UNO (+18)

6.2K 256 88
                                        

❋

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Puedo
Puedo llenarte de besos
Puedo bajarte hasta el cielo

Si tú me lo pides...

Al llegar al hotel en el que Rogers se estaba hospedando hasta recibir su departamento en remodelación, inmediatamente acudieron al elevador, donde ella acortó la distancia, halándole por las solapas de su saco.

—Antes de subir, debo cerciorarme de que al menos besas decentemente— Sentenció ella, con la mirada fija en los labios masculinos.

Steve presionó el botón rojo en el tablero, para detener el ascensor. Luego introdujo una de sus manos al interior del abrigo de la mujer para alcanzar su pequeña cintura y llevó la otra hacia su espalda para atraerla a él e invadir su boca con un beso caliente y apasionado. Nat gimió en medio del beso a la vez que sintió la intrusión de la lengua de ese extraño, que comenzó una batalla por el control.

Necesitaba más y parecía que él leyó sus pensamientos, pues pronto la mano que la mantenía pegada al pecho del hombre se deslizó hasta acariciar con delicadeza su glúteo izquierdo, el cual masajeó con parsimonia, como si contara con todo el tiempo del mundo. La pelirroja sintió sobre su vientre la creciente erección de Steve y se removió más contra él para provocarle, haciendo que éste emitiera un gruñido y mordiera su labio inferior.

Él rompió el contacto íntimo, para bajar hasta su cuello y depositar besos de mariposa por el lugar.

—Aunque me gustaría subir tu vestido y tomarte ahora mismo contra la pared de metal, estamos siendo observados... ¿Quieres terminar el camino y subir a mi habitación? ¿o soy un pésimo besador?— Propuso.

En el calor del momento, Natasha quiso decirle que no importaba en lo más mínimo. Que la sola idea de que otros la vieran y le desearan, le hacía excitarse aún más... Quería que le destrozara las bragas, la volteara para pegarla contra el frío metal y después de levantar su vestido entrara en ella de golpe y sin miramientos; pero se limitó a morder su labio con fuerza para no dejar salir las palabras.

—Creo que es suficiente— Natasha gimió, al sentir como mordía la suave piel de su cuello.

—Entonces subimos.

Rogers estiró su mano sobre la pared metálica y a tientas encontró el botón prominente en el tablero, que volvió a presionar para que el elevador siguiera su curso hasta uno de los últimos pisos.

—Te haré mía de todas las formas posibles, estás a tiempo de marcharte si no es lo que quieres.

La pelirroja rió y bajó su mano hasta encontrarse directamente con la erección que palpitaba a través de la tela. Él tomó su mano para hacerla subir y bajar por toda la longitud de su miembro, que había estado desatendido todo el momento.

F O R B I D D E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora