Gael Gray
Donde todo comenzó...
Cinco años antes...
—¡No corras Gael! — me grita Jean.
La brisa me daba en el rostro, estoy sonriendo a pesar de que el sudor me estaba entrando a los ojos. Jean venia detrás de mi.
Era una locura y un peligro ir donde esta Alton y mi padre, aunque todo esto fue idea de Jean.
—¡No dizque que querrías venir! —le grito devuelta.
—¡Si, pero ve a un ritmo decente!
No le hice caso y seguí hasta la casa donde habitaba Alton, el líder de la pandilla donde trabaja mi padre.
Mi padre y el padre de Jean son mejores amigos desde pequeños junto a Alton. Juntos crearon una pandilla llamada triple x. ¿Cómo sé esto? Simplemente iba a las reuniones de mi padre que se formaban siempre en la casa de Alton, allí escuchaba lo que hacían, veía como usaban pistolas, algo llamado drogas que no sabia que era, también algo llamado trafico de armas. Sabia que lo que trabaja mi padre era ilegal ya que lo mencionaban en la televisión, y mi mamá decía que eran cosas malas. Aunque tampoco entendía porque mi padre lo hacia sabiendo que eran malas.
Mis hermanos no saben lo que hace mi padre, este secreto lo guardo junto a Jean mi mejor amigo.
—Esta es —digo. Nos escabullimos en un arbusto que estaba al lado de una ventana.
—¿Quién subirá esta vez? —pregunta Jean.
—Oye, no seas tramposo, obvio que me toca a mi. La otra vez vigilé yo y tu escuchabas.
—Claro que no.
—Oh vamos Je... Agarra la escalera.
Me hace caso y juntos agarramos la escalera, la colocamos donde esta la ventana de la oficina de Alton que siempre esta abierta.
Subo despacio la escalera sin hacer ningún ruido.
—Vigila, di la señal si ves a un guardia —le digo.
—Si, si, si. Sube de una buena vez.
Llego al lado de la ventana, observo desde un lado que no me puedan ver. Al mirar veo a mi padre sentado en el mueble que tiene Alton de piel de tigre—según escuchaba que tenia—, Alton estaba sentado en su silla habitual detrás del escritorio. Estaba de espalda hacia a mi.
—Alton, llevo aquí hace 10 minutos y todavía no me has dicho ese algo urgente que querías contarme —habla mi padre—, Aingeal se va a preocupar si no me encuentra allá.
Alton apaga su cigarrillo y la deposita en la basura.
—Me enamoré Rafael —habla al fin.
Ese comentario hizo que mi padre se sorprendiera, luego frunzo el ceño sin entender.
—Rafael...
Se ríe. Mi padre lo interrumpe con su risa sarcástica esa que sabia hacer, única de él. Siempre la he querido imitar pero no me salía como a él.
—No es gracioso Rafa —Alton le dice con su voz algo gruesa y toda de hombre.
—Ay Alton, no me digas que es de verdad.
—Si, lo es. Me enamoré de Eva.
Pude sentir lo tenso que se puso mi padre al escuchar ese nombre.
—¿No estarás diciendo la esposa de Juan, cierto?
—Esa mismita —se levanta de la silla para sentarse al lado de mi padre. Se miran fijamente.
—La mamá de Jean, Alton. ¿Qué te pasa? —mi padre lo mira con el ceño fruncido.
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Gael Gray ©
RomantikDicen que las estrellas no brillan sin oscuridad, pero nunca fui una estrella sino la oscuridad que llegó hasta ella, que sí era una.