14.

178 20 47
                                        

Scott manejaba con tranquilidad, ninguno de los dos sabía exactamente a dónde íbamos o porque demonios íbamos juntos, pero tampoco teníamos el valor como para preguntarlo...o si quiera para hablar. Luego de algunos cuantos minutos de manejar sin rumbo alguno dio la vuelta en una curva y aparcó pocos segundos después en el borde de uno de los montes que allí había.

— ¿Qué hacemos aquí?—pregunté cuando lo vi quitarse el cinturón de seguridad.

—Ven—susurró dejándome sola dentro del coche.

Salí con cuidado y lo vi subir al capó del coche mirando hacia el horizonte. Con algo de dificultad me senté junto a él y miré en la misma dirección. Habían algunas montañas a lo lejos en donde se veía al sol bajar lentamente por allí finalizando el día y dándole la bienvenida a la noche.

—Encontré este lugar pocos días después de haber llegado aquí—comenzó a hablar suavemente—. Me magnifiqué con lo hermoso que es casi instantáneamente. A esta hora anochece—lo vi sonreír de costado—el atardecer es muy hermoso desde aquí.

Abracé mis piernas y apoyé mi mentón sobre mis rodillas. Llevaba tanto tiempo viviendo aquí y nunca había descubierto este lugar, tampoco sabía que teníamos vistas tan lindas en este lugar.

— ¿Porqué te mudaste?—pregunté curiosa.

—Es algo complicado—habló algo cortante sin mirarme.

—No necesitas decirme si no quieres—hablé rápido devolviendo mi mirada al horizonte disfrutando de la vista que el cielo me daba al bajar el sol y manteniendome en silencio, sin insistir para que Scott no sintiera la presión de que necesitaba contarme.

—Mi padre era un abusivo—susurró luego de un rato en silencio—él abusaba de mi madre, la golpeaba y todas esas cosas—lo miré—intenté defenderla muchas veces, pero sencillamente nunca servía de nada, eso lo hacía enojar aún más y hasta empeoraba las cosas. Terminaba golpeándome a mi, golpeaba aún más a mi madre y todo...todo se iba a la mierda.

— ¿Nunca lo denunciaron?—asintió.

—Demasiadas veces—suspiró pesadamente—pero nunca servía de nada. Por alguna razón los policías nunca hicieron nada al respecto y obvio que mi padre no quería darle el divorcio a mi madre, por lo que no era tan sencillo alejarnos de él. Ella peleó un buen tiempo por mi tenencia, para ese entonces yo tenía apenas dieciséis años, ahora eso ya no importa mucho, cumplí dieciocho hace algunos meses por lo que no es muy relevante.

— ¿Te mudaste sólo?—rió algo irónico.

— ¿Cómo piensas que voy a mudarme sólo, Emma? Vine con mi madre—sentenció.

— ¿Y tú padre?

—Cuando los policías no demostraron ningún tipo de interés con respecto a este caso y nuestro problemas, madre decidió comenzar a trabajar por su cuenta. Gastó demasiado dinero en abogados y en gente que pudiera representarla y ayudarla con esto—respiró hondo antes de continuar—. Logró que pusieran una orden de alejamiento, la cual obviamente no siguió—me miró obvio y yo asentí—así que mi madre juntó sus cositas, juntó las mías y aquí estamos—habló simple y tranquilo, con cierta pizca de carisma, igual que siempre.

—Qué intenso—soltó una leve risa.

—Lo es—me miró sonriente— ¿y tú?

—Yo no soy nueva.

—Pues me enteré que hace un año lo fuiste, dime ¿por qué te mudaste?

—No me mudé, siempre he vivido aquí—elevó una ceja—tenía algunos problemas en mi otro colegio—me miró curioso para que siguiera hablando y le contara la historia completa— ¡no te lo diré!—exclamé ante su mirada.

— ¡Oh vamos!—se quejó—acabo de contarte algo súper trágico y terrible sobre mi familia, ¿y tú no puedes contarme porque te cambiaste de colegio?—negué— ¡vamos Emma! cuéntame, no voy a juzgarte ni nada parecido—exigió y yo suspiré.

—Tenía problemas en mi otro colegio—repetí.

— ¿Qué tipos de problemas?

—Bullying—hablé rápido—había un grupo de chicos que me hacían bullying, me agredían física y verbalmente. Tú sabes, insultos, burlas, golpes y muchas más cosas.

— ¿Qué hay de las autoridades de allí? ¿Nunca hicieron nada?—preguntó indignado y yo negué.

—Nunca les importó—me encogí de hombros—les importaba más el prestigio de la institución que lo que pudiera pasar dentro de ella y a los alumnos que allí asistían. Mi madre nunca le tomó verdadera importancia, creía que era algo normal en adolescentes. No fue hasta que comencé a pensar en el suicidio mi madre lo tomó enserio, allí fue cuando me cambió de colegio.

— ¿Intentaste suicidarte?—preguntó preocupado y yo negué.

—Nunca llegué a hacerlo, pero casi—elevó una ceja esperando que siguiera hablando—. Pensaba tomar pastillas y ya, dejar que todo ocurriera. Pero cuando quise hacerlo mi madre llegó a la casa y obviamente no me lo permitió—lo miré y observé su expresión de preocupación—. Pero ya estoy bien— le sonreí—ahora estoy bien—asintió suavemente.

— ¿Matt venía a este colegio?—preguntó luego se algunos segundos y yo asentí— ¿llevaban mucho tiempo juntos?

—Casi un año—susurré suavemente—cumpliríamos un año en pocas semanas.

Sentí el ambiente tornarse un poco tenso. Scott prefirió no preguntar nada más y yo no tenía nada más para decir.

— ¿Quieres irte ya? Es un poco tarde—bajó del capó y me miró desde allí. El sol ya había terminado de bajar y las estrellas adornaban suavemente el cielo. Negué ante su pregunta.

—Aún no quiero irme—lo miré—no quiero irme sin saber qué es lo que pasa aquí.

— ¿Con respecto a qué?

—Conmigo—lo miré profundamente—y contigo.

Apretó los labios y me miró algo nervioso y preocupado.

— ¿Qué quieres que haga?—preguntó pero yo no sabía exactamente qué contestar a esa pregunta—me importas Emma, lo sabes, yo...estoy enamorándome de ti y es difícil para mí.

—Lo siento—negó.

—No te culpo, pero tú deja de culparme a mí por sentir lo que ciento. Se siente como si cada cosa, cada acción, todo lo que yo haga será juzgado por ti. Como si nada fuera suficiente.

—Pero si eres suficiente—me deslicé por el capó quedando frente a él.

— ¿Cómo soy suficiente? Antes tenías novio y era entendible que no quisieras nada conmigo, pero tú y Matt terminaron hace ya varias semanas y no sé cómo demostrarte que enserio me gustas, que enserio quiero estar contigo.

Mierda, no esperaba confesiones así.

Mordí mi labio y lo miré sin saber exactamente qué hacer, y exactamente eso hice. Sujeté su rostro y lo acerqué a mí besándolo suavemente, me alejé rápido y lo miré. Scott me miraba estupefacto sin saber cómo reaccionar o que hacer ahora. Sonrió alegremente y luego de sujetar mi cintura acercándome a él me besó con suavidad, llevé mis manos a su nuca y disfruté de aquel beso.

Tal vez estar con Scott no sería tan malo, intentarlo con él no sería tan malo.
Diablo, no tenía ni idea de que estaba haciendo.

Cuando nos amamos 2do LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora