OCHO (+18)

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look and stare so deep in your eyes
I touch on you more and more every time
When you leave I'm beggin you not to go

Call your name two, three times in a row...

Natasha pintó sus labios de un rosado muy tenue y sonrió satisfecha con el resultado de sus horas frente al espejo. Para el día con Steve había elegido unos vaqueros deslavados y un suéter rosa bajo su cardigan beige, además de unas zapatillas cómodas, porque no tenía idea de a donde planeaba llevarla el rubio.

Puntualmente, a la una de la tarde un par de golpes sonaron en su puerta y caminó con rapidez hasta el recibidor, donde se detuvo unos pasos antes de la entrada, para inhalar, exhalar y sacudir las palmas, que repentinamente estaban húmedas por los nervios. Se regaño mentalmente por emocionarse como una chiquilla y cuando estuvo más relajada, abrió la puerta con una sonrisa coqueta.

Steve estaba recostado contra la pared frente a ella, sosteniendo un ramo de rosas rojas en una mano, mientras la otra la ocultaba en el bolsillo de su casaca de cuero. Cuando subió la vista para encontrarse con la de Natasha, ésta sintió que en automático sus bragas se mojaron. Maldito fuera ese hombre sensual que le veía con diversión, seguramente adivinando lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Mamá dice que todo caballero debe llegar a una cita con un ramo de flores...

—¿Es una cita?— Preguntó Nat, provocándolo— Pensé que iríamos a comer helado, aunque el clima estos días es muy frío...

—Lo siento, fue la primer excusa que se me ocurrió para volver a verte, quizá debí decir café.

Natasha sonrió traviesamente y después mordió su labio, acercándose al rubio para tomarlo por las solapas de su chaqueta de cuero y comenzar en reversa el camino de regreso a su flat, halándolo para que lo siguiera.

—No tienes que buscar excusas para verme— Le dijo una vez cerró tras ellos. La pelirroja empujó a Steve contra la puerta presionándolo con su cuerpo contra la superficie de madera— ¿Quieres hacer algo más divertido que comer helado?

—No tienes que decirlo dos veces, guapa— Dijo con una sonrisa socarrona, pero antes de alcanzar a besarla, la mujer se apartó, arrebatándole el bouquet de la mano y dejándolo con un problema dentro de sus pantalones oscuros.

Steve acomodó lo mejor que pudo su miembro para evitar la molestia y siguió el camino que había tomado Natasha, observando a su paso la decoración minimalista en el apartamento en el cual dominaban los tonos negro, blanco, dorado y gris. Por los anillos que llevaba cuando la conoció, imaginó que estaba casada con un tipo acaudalado, pero viendo el lugar y la vista que tenía, era más que obvio que gozaba de todas las comodidades.

F O R B I D D E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora