Capítulo 30 || Regreso al Instituto.

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_______P.O.V

 Posteriormente de tomar una pastilla para el dolor de cabeza —causado por llorar gran parte del día— fui a la cama, últimamente el insomnio era mi compañero innato y si quería recuperarme debía dormir una cantidad adecuada de horas. Sólo me lancé fatigosamente sobre la cama, no me cambié de ropa ya que estoy en pijama y mis ánimos han ido sucumbiendo, no soy ni el rastro de la chica arrogante y sin temor a nada, ahora soy algo tan adverso y cada noche me martirizo intentando pensar como lo hacía antes, pero el optimismo no aparece por ningún lado, estoy a punto de poner anuncios en las cajas de leche o en las calles  con la frase: «SE BUSCA, OPTIMISMO PERDIDO, SI ALGUIEN LO ENCUENTRA POR FAVOR COMUNICARSE CON ____ LERMAN». 

Y por primera vez en casi una semana pude descansar, aunque no como solía hacerlo habitualmente, hubo algunas interrupciones mínimas pero me sentí bastante satisfecha con el hecho de poder dormir siquiera una hora.

Dentro de momentos inmersos en agonía y soledad pasaron dos días, así que ya es viernes y pretendo volver a clases, de hecho, ya estoy lista, y he verificado muchas veces que ni una sola marca se deje ver. Utilizaría mi mejor excusa y también mi mejor sonrisa, últimamente mi vida se basa en mentiras, éstas ocultan y llenan aquellos espacios vacíos y hacen que se vuelva un ciclo tedioso y con un final premeditado. Mi apariencia era completamente normal, ni siquiera lograba demostrar el punzante y doloroso sentimiento que experimentaba, pero aquellas marcas interiores son aún más dolorosas que las físicas y también, más difíciles de curar. Vestía un top sin mangas color blanco, pantalones negros, zapatillas negras y un collar. Este día me maquillé bastante, jamás utilizo demasiado maquillaje, porque maquillaje es equivalente a ser superficial, y eso es exactamente lo que quiero lograr, que nadie note lo desmejorada que me encuentro.

Una de las cosas que me tienen algo impaciente, es el hecho de que ya soy novia de Andy y me alarma lo que puedan decir de nosotros, y no entiendo porque me preocupa si solía decir que la opinión de los demás no interesaba, pero como anteriormente mencioné, estoy destruida.

Caminé hacia la puerta y antes de salir tomé una gran bocanada de aire, la liberé pesadamente y salí de casa. Sin mi hermano sentía un vacío, pero debía resistir, me prometí no volver a la debilidad y no desistiré.

El claxon de un auto rojo me hizo dar un respingo, al mismo tiempo que me hacía desatender mis pensamientos. Miré con un poco de desconcierto y pude notar que se trataba de Cassie, mi mejor amiga.

—¡___! Joder, tía, ¿Por qué no respondías mis llamadas?, me tenías preocupadísima—exclamó alterada desde el interior del auto.

—Yo también te extrañaba, Cass—rodé los ojos y sonreí.

—Sube de una jodida vez y me contarás todo.

—Tu natural ternura me recibe de una manera tan abrasadora—dije  con ironía y reí con desgano.

Subí a su auto y me acomodé en el asiento del copiloto, poniendo mis pies sobre uno de los elementos propios de este.

—Eh, tía—dijo Cass—cuida tu confianza—señaló mis pies.

Sonreí inocente y ella devolvió aquel acto, se acomodó en su asiento y condujo hacia el instituto.

—Cass, ¿Desde cuándo tienes coche? —pregunté algo enmarañada.

—En una semana pueden pasar muchas cosas—sonrió mirando al frente.

El tiempo restante transcurrió en silencio, exceptuando por un par de malas palabras por parte de Cassie cuando el conductor del auto trasero hacía sonar su claxon para apresurar la marcha de mi amiga. Sin más preámbulo llegamos al Instituto, pero con un leve retraso, porque como mencioné, mi amiga tuvo unas pequeñas contrariedades con la conducción del vehículo.

El reto: 365 días en California →  Andy Biersack {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora