Después de concluir las clases salgo de la escuela, lo primero que ven mis ojos es a Yael y a Gael abrazados.
Estoy demasiada confundida, realmente parecen una pareja.
Camino hacia otro lado para evitarlos. Hoy he estado algo cansada —no estoy durmiendo lo suficiente estos días—lo lamentable es que hoy tendré que coger el bus para irme a mi casa porque mi madre no vendrá a buscarme por motivos del trabajo.
— ¡Grace! —escucho la voz de Yael llamarme. Ella y su hermano venían hacia a mi.
—¿Que pasa Yael?
—Quiero que vengas hoy a mi casa para que conozcas a nuestros padres —sonríe.
La miro con un poco de confusión.
—Si no quieres ir no te preocupes, no harás mucha falta como sea —comenta Gael escogiendose de hombros. Yael le da un discreto golpe en el brazo y este rodea los ojos.
—Mis padres te quieren conocer, Jael y yo le hemos hablado de ti.
—Esta bien, no hay...
Yael hace un grito de entusiasmo y me abraza. Mientras Gael hace un gesto de desprecio.
—Yael nos tenemos que ir.
Al momento de Gael decir eso, su hermana deja de abrazarme.
—¿Como te vas? —se dirige hacia a mi.
—Me iré en bus
—¡¿Qué?! No, Gael y yo te llevaremos.
—¡Qué! —espeta Gael— No la llevaré.
No me sorprenden sus hermosas palabras.
—Bueno, si no la llevas no iré contigo y la acompañaré hasta su casa.
Los dos se miran a los ojos. Es como una pelea de miradas, ¿Quién ganará? ¿Gael o Yael?
—Esta bien —dice sin más. Su hermana se le lanza encima y lo besa en la mejilla. Gael la abraza sin dejar de mirarme mal.
En el transcurro del viaje Yael hablaba sobre cómo le fue en las vacaciones y a las personas que conoció, entre tanto Gael y yo nos manteníamos en silencio. Ocasionalmente miraba a Gael desde el retrovisor, permanecía serio —tampoco es que lo haya visto sonriendo, bueno, creo que solamente lo hace cuando está con Yael—, de pronto veo sus ojos mirarme por un segundo, antes de yo retirar la mirada al retrovisor él lo hace primero.
Quiero saber porqué él es así.
Llegando a mi casa me despido de Yael y me desmonto del carro. Abro la puerta y entro.
—¿¡Mamá!? —voceo para saber si estaba.
—¡Ya voy! —escucho su grito como respuesta.
Camino a la cocina por algo de beber, estar en el carro de Gael me ha dejado sedienta. Me sirvo un poco de coca cola en un vaso y voy a la sala. Mi madre ya estaba ahí con una vestimenta elegante, vestido negro cóctel, tacones altos del mismo color, muy bien maquillada y su cabello suelto.
—¿A dónde vamos? —digo divertidamente.
Se ríe exagerado— ¿Vamos? Eso suena a manada cariño.
Ahora me rio yo.
—En serio, ¿A dónde vas tan arreglada?
—Me invitaron a salir, así que no me esperes querida...
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Gael Gray ©
RomansDicen que las estrellas no brillan sin oscuridad, pero nunca fui una estrella sino la oscuridad que llegó hasta ella, que sí era una.