B R O O K L Y N N
Tenía la cabeza saturada de información. Había pasado toda la mañana haciendo la tarea de Historia y me salían las fechas por la nariz y los nombres por las orejas. Amaba la historia, pero cuando se trataba de fechas o nombres de batallas... Uff. Al menos tenía a Marshall. No solo ayudándome a estudiar o a hacer la tarea, sino entreteniéndome de vez en cuando con un mensaje o una nota de voz. Nunca hubiese pensado que había sido tan buena idea intercambiar números de teléfono.
Tampoco me hubiese imaginado que Marshall sería una de las personas que más me ayudaría con el temor a que me toquen. Ayer dejó que lo tocara, como la doctora Raymond me sugirió que hiciera. Y no me sentí nerviosa. Un poco al principio. Pero una vez mis manos ya estaban en sus hombros, me dejé llevar completamente y fui capaz de tocarlo sin que me entrara un sofoco o un ataque de nervios.
Y no sé si es porque fue él o porque en realidad la fobia que tengo no es tan grande como pensaba.
Al menos ya sabía que podía tocar a Marshall. Ya solo me haría falta saber si él podía tocarme, si yo podía tocar a otros hombres y si ellos podían tocarme a mí.
El timbre sonó mientras me terminaba la taza de café que me había preparado. Me levanté de la mesa en la que aún estaba acabando la tarea y fui a abrir. Solo estaba Marshall.
―Hey ―saludé con una pequeña sonrisa.
―Hola, Lynn ―saludó sonriendo mientras entraba―. Hoy Lizzy está de cumpleaños, así que solo he venido a molestarte yo.
Me reí.
Entramos en el salón y fui hacia la mesa.
―Si quieres seguimos viendo la serie, pero antes debo terminar un par de ejercicios de historia ―le dije mientras me sentaba en mi sitio.
―Ningún problema. Voy preparándolo así está listo para cuando termines.
Asentí con la cabeza.
Mientras hacía los dos ejercicios que me quedaban, lo vi de reojo preparar el ordenador y el televisor, y también irse algunas veces a la cocina. Al final supe que estaba preparando palomitas de microondas. Se olía. Cuando terminé, guardé mis hojas en una carpeta, bajé la pantalla de mi ordenador y fui hacia el sofá.
Me senté en el brazo del sofá mientras esperaba que Marshall volviera de la cocina. No tardó mucho en venir con un cuenco de palomitas grande, dos vasos y una botella de agua. Yo le ayudé a dejarlo todo en la mesa. Nos sentamos en el mismo sofá, pero ni siquiera nos tocábamos.
Vimos la serie en silencio aunque de vez en cuando comentábamos alguna cosa de ella. Nos vimos dos capítulos del tirón y nos acabamos todas las palomitas durante el primer capítulo. Cuando acabó el segundo que veíamos, me ofrecí para ir a hacer palomitas pero al final acabamos por ir los dos.
Mientras las palomitas se hacían en el microondas, no pude evitar mirarlo. Me daba vergüenza pedirle que me tocara. Era un poco extraño pedir algo así. Por mensajes había sido más fácil la noche anterior.
―Pídemelo sin vergüenza, Lynn ―dijo Marshall mirándome. Él ya sabía qué era lo que le iba a pedir, pero no me atrevía―. No lo haré si no me lo pides.
―Es embarazoso de pedir, Marshall...
―Lynn, pareces tensa, deja que te haga un masaje.
No pude evitar soltar una carcajada cuando lo escuché decir eso con un tono tan fingido. Él se rio conmigo. Las palomitas pararon y Marshall fue a sacarlas del microondas. Las vertió en el cuenco y lo cogió.
ESTÁS LEYENDO
VULNERABLE ©
RomanceBrooklynn Matthews ha tenido una vida complicada. Tras años secuestrada y con su hermana pequeña muerta, comenzará su vida de nuevo alejada de su ciudad natal y al lado de la persona que la rescató de ese sótano sin ventanas. Conoce las debilidades...