Capítulo 32 || Explicaciones.

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_____ P.O.V
El frío aire de la mañana golpeó abruptamente mi rostro.  Debía juntarme con Oliver, lo tenía más que claro, además, eso fue un impedimento para que mi buen dormir se concretara.

Él especificó el lugar, pero no la hora, intenté llamarle en el transcurso de la noche y una fracción de la mañana, pero no contestó. Mi preocupación aumentó considerablemente, pero comencé a recordar a qué hora nos encontrábamos cuando éramos novios, llegué a un recuerdo algo recóndito pero certero. 11:00 am, la hora en que nos reuníamos para charlar.

Mientras caminaba y a la vez recordaba, tragué con un sabor amargo, aquellos recuerdos dolían un poco, pensar en el gran cambio que sufrió aquel chico que en un principio se comportaba tan dulcemente y luego cambio tan repentinamente. Intenté quitar todas esas memorias, y sin un gran esfuerzo lo logré.

Pronto estaba sentada en un húmedo banco de madera, intentando aplacar el frío. Comenzaba a impacientarme, miraba el reloj de mi móvil repetidas veces, y él no aparecía. Juguetee echando vapor de mi boca, exhalaba con fuerza y veía aquel vapor desaparecer de a poco. Me encontraba concentrada, repitiendo aquella acción para evitar aburrirme demasiado.

Oí que la madera del viejo banco se removía, di un respingo al ver a Oliver, sostenía un cigarrillo.
Al ver mi reacción, más bien, mi expresión, esbozó una sonrisa burlona y exhalo humo en mi cara, mal hecho, mi queridísimo Sykes.

— ¿Por qué me has hecho venir? —Me atreví a preguntar. 

Mi voz se oía algo aguda debido al frío. Su expresión se transformó a una más seria.

— ¿Gustas? —Ofreció el contenido de una caja de Marlboro, ignorando completamente mi interrogante.
Negué rápidamente.

—Siempre has sido una niña buena— Rió con desgano y guardó el paquete en su bolsillo trasero—. Recordaste la hora—sonrió triste.
No dije nada. Hubieron unos minutos de silencio donde no me atreví a preguntar nada, el sólo le daba profundas caladas a su cigarrillo, el cual ya estaba por terminarse. Finalmente el desagradable humo que emanaba de aquel objeto cesó. 


—Tu padre es un idiota—Soltó de repente.
Estuve inmóvil un par de segundos, procesando lo que él formuló. ¿Realmente dijo aquello? Por un largo lapso pensé que él estaba de acuerdo con todo esto, pero al parecer no.

— ¿Por qué dices eso? —Intenté sonar firme, para no revelar el temor que había en mí.
Él rió profundamente.

—Y todavía lo preguntas—negó con la cabeza—. Ya debes conocer al idiota de los disfraces, y también debes haber notado la similitud de apellidos entre él y yo, supongo que no eres tan idiota, perrita—sonrió burlón—. Como ya sabes es mi padre, y está involucrado en la jodida mafia de tu padre, aunque no lo creas eso también me ha arruinado a mi-sus ojos resplandecieron un poco y su tono de voz se transformó a uno más débil—Y necesito...-hizo una pausa y cerró sus ojos-que me escuches, por favor.


Al oír sus suplicas sentí que el corazón se desbordaba en mi pecho, aún conservaba su ternura, a pesar de tenerla bajo una dura coraza. Un nudo en mi garganta se formaba lentamente, casi sin mi voluntad.

—Sabes que a veces me siento jodidamente mal, por tratarte como a una basura, y no creas que soy inconsecuente con mis palabras, pero es algo que debo hacer-esbozó una sonrisa amarga— Yo estoy enamorado de ti, siempre lo estuve, pero... —apretó sus puños con fuerza—tu padre descubrió nuestra relación y amenazó con matar a mi padre y a toda mi familia-inhaló y exhalo-no sé, si lo hice por acojonado, o por idiota, pero me arrepiento, aunque sé que es tarde. Mi intención nunca fue dañarte, entre más temía tu padre me obligaba a más, a veces debía hacer cosas en tu contra y me dolía como un jodido cuchillo clavado en mi pecho, y créeme que sé cómo esa sensación gracias tu padre. Perdón por intentar golpearte, por llamarte perrita y todas esas porquerías-concluyó con la voz algo temblorosa.


