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Hoy hay una sorpresita: ¡DOBLE CAPÍTULO!💖

B R O O K L Y N N

Hacía ya un mes que era capaz de abrazar a Marshall. De hecho, le había cogido el gusto. Era una persona muy abrazable. Me gustaba hacerlo. Desde ese día, la doctora Raymond me había dicho que mi progreso iba in crescendo. Iba mucho mejor de lo que tanto ella como yo pensábamos. Logré ir a un centro comercial sin agobiarme más de lo normal, choqué con algunas personas y no me eché a vomitar de los nervios, incluso le di la mano a Aaron, el amigo de Marshall, cuando nos presentaron.

Dios mío, no podía estar más feliz. Y Hannah estaba como en una nube de verme a mí feliz por haber progresado tanto. Ella mantenía contacto con mi hermano por teléfono algunas veces y le contaba mi progreso. Yo ya se lo decía pues hablábamos cada día por mensajes o por llamadas, pero él quería asegurarse de que no le mentía para tranquilizarlo. Curtis estaba deseando conocer a Marshall.

Marshall seguía viniendo muchos días a la semana, con y sin Lizzy. Dios, esa niña me daba una tranquilidad abrumadora y eso que era un terremoto con patas, como decía su padre.

Todo iba de maravilla, aunque había algo que aún permanecía en mí y eran las pesadillas que aparecían muchas noches.

Llegó el penúltimo fin de semana de octubre y Hannah llegó a la hora de siempre mientras yo preparaba la cena para las dos. Patatas fritas y pollo rebozado, nada para tirar cohetes.

―Lynn ―dijo entrando en la cocina un poco apresurada. Aún llevaba la chaqueta de la policía, su placa y su arma―, en un rato vendrá Marshall para quedarse aquí esta noche. Tengo que irme a San Francisco y no volveré hasta mañana por la tarde.

―Pero...

―Está todo bien ―dijo antes de que le preguntara. Se acercó a mí y besó mi frente―. Sabes que no quiero que te quedes sola por las noches, no me lo discutas porque ya está en camino.

―No iba a discutirte nada...

―Así me gusta, guapa. Mañana por la mañana te llamo. Adiós, adiós ―me lanzó un par de besos y se fue rápidamente.

Me quedé en medio de la cocina con la cena echa. Bueno, se lo comería Marshall. Mientras llevaba la comida a la mesa del salón, el timbre sonó. Fui a abrir la puerta mientras me comía un par de patatas fritas y Marshall apareció con una sonrisa de las suyas.

―Hola ―dijo sonriendo.

―Hola, Marshall. Siento que tengas que quedarte aquí hoy, si quieres...

―No acabes esa frase y dame un abrazo de bienvenida, venga.

Me reí cuando lo vi con los brazos abiertos. Cerré la puerta y me acerqué a él para abrazarlo por la cintura. Sus brazos me envolvieron con suavidad y depositó un beso en mi cabeza. Sí, ahora también era capaz de recibir besos. Me separé de él y nos fuimos al salón.

―Hice algo para cenar para Hannah y yo, pero como ella se fue...

―Estaré encantado de comérmelo porque tengo un hambre horrible.

Ya sabía yo que se lo iba a comer.

Nos sentamos en la mesa mientras escuchábamos las noticias de las ocho y media. Marshall me contaba que hoy era su fin de semana libre y que, además, era el cumpleaños de la madre de su hija por lo que Lizzy estaba allí con ella. Cuando terminamos de cenar, me ayudó a fregar los platos a pesar de que le pedí que no lo hiciera, y nos fuimos al sofá.

Decidimos ver la película que hacían en la primera cadena, en la cual cada sábado por la noche hacían películas bastante buenas que recientemente estuvieron en el cine. Nos tapé a ambos con la manta del sofá cuando comenzó la película y apoyé mi cabeza con su hombro. Al rato, sentí su mano buscar la mía por debajo de la manta. Yo se la di, entrelazando nuestros dedos, y luego sentí los labios de Marshall en mi frente.

VULNERABLE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora