QUINCE (+18)

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Do we need somebody just to feel like we're alright?
Is the only reason you're holding me tonight,
'Cause we're scared to be lonely?

Natasha se limitó a ver a James dormir, desde el sofá en la esquina de la habitación. En otro tiempo hubiese estado deshecha, a un costado de su cama acariciando sus cabellos castaños con preocupación, esperando a que despertara.

Ahora se sentía fuera de lugar. No era que los sentimientos por ese hombre se hubiesen esfumado de la noche a la mañana, pero todo era muy diferente; se sentía ajena a esa fotografía e incluso incómoda. Quizá era porque Steve estaba frente a ella, viéndola fijamente mientras los padres de James rememoraban historias de la infancia de Bucky y Stevie.

Y no podía escuchar, tampoco levantar la vista para ver a esos ojos azules que sabía que esperaban aunque fuera una mirada...

—Señor y Señora Barnes, ¿Porque no van a descansar? Natasha y yo podemos esperar a que Becca y su esposo lleguen por la mañana— Sugirió Steve.

—Nat linda... ¿Estás de acuerdo con eso? No queremos presionarte, si no deseas estar aquí...

—Estaremos bien. Steve y yo pasaremos algunas horas hablando de todas esas aventuras que nunca me contaron... vayan a descansar, han pasado demasiadas horas esperando. Solo resta esperar a que despierte, James estará como nuevo al amanecer.

La señora colocó su mano sobre la de Natasha, acariciándola con el pulgar con lástima. ¿Era lástima? Luego la mayor se levantó y alcanzó dos frazadas y un par de almohadas para dejarlas sobre la mesa de rueditas multiusos.

—Igual intenten dormir un poco, Steve hijo, cuida a este par... algún día tienen que darme nietos.

El rubio sonrió amargamente y asintió antes de recibir un par de besos en la mejilla de parte de la que siempre fue como su segunda madre, o una tía con la cual correr cuando había hecho rabiar a su mamá y sabía que corría peligro. George Barnes le dio un par de palmaditas en la espalda y le agradeció por estar ahí acompañándoles, luego los vio desaparecer por la puerta y entonces el silencio reinó un largo rato.

—Lo siento, Steve, pero no puedo...— Dijo de pronto Natasha, saliendo al pasillo y cerrando la puerta tras ella. Él la siguió hasta llegar al final del corredor, donde había un gran ventanal que mostraba parte de la ciudad, no era la mejor vista, pero la pelirroja no estaba ahí para apreciaciones.

—¿Qué quieres hacer, Natasha? Realmente.

—Correr.

F O R B I D D E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora