B R O O K L Y N N
El martes quise quedarme un rato más en la cama. Normalmente me despertaba temprano para ir a correr con Beth o simplemente para aprovechar el día. Pero ese día me apeteció quedarme un rato más en la cama. Hacía mucho que no me despertaba casi a la hora del almuerzo. Y me levanté solo para hacer el almuerzo para que cuando Hannah llegara a la una y media lo tuviera hecho. Ni siquiera me vestí. Me quedé con el culotte que usaba para dormir y la camiseta de los Chicago Bulls.
Bajé a la planta baja mientras me hacía un moño despeinado. Nada más llegar, me llegó un delicioso olor a comida. Hannah no debería haber ido a trabajar. Fui hacia la cocina pero no fue Hannah a quién me encontré.
―¿Qué haces aquí? ―pregunté a Marshall.
Éste se giró.
―No me has cogido el móvil en dos días y...
―¿No te dio el recado tu amiga?
Él se pellizcó el puente de la nariz y me miró.
―Jane es una amiga de la uni, Lynn. El sábado por la noche estuvo en el bar, se emborrachó mucho, y...
―Habíamos quedado a las nueve ―lo interrumpí―. Estuve mandándote mensajes hasta las jodidas once y fui a buscarte porque me cansé de esperar dos horas. ¡Menuda la sorpresa que me encontré cuando me abre la puerta una tía semidesnuda con tu puñetera camiseta!
―Lynn, cariño, te prometo que no ocurrió nada entre nosotros. No creas cosas que no son, por favor... ―suplicó.
―¿Qué querías que pensara, Marshall? ¿Qué pensarías tú si te abriera la puerta de mi piso un tío semidesnudo? ¡Pues lo mismo que yo! Encima no sé ni si tengo derecho a enfadarme porque no estamos juntos.
―No debes enfadarte ―dijo mirándome a los ojos y en ellos pude ver una pizca de desesperación―. Bebió mucho y hasta se vomitó encima. Dejé que subiera a mi piso con su amiga para que se duchara y se pusiera ropa limpia. Se quedaron las dos dormidas en el salón. No iba a echarlas, Lynn... Dios sepa qué podía pasarles.
Yo dudé. Lo creía. Lo creía porque... joder, porque era Marshall. Y sus ojos nunca me mentían. Se sacó el móvil del bolsillo y me lo dio. Yo lo tomé dudosa. No sabía por qué me lo daba.
―Abre tú misma la conversación con Jane de WhatsApp.
―No voy a...
―Hazlo, por favor.
No lo hice. No creí que estuviera bien husmear en su móvil. Él agarró su móvil de vuelta y, tras diez segundos, le dio la vuelta para que yo viera la pantalla.
"Gracias por todo, Marsh. Te devolveré la camiseta. Prometo que no deberás volver a limpiar mi vómito nunca más. Por cierto, te he babeado un poco la alfombra del salón. Lo siento."
Respiré hondo sutilmente. Me sentía... más aliviada, aunque algo dentro de mí ya sabía que no había hecho nada con ella. Lo miré mientras se guardaba el móvil y yo me crucé de brazos. Marshall me miraba inseguro.
―No voy a disculparme por enfadarme por eso ―murmuré.
Lo vi sonreír y yo intenté reprimir una sonrisa. Fracasé. Me agarró de la mano y tiró de mí. Mis labios chocaron con los suyos en un intenso beso que deseaba desde hacía días. Sus labios se movían encima de los míos de una forma exigente y sensual que me hacía querer más de él. Muchísimo más. Me colgué de su cuello y abrí mi boca para que su lengua fuera en busca de la mía. Sentí como sus manos bajaban a mi trasero y jadeé cuando lo apretó.
Me levantó del suelo y me sentó en la isla de la cocina. Abrí mis piernas para acogerlo entre ellas.
―Lo necesitaba ya... ―susurró en mis labios, acariciándome la cintura.
―Y yo... ―admití en medio de un gemido cuando noté una de sus manos muy cerca de mi sexo.
Lo atraje aún más a mí agarrándolo del pelo y él jadeó cuando le mordí el labio inferior y tiré un poco de él. Volvió a atacar mi boca con ferocidad.
Escuché un jadeo. Y no fue de Marshall. Nos separamos rápidamente y miramos hacia la puerta de la cocina.
―Hannah... ―murmuré.
―¡Mira que lo sabía, joder! ―exclamó.
Marshall se alejó un poco de mí y me ayudó a bajar de la isla. Yo no podía con mi vergüenza...
―Al salón los dos ―nos ordenó señalando la puerta.
Y eso hicimos. No era conveniente llevarle la contraria a Hannah cuando estaba enfadada. Una vez en el salón, Hannah nos miró enfadada con los brazos en jarra.
―¿Desde cuando? ―preguntó.
―No lo sé exactamente... ―murmuré. Y así era.
―¡¿Desde cuando?!
―No le grites ―advirtió Marshall a su hermana.
Hannah respiró profundamente y miro a su hermano.
―Te lo advertí el primer día, Marshall. Que mantuvieras tu jodido pene lejos de Brooklynn, joder.
―Soy lo suficientemente mayor para decidir por mí misma a quién quiero y a quién no, Hannah ―murmuré llamando su atención―. No nos hemos acostado, si eso te preocupa.
―Lo que me preocupa es que te pueda hacer daño, Brooklynn ―dijo mirándome―. Es mi hermano, lo quiero mucho, pero se ha pasado a más mujeres por allí abajo que el mismísimo Zeus.
―Oye... ―protestó Marshall.
―Antes de que llegara tu hija, cambiabas de chica cada semana, Marshall. Y no me da la gana que Brooklynn lo pase mal y menos por ti, lo siento mucho. No sabes por todo lo que ha pas...
―Lo sabe, Hannah ―la interrumpí.
Ella me miró asombrada.
Se quedó unos segundos en silencio mientras nos miraba a los dos. Su mirada viajó directamente a nuestras manos, las cuales estaban unidas. Volvió a mirarnos a nosotros. Marshall me apretó un poco la mano.
―Te has enamorado ―me dijo. Lo afirmó.
―Supongo que sí ―murmuré. Ella miró a Marshall.
―Y tú también.
Vi a Marshall asentir con la cabeza. Hannah se echó el pelo hacia atrás y miró el techo mientras lanzaba un suspiro.
―Dios mío, vaya par de idiotas ―susurró al techo. A mí se me escapó una pequeña risa y ella me miró―. Está prohibido tener sexo en las zonas comunes de mi casa, besarse en mi presencia y... yo no voy a ser la encargada de decírselo a tu hermano.
Sonreí ampliamente y prácticamente me lancé a sus brazos. Le besé la mejilla un millón de veces.
―Acabas de morrearte con mi hermano y ahora me besas a mí... Ya te vale.
―Te quiero, te quiero, te quiero ―le dije mientras besaba su mejilla―. Te prometo que no vamos a darte dolores de cabeza.
―Más os vale... ―dijo mirándome―. Ve a ponerte algo de ropa y baja a almorzar. Yo voy a tener una charla con este muchacho.
―No te vayas ―me pidió Marshall.
―Hasta ahora... ―dije yendo rápidamente hacia las escaleras.
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VULNERABLE ©
RomanceBrooklynn Matthews ha tenido una vida complicada. Tras años secuestrada y con su hermana pequeña muerta, comenzará su vida de nuevo alejada de su ciudad natal y al lado de la persona que la rescató de ese sótano sin ventanas. Conoce las debilidades...