mirar a mirar al profesor.
—Señor Gray levante la mano, por favor —espeta el profesor.
Aparece una mano detrás de la cabeza de un chico. Caminé hacia la mano alzada. Cuando llego veo a mi compañero cabizbajo.
—Señor Gray, ya puede bajar la mano. —mi compañero hace caso y la baja— Bueno, continuemos. A cada grupo les daré una página. Las paginas las sacaré del libro de Historia que ustedes tienen, con la página que les toque harán un resumen de lo que ustedes entendieron y le harán preguntas a su compañero o compañera, para la próxima clase van a exponer la opinión de cada uno, —hizo una pausa para mirar a cada uno—ahora a trabajar.
Saqué mi libro y mi cuaderno y algunos lápices para apuntar. Veo al profesor pasando por cada grupo diciéndoles sus páginas. Miro a mi compañero, lo primero que me llega a la mente es levantarlo, si el profesor lo ve lo regañará.
Le toco el hombro, pero no se mueve, le vuelvo hacer, pero no hace ningún movimiento. ¿Y si está muerto?, hay personas que se mueren dormidas. Le toco el hombro por tercera vez y se levanta automáticamente.
No puede ser.
Era él.
—No te quiero volver a ver —sus palabras me llegan rápido a la mente.
Al verme también se sorprende.
—Esto debe de ser una broma —murmura. Se pone una mano en la nuca y se a rasca.
—Ustedes son el grupo siete, pagi... ¿Señorita?
Volteo rápidamente. Por estar mirando a mi sexy compañero no me había dado cuenta cuando el profesor se acercó a nosotros.
—Sí, ¿Diga? —vuelvo a la tierra.
—Les estoy diciendo que su página es la 550.
—Está bien —le sonrío.
—¿Cuál es su nombre señorita?
—¿Eh? —mi mente se desorienta ante la pregunta.
—¿Usted habla otro idioma que no sea el español? Porque yo hablo muy bien el español.
¿Pero qué le pasa a este profesor? ¿Se levantó con el pie izquierdo?
—Me llamo Grace Gardener.
—Señor Gray, espero que oriente a la señorita Gardener, —mira a mi compañero— creo que está un poco despistada.
¡¿Qué?!
El profesor me mira por última vez y se va para dirigirse a otra pareja.
—Creo que no le caigo bien —digo para mí.
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Gael Gray ©
RomanceDicen que las estrellas no brillan sin oscuridad, pero nunca fui una estrella sino la oscuridad que llegó hasta ella, que sí era una.