Me sentía algo desconcertada y algo mareada, fueron demasiadas revelaciones para un lapso temporal tan reducido. 
¿Mi padre realmente era un mafioso?, ¿Estoy tan ciega que no puedo ver cómo es?, y lo peor ¿Acaso Oliver aún me quería? Esas preguntas eran parte de lo que rondaba mi mente. Unos minutos intenté responder esas preguntas con lo confesado anteriormente. 

—Oliver...

—No tengas lástima de mi, sé que lo amas a él—me cortó—. No quiero tus abrazos, ni tampoco jodidos lo siento. Sólo hice esto porque ya no soportaba más que me tuvieras como un gilipollas.

Nuevamente estaba atónita, ya debo parecer idiota —y probablemente atrayendo moscas a mi abierta boca—, él realmente aprendió a ser alguien duro. 

No sabía que responder, su última frase me dejó sin palabras.

—Agradezco tu sinceridad—formulé temerosa.

—Ya dije que no necesito nada de ti, nada más que tu perdón.

—Mi perdón ya lo tienes, jamás te guardé rencor, aunque tú...

—Ya, sólo quería oír eso—hizo interrupción nuevamente—. Ahora puedes ser feliz con Biersack, casaros y tener muchos hijitos, pero no me pidas que mis celos desaparezcan, ya sabes la razón.

—No necesito tu autorización para ser feliz—contesté fría, su tono altanero me hartaba.
Él tomó la cajetilla y encendió un cigarrillo. Se puso de pié y limpio las cenizas que el anterior cigarrillo dejó en su ropa.
Con una de sus manos apretó mi mejilla, tal como lo hacen las abuelas, y sí es algo realmente molesto.

—No eres ruda, perrita—sonrió y esta vez ese apodo no me molestó mucho—Y por cierto, ten cuidado—dijo y se fue, dejándome allí, completamente desconcertada.

Minutos después emprendí rumbo a casa y allí me preparé para dormir. Pronto Morfeo me tenía entre sus brazos.

El día Domingo estuve acostada y con pijama todo el día. Ashley vino para hablar conmigo y contarme que era novia de Logan, me alegro por ellos dos.

Ya al otro día, me levanté con la pesadez de un día lunes, realicé todo lo necesario, con cierto grado de retraso gracias a dormir «5 minutos más», que en realidad fueron 20. Corrí por las calles, mi bolso incomodaba mi andar pero era una molestia soportable. 

El timbre sonó justo cuando crucé el umbral de la puerta, Andy se acercó para saludar con un beso, el cual correspondí.
— ¿Qué tal tu fin de semana, amor? —Preguntó risueño.

—Pues, no... —Un grito por parte de Cassie me interrumpió.

— ¡Eh, príncipe negro! Que esta vez les serviré de carruaje—me soltó del agarre de Andy, y nos tomó apresuradamente del brazo.

—Mueve ese trasero ____, aunque por ese volumen tal vez sea difícil—Rió Cass.

— ¿Por qué corremos como si cabeza de melón viniera tras nosotros? —Preguntó Andy, al mismo tiempo que chocó alumno de gafas—Lo siento—Gritó arrepentido aunque probablemente no logró escucharlo debido a la velocidad con que corríamos.

—Sólo corran, antes de que aparezca el viejo Reagan, ¿Vale?

Asentí y en unos segundos estábamos en el aula.

—Esperen y verán—sonrió y caminó al puesto del profesor. Se puso sobre la mesa y comenzó a hablar.

— ¡Eh, Barbies, putas, unicornios, princesos, damitas y caballeras! Tengo un jodido anuncio que darles—Sonrió con malicia.
Todos nos mirábamos desconcertados pero atentos al anuncio.
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Hey<3 ¡Feliz Navidad! Estoy a tiempo aún faltan unos minutos para mañana (en Chile) las adoro, espero lo hayan pasado muy bien<3 Aquí el nuevo capítulo, y creo que es casi oficial que todo termina pronto:( ¡Ay, joder! ¿Qué haré con mi vida? :((
Tengo una pregunta para ustedes, y que espero que respondan o no subiré nada >:( No es mentira eso último, pero ¿Cómo creen que termine la novela? Espero respuestas de todo tipo, ya saben, divertidas, muy trágicas, optimistas, sólo tengo curiosidad de saber. 
Gracias por su apoyo, ily<3

  

El reto: 365 días en California →  Andy Biersack {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora