Capítulo 9.

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                            Capítulo 9.

             "Engaños a la orden del día".

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En mi no tan extensa vida había experimentado vivencias incómodas, pero jamás alguna de ellas se relacionó con mi vida amorosa como la situación a la que me enfrentaba justo ahora. Luego de sincerarme con Niek y contarle de mi beso con Andy un prolongado silencio incómodo inundó nuestro cuarto; por mi parte, me sentía moralmente sucia, ambos nos habíamos defraudado y ninguno tenía derecho a reprochar al otro porque ambos estábamos marcados con el estigma del engaño.

—Niek, en estos momentos me siento como la misma mierda—reí secamente—, pero realmente no sé qué decir. Se siente muy mal ser engañada, pero también me siento pésimo por engañarte. Créeme cariño, eres lo más importante de mi vida, nadie jamás me ha importado como tú y no quiero que por esta no tan pequeña intervención lo nuestro cambie. Anhelo un futuro contigo, en ese futuro tú estás sosteniendo a nuestro pequeño hijo mientras yo cargo a una pequeña bebé—resoplé avergonzada—, podré sonar ridícula, pero es lo que siento; te amo, y nada cambiará eso. Creo que debemos dejar esto pasar, porque es de humanos cometer errores, pero lo bueno está en que podemos remediarlos.

Una gran sonrisa se extendió desde los labios de Niek, aquella sonrisa que tanto me hacía sentir y la cual me tenía jodidamente enamorada y hablando estupideces como una adolescente. Él me abrazó e inspiró mi perfumé, se separó de mí para depositar un casto beso sobre mi frente.

—Te amo también, pequeña. Todo lo que has dicho es cierto—se rascó la nuca—, y creo que además de olvidarlo debemos hablar con las personas que se involucran en ello, para cortar cualquier rollo que se pudiese haber formado. No me malinterpretes, no hablo de ir para insultarles, sino que para dejar en claro que nos tenemos el uno al otro y que fue un simple error.

Asentí y me acerqué a él para besarlo en los labios. Me senté en sus piernas y le di cortos besos por todo su rostro, hasta llegar a su cuello.

—Hey—se quejó e hizo un mohín.

Me reí estruendosamente y le lancé un beso por los aires.

—Iré a hablar justo ahora con Andy, para salir y arreglar las cosas esta misma tarde.

Me miró y una sonrisa extraña se emplazó en su rostro.

—Vale, entonces yo iré a hablar con Juliet—se levantó de la cama y se dispuso a abrir el clóset.

Cerré la puerta del cuarto, e inmediatamente los nervios invadieron mi temeroso ser. Mi ritmo cardíaco se encontraba acelerado y mi respiración irregular; Andy no se encontraba cerca, pero pensarle producía en mí los mismos efectos que tenerle frente a frente e impactar con sus profundos ojos azules. El camino a su cuarto parecía ser eterno, probablemente porque nuevamente me sentía como una adolescente, pero esta vez era en el mal sentido, debido a que estábamos hablando de mi jodido ex novio. Al bajar las escaleras, mis pasos se volvieron más lentos debido a que mi mente se hallaba viajando a mis encuentros con Andrew; recordaba su exquisito aroma varonil que hacía que mis entrañas se revolvieran sin una razón lógica, recordaba su mirada clavada en mí, aquella mirada con odio que le hacía ver aún más rudo.

Mi cuerpo chocó con otro de sexo masculino. No me había dado cuenta de que ya estaba en el salón y que había impactado contra el cuerpo de mi hermanita.

—Hey enana, ¿Por qué esa cara de enamorada? —preguntó divertido.

Enarqué mis cejas, escapando finalmente de aquel envolvente y extraño trance.

El reto: 365 días en California →  Andy Biersack {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora