Capítulo 30 ✔

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P.O.V de Collin.

Sonrío frente al espejo repasando mi plan maestro en la mente. Todo va a ser como yo quiero porque así deben ser las cosas.

Laura Torres nunca debió dejarme, ese será su mayor error, yo mismo me aseguraré de ello. ¿Quién se cree para abandonarme? Ella no es nadie, me repito una y otra vez en la mente.

¿De verdad piensa que alguien la va a querer realmente? Tan llorona, habladora, chillona y pegajosa.

Yo era el único que podía quererla y tendré que hacérselo ver por las malas. Tendré que hacerle saber que es sólo mía y siempre será mía. Vuelvo a sonreír frente al espejo, pero esta vez más desquiciadamente.

Salgo del baño para ir al salón, en donde se encuentra Nick.

—Hoy es el día. —le comunico sentandone frente a él.

Mi hermano toma un trago de whisky y deja el vaso sobre la mesa.

—¿Hoy? ¿Estás totalmente seguro?

—Pues claro —lo miro, desconfiado—. ¿Tú no?

—El plan no es mío, a mí Laura me da igual.

—Imagino que debió ser duro para ti fingir ser su amigo —aprieto los labios—, es demasiado molesta.

Él me ignora y va al grano.

—¿Cuál es el plan?

Lo analizo de arriba a abajo antes de contarselo. No desconfío de él, pero tampoco es la persona más confiable, nadie lo es para mí, en realidad.

Casi se podría decir que sólo confío en mí mismo y en el karma. Sobretodo, cuando yo mismo imparto ese karma.

—Laura y el rubio imbécil van hoy a cenar en la casa de los Ambrose —le explico con poca paciencia—. Estaré vigilandolos.

—¿Qué les vas a hacer?

—¿Por qué? —pongo un fingido tono meloso que lo desquicia— ¿Te has encariñado con alguno de ellos? O, quizá, con todos ellos. Esa sería tu ruina, Nicky.

—Sabes bien que no. ¿Desde cuándo no me cuentas los planes que haces?

—Desde que pareces demasiado interesado en la zorrita. Ella es mía, olvídala.

—¿Te refieres a Laura?

Bufo. Odio cuando se hace el tonto.

—¿A quién si no?

En estos momentos, yo realmente odiaba a mi ex. Ella se merece todo el dolor del mundo por abandonarme como si nada.

—Estás paranoico, Collin —gruñe—. No le tengo ningún cariño a la chica. Además, apenas hemos hablado unas pocas veces.

Relajo mis hombros y trato de concentrarme. Quizás él tiene razón... quizás.

—Está bien, haz un rastreo del móvil de la zorrita y el rubio imbécil. —ordeno con voz dura.

Nick siempre me hacía hecho caso en todo lo que yo hacía o planeaba. Nunca se ha podido negar porque siempre se ha culpado por lo que me pasó. Cuando yo era un niño, él y yo siempre jugabamos a perseguirnos, un día intentó atraparme, puso más fuerza de la normal y yo caí sobre la chimenea encendida. Todavía tengo la marca de las quemaduras en los brazos.

Desde ese día, mi querido hermano es pura obediencia.

Nick se levanta del sofá y se dirige al ordenador para hacer lo que le he pedido. Creí que espiar a Laura sería más difícil, pero fue increíblemente fácil. Me enteré de todo, incluido ese jugoso detalle de la enfermedad de Lysander. Sin duda, será muy fácil deshacerme de él, el primer paso de mi plan maestro.

¡Qué empiece la guerra! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora