Prefacio

61 7 0
                                        

Portland, Orégon.

—¡Cumpleaños feliz, te deseamos a ti, cumpleaños Grayson, que los cumplas feliz! —cantaron al unísono.

Me encanta que siempre recuerden mi cumpleaños.

—Gracias mami, gracias papi, gracias hermanos.

Yael viene hacia a mí y me deposita un beso en la mejilla.

—Espero que hoy lo pases súper bien, hermanito —dice.

—Hey, ya son 10 hermano, ya puedes salir conmigo y mis amigos —habla Kael.

Jael se ríe —No, todavía le falta.

—Oye, no seas antipático Jael —le digo.

—¿Yo antipático? —me agarra desde el cuello y me hace su llave en la garganta haciendo que se me dificulte respirar. Jael era más fuerte que yo y eso me molestaba, siempre usaba su fuerza contra mí.

—Oigan chicos, dejen el juego de manos —opina nuestra madre, Jael me suelta de inmediato corriendo hacia ella para abrazarla desde la cintura.

Él siempre hace eso para hacerse el inocente.

—Kael, Jael, Yael y Grayson vayan al auto, iremos al parque de diversiones.

—¡Si! —gritamos mis hermanos y yo.

Kael, Jael y yo hicimos una carrera hasta el carro de nuestro padre. Como siempre, Kael ganaba porque era el más rápido, luego yo de segundo y de tercero Jael.

—Volví a ganar —dice Kael con una sonrisa.

—Volviste hacer trampa

Jael constantemente ha sido competitivo y no le ha gustado perder una carrera.

—Ash, niños —habla Yael llegando hasta nosotros—, no sé cuál es la necesidad de hacer una carrera.

Yael es la única chica entre nosotros y la más privilegiada de la familia por eso.

—¿Listos niños? —nuestro padre llega hasta nosotros acompañado con nuestra madre.

— ¡Si, señor! —Kael habla de forma militar.

Mi padre saca las llaves y presiona un botón para quitar el seguro al coche para que podamos entrar.

En todo el camino cantábamos canciones en inglés.

Varios minutos después llegamos al parque de diversiones.

—Aingeal, a las 10:30 los vengo a buscar.

—¿No vendrás con nosotros, amor?

—No, tengo cosas que hacer en el trabajo.

—De acuerdo, que te vaya bien —mi madre lo besa en la mejilla—, despídanse de su padre niños.

—Adiós papá —decimos al mismo tiempo mis hermanos y yo saliendo del coche. Mi mamá es la última que sale.

Oaks Park, uno de los mejores parques de Portland. Entramos al parque de diversiones, pero antes, mi mamá tenía que pagar los boletos para poder subir a los juegos.

—Niños, vayan a jugar, pero no vayan a los juegos extremos, recuerden que están muy pequeños para subir a esos, Kael cuida de tus hermanos.

El parque de diversiones no era tan grande para perdernos. Kael, Jael y Yael, corrieron hasta su juego favorito, que era los toboganes grandes y largos.

—Grayson, ¿Por qué no vas con tus hermanos? —me pregunta al verme a su lado.

—No me dejan subir, todavía soy pequeño —señalo el tobogán donde están mis hermanos.

—Ay, amor —se agacha para quedar a mi altura.

Mi mamá tiene los mejores colores de ojos cafés que había visto, tenía el cabello largo hasta la cintura de color castaño y muy brilloso, su piel era bronceada por el sol pero siempre la mantenía hidratada, algunos familiares decían que había un parentesco entre ella y yo.

—¿Querrás acompañar a tu mami a comprar palomitas?

Asiento sonriendo.

Estábamos haciendo la fila para comprar las palomitas, hasta que veo una niña llorando al lado de la máquina de helados.

—Mami, esa niña está llorando —le toco el brazo para que preste atención y le señalo a dirección donde se encontraba la niña.

—Ve con ella, y pregúntale que tiene.

—¿Qué? No la conozco, ¿Y si me habla mal?

Mi mamá se ríe —Te aseguro que no lo hará. Ve Grayson— me da un empujoncito en la espalda.

Le hago caso y voy hacia ella.

—Niña —la toco, pero no me mira-, oye niña.

Esta vez me mira y veo sus ojos. Eran unos ojos azulados con un efecto rojizo por estar llorando, tenía la nariz Celestial, cabello de color marrón, ondulado y corto, su piel era demasiada blanca, sus labios son pequeños con un color rosado, era de estatura pequeña, yo era más grande que ella.

—Disculpa, te vi llorando y ...

Se seca las lágrimas con su brazo.

—Un niño chocó conmigo e hizo que se me cayera mi helado favorito —señala el cono con una bola de helado de chispas de chocolate derritiéndose en el piso— y ni siquiera me pidió perdón.

—Si quieres te compro uno

Me mira con brillos en sus ojos.

—¿De verdad? —asentí.

—Espera, vengo en un rato, no te muevas.

Corrí donde había dejado a mi mamá, cuando la veo ya había comprado las palomitas.

—Mami, necesito dinero

—¿Y eso? —pregunta con curiosidad.

—Le quiero comprar un helado a la niña.

Mi mamá sonríe, y me da dinero de más.

Corro hasta donde había dejado a la niña, pero no estaba ahí. Miro a todos lados. Hasta que la encontré en el área de peluches. Me acerqué a donde ella.

—Mira qué lindo peluche— habla cuando llego a su lado. Señala un peluche mediano de color blanco con ojos negro, que llevaba un lazo azul por el cuello. Era muy bonito.

La miré. —de verdad quiere ese peluche—Observo a el hombre que está vendiendo los peluches.

—Señor, quiero ese peluche —digo al ver que ya terminó de venderle un peluche a una pareja. El chico ve el peluche que veo y lo agarra.

—Son 10 dólares niño.

Le entrego el dinero y él me da el peluche. La niña al ver el peluche en mis manos sonríe mostrando sus dientes.

—Esto es tuyo —se lo entrego y ella lo abraza— Vamos a comprar los helados —ella abre más los ojos y asiente muy emocionada.

Compro dos helados de chispa de chocolate. Le entrego el suyo.

—¿Cómo te llamas? —pregunta.

—Grayson

Se me acerca y me da un beso de media luna en mis labios. Al ella hacer eso sentí una corriente eléctrica en mi cuerpo.

—Gracias Grayson, soy Grace.

—D-e, de nada —tartamudee. Ella sonríe por mi expresión.

—Lo llamaré Chispas —dice refiriéndose al peluche.

De pronto llega una mujer hasta nosotros.

—Grace, te estaba buscando, no te vuelvas a escapar así —la mujer no nota mi existencia, la agarra del brazo y se la lleva. Grace voltea la cara y me da una última mirada. La veo irse y sé que en el fondo de mi corazón nunca la voy a olvidar.

Jamás en la vida voy a olvidar su nombre.

Gael Gray ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora