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M A R S H A L L

―Papi, papi, papi, venga ―decía Lizzy saltando en mi cama mientras me abrochaba los pantalones.

―Lizzy, cariño, aún queda rato para que tengas que entrar en el cole ―dije divertido, viéndola saltar por el espejo.

―Pero tengo que llegar antes para coger sitio. Es el cole de grandes, ya puedo elegir con quién me siento. Y me voy a sentar con George o con Hailey, aún no lo sé, pero ahora lo veré.

―Si no dejas de saltar, te caerás, te romperás un diente y tendré que llevarte al hospital. Y te perderás el primer día de cole, así que no podrás elegir sitio ―dije sentándome en la cama.

Ella dejó de saltar de golpe y se sentó a mi lado mientras me ponía los zapatos. Yo odiaba ir al colegio, joder, hasta me escondía en los armarios para no ir. Y esta niña parece adorarlo. Cuando me hube puesto los zapatos, me puse de pie y abrí mis brazos. Lizzy me abrazó por el cuello y se agarró a mí como un koala. Fui con mi hija agarrada en mí hasta el salón, agarré su mochila de arcoiris y fui hacia la puerta.

―¿Lo tienes todo? ―pregunté a Lizzy mientras abría la puerta.

―Todo todito ―canturreó.

Tras coger mis llaves y mi cartera, salimos de casa. Bajamos las escaleras y, tras llegar a la calle, fui en busca del coche. Eso sí, sin que Lizzy bajara de mis brazos. Besé su cabeza antes de meterla en el coche y sentarla en su sillita. Ella misma se abrochó el cinturón mientras yo me sentaba en el asiento del conductor.

―¿Vendrá la abuela a buscarme? ―preguntó mientras conducía hacia el colegio de Lizzy.

―No, hoy es lunes, cariño. Vendré yo y luego iremos a casa de tía Hannah para que la veas y también conozcas a una amiga.

―¿Ya tienes novia, papá? ―preguntó ilusionada

―No, no ―me apresuré a decir―. He dicho una amiga, cariño. Amiga.

―Jope ―escuché que se quejó por lo bajo.

Era un caso perdido. Le había preguntado hasta a su profesora del año pasado si quería ser mi novia.

Cuando llegamos a su colegio, aparqué cerca y la acompañé hasta la puerta, donde sus dos amiguitos ya la esperaban junto a sus padres. Me despedí de ella con unos cuantos besos en los cachetes y dejé que se fuera. Me fui a mi coche de nuevo y emprendí camino hacia la casa de mi hermana.

Nada más llegar, llamé a la puerta. No tardó mucho en abrirme la puerta Brooklynn. Vestía un leggin negro como el del otro día y una camiseta ancha de Los Chicago Bulls que no parecía ser suya pues debía ser tres o cuatro tallas más grande.

―Hola... pensé que vendrías por la tarde ―dijo abriendo la puerta y alejándose de ella para yo que entrara.

―Hannah me dijo que por las mañanas estudiabas, ¿verdad?

―Sí, en ello estaba.

―He venido a ayudarte por si tenías alguna duda ―dije yendo hacia el salón, seguido de ella―. Me gané un dinerillo durante la uni ayudando a gente con sus estudios.

―¿Cómo se te dan las matemáticas? ―preguntó Brooklynn mientras se iba hacia la mesa del salón, la cual estaba llena de papeles, una libreta, un ordenador portátil y un estuche.

―De maravilla.

Ella se sentó y yo hice lo mismo pero alejando un poco la silla, para no estar pegado. Me dejó ver su ordenador, en el cual tenía la teoría. "Método de Gauss" ponía en la pantalla.

VULNERABLE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora