CAPÍTULO SIN EDICIÓN
***Cinco años más tarde...
Cassie hacia una reverencia ante el importante público para el que había bailado esa noche. Los aplausos resonaban en todo el auditorio y las rosas caían a su alrededor. Era su sueño, lo estaba cumpliendo y no podía ser más feliz. Se empeñó por debutar en la danza clásica y se había dado a conocer en algunos lugares de Europa, especialmente entre las monarquías, llevándose consigo una buena reputación.
Según los artículos publicados sobre ella, era una de las mejores intérpretes del ballet, posicionándola junto a grandes bailarinas de la historia como Anna Pavlova o Sylvie Guillem. Ella no se consideraba la mejor tal como afirmaban, pero lo hacía con pasión, amor y disciplina, las tres cosas que la mantuvieron centrada a lo largo de sus años de estudio.
Hubo mucho trabajo y dedicación para poder llegar a grandes escenarios y no estaba arrepentida en lo más mínimo de abandonar todo en su momento.
Se fue a bastidores luego de que el telón cerrara para vestirse y unirse a la fiesta como lo hacía después de cada presentación. Se puso un vestido rosa de gasa color rosa palo, de escote cerrado y ajustado en el cuello, y en la espalda descubierto dejando ver su piel bien tratada. Decidió conservar el ajustado y elaborado moño que tenía y se puso un fino chal por encima, con la intención de parecer un poco más distinguida entre la estirpe.
Cuando iba a salir del camerino, se topó con su misterioso cliente del bar. Aquel de ojos verdes intensos y de mirada inquietante, ese que terminó siendo un increíble hombre, también el que la impulsó en su profesión.
Lo vio de casualidad en Alemania, entonces se dio la oportunidad de conocerlo mejor. Él se había convertido en parte importante de su vida, dándole lo mejor que podía tener en el mundo, una exitosa carrera.
–Estuviste espléndida como siempre, amor– le dijo en inglés con su marcado acento alemán.
–Lo sé. Soy la mejor, los medios lo dicen– respondió con soberbia y el hombre rió.
–Vamos, los príncipes nos esperan. Y recuerda, solo habla alemán.
Cassie asintió y él dejó un pequeño beso en sus labios. Si bien su relación inició como representante y talento, había ido más allá e incluso estaban comprometidos; con una boda pospuesta por su trabajo.
Esa noche se encontraban en el Principado de Liechtenstein, bailando para el Regente y su Consorte, así como para toda la corte del país. Al principio codearse con gente de tan alta categoría era abrumante para Cassie, pero los encuentros se habían vuelto recurrentes y normales, por lo que ya sabía los protocolos de la realeza de memoria, al menos los más comunes.
Así que esa noche no le era una sorpresa. Conversó con muchas personas, se fotografió con otras, recibió miles de halagos e invitaciones, además de un reconocimiento, otro que se agregaba a su colección de placas de cristal.
Para el final de la noche tenía los pies destrozados, así que comenzó su rutina. Meterlos en agua tibia con sal, luego remojarlos en agua caliente y fría, dejarlos reposar en infusión de menta, masajearlos con crema hidratante y finalmente ponerlos en alto. Era una locura, pero de no hacerlo, tendría los pies más maltratados de que costumbre.
–Adoro tus pies– le dijo Eckbert y ella rodó los ojos.
–Adoras el dinero que producen– le respondió.
–También es cierto.
Cassie esperó que su pareja saliera de la habitación para ir al bar del hotel, como lo hacía cada noche en cualquier lugar, para hacer una llamada. Quería hablar con tranquilidad y eso era algo que Eckbert no le permitía, pues si bien no estaba besándola, tenía la boca ocupada en otra cosa.
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My Sweet Sin (+18)
Romance¿Pecado? Su amiga les había enseñado el verdadero sentido de esa palabra. ¿Amor? Claro que se amaban pero lo de ellos era imposible. ¿Obstáculos? Muchos, muchísimos. Principalmente los que se ponían ellos mismos. ¿Deseo? Oh, bastante. Y los iba a co...