Capítulo 31

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–Ustedes dos, ¿pueden dejar de babear el uno por el otro y venir?– escucharon la voz de Violet y salieron del aislamiento mental en el que estaban metidos, recordaron que no estaban solos y que su comportamiento no era el adecuado.

–¿Quieres que te ayude con algo?– se ofreció Cassie.

Estaba muy nerviosa, quería comportarse normal como si su presencia no le importara pero no era así, verlo de nuevo había despertado aquellos sentimientos que creyó había superado. Sentía su mirada quemarle la espalda mientras ella intentaba distraerse haciendo cualquier cosa. Odiaba sentirse así aún después de que pasaron varios años, se suponía que él ya no significaba nada, que equivocada estaba.

–Aún lo quieres– le susurró su amiga al oído y ella se encogió de hombros fingiendo indiferencia –No me mientas, amiga, sé que es así. ¿Y sabes algo? Él nunca, ni por un momento dejó de pensar en ti, nos hacía creer que no, pero yo lo conozco como la palma de mi mano.

–Es una lástima, porque yo sí dejé de pensar en él. Me voy a casar de hecho– le recordó a Violet, mintiéndose incluso a sí misma.

Si bien quería a Eckbert, no era ni la décima parte de lo que una vez sintió por Cameron, pero las cosas habían cambiado, ellos crecieron, formaron su vida, ninguna tenía cabida en el presente del otro.

–Vi como lo miraste, Cassie, hay algo ahí todavía. Y siento meterme en esto y ser tan descarada, pero deberían hablar las cosas, aclararlas, conozco ambas versiones de la historia y no concuerdan en lo más mínimo. No es mi deber contártela, pero sólo tengo que decirte que el villano aquí no es Cam.

Y sin más la dejó sola, con miles de interrogantes metidas en la cabeza. Era obvio que Violet supiera cosas que ella no, pero era muy tarde para hablar. ¿Luego qué? Ellos no volverían a ser los mismos, no había nada que arreglar, todo estaba perdido. Decidió entonces que no prestaría atención a su loco corazón, pasaría las fiestas allí, disfrutaría junto a sus amigos y volvería a Alemania a casarse con su prometido.

Al otro lado de la casa, Cameron la veía y no podía explicarse como ella había cambiado tanto, estaba más esbelta, hermosa, incluso más fuerte en todos los sentidos de la palabra. En su mente estaba la imagen de la chica de gafas de la que estaba enamorado, pero no quedaba nada de esa Cassie en ella. Frente a él había una mujer, sensual y excepcional, que le aceleraba el corazón igual que su contraparte adolescente.

–Aún no puedo creer que esa sea Cassie– murmuró Mason a su lado, tendiéndole una copa de cóctel.

–Yo aún no puedo creer que esté aquí de nuevo, como si nada hubiera pasado.

–¿Aún la amas?– inquirió su amigo y él suspiró.

–No lo sé.

Se había esforzado por sacarla de su sistema pero era imposible, se engañaba diciendo en voz alta que ya no sentía nada, cuando por dentro moría por irla a buscar cada día. Fue un idiota al renunciar a Cassie tan pronto, debió insistir, buscarla en internet, pero simplemente se rindió, se dejó ganar la pelea de Samuel Taylor.

–Yo opino que sí y si yo fuera tú, volvería a conquistar a ese bombón. Solo mira ese trasero...– Cameron golpeó el brazo a su amigo antes de que continuara hablando. No deseaba escuchar como otro hombre hablaba de la chica de la que estuvo enamorado –¿Ves? Aún sientes celos. Yo iría a por ella aprovechando que está aquí, además, técnicamente es tu novia, ustedes nunca rompieron.

–No digas estupideces, Mason— gruñó tras beber de su copa, justo en ese momento deseaba algo con alcohol –¿No ves la enorme piedra en su dedo? Es un anillo de compromiso, se va a casar con otro.

My Sweet Sin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora