E P Í L O G O

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Seis años más tarde.

Después de caminar por el cementerio, me paro frente a su tumba con lágrimas en los ojos. Vuelvo a sonar mis mocos por quinta vez hoy, es inevitable. Mi nariz y mis ojos ya están rojos, debo lucir desastrosa pero es lo que menos me importa en este momento.

Mi pecho se aprieta con fuerza mientras leo lo que pone en su lápida. Ya lo tengo memorizado, después de todo fui yo quien elegí la frase, pero la leo igualmente.

Tiro las flores viejas y las cambio por las nuevas, también limpio un poco. Quiero que se quede todo curioso.

Hago lentas respiraciones, como si eso fuera a calmar el dolor. No funciona nunca, sin embargo, lo hago siempre. Es como un ejercicio de relajación que ayuda bien poco.

A mi lado, Lysander aprieta mi hombro en señal de apoyo. Él sabe lo mucho que me afectó la muerte de mi madre. Que lleve dos años ahí metida en esa tumba, no ayuda en nada con mi tristeza. Al otro lado, están Ela y Ángel, todos vestidos elegantes para conmemorar, con aflicción, la muerte de mi madre.

Mi hermano y la pelirroja han avanzado mucho en su relación, ambos viven juntos en un pequeño piso en Meville Town, pues sus universidades y trabajos están ahí aunque mi hermano ya ha terminano la universidad y ahora juega con un equipo famoso cuyo nombre he olvidado. La periodista y el futbolista famoso, toda una ironía. Ellos vienen a visitarnos cuando pueden a Lysander y a mí.

Él y yo vivimos en Evester, a media hora de Meville Town y a tres cuartos de hora de Shorelines, en este último pueblo quedamos de vez en cuando para recordar los viejos tiempos y el sitio en donde crecimos. Lysander empezó hace tres años su carrera como atleta y yo trabajo con una editorial algo famosa.

Con una sonrisa triste, me alejo de las tumbas de mis padres para salir ya del cementerio. He logrado poder irme por mí misma y evitar pensar que me necesitarán y que no debería moverme de ahí. No es un gran progreso, pero es un avance importante para mí.

—Cereza, ¿todo bien? —el rubio se sitúa a mi lado rodeando mis hombros con su brazo.

—Todo perfecto, dentro de lo que cabe.

—Haría un chiste pervertido si estuviéramos en otra situación.

Una pequeña sonrisa se forma en mis labios. Sólo él es capaz de hacerme sonreír en mis peores momentos. Sé que él no haría bajo ningún concepto un chiste en esta situación, su único propósito era animarme un poco.

—En ese caso, déjate de chistes, estúpido.

—Sigues dejando mucho que desear respecto a creatividad.

—Estarás de broma, ¿no? —salimos del cementerio— ¡Tú comparas mis mejillas con las cerezas!

—¡Por que tienen color de cereza! No es cosa mía, es tuya.

Ruedo los ojos mientras suelto una carcajada. Los primeros meses después del incidente frente a la casa Ambrose no sonreí ni una vez, ni siquiera estaba comiendo como era debido y todavía estoy tratando de recuperar el peso perdido.

Lysander estuvo un mes y medio en coma, después lograron estabilizarlo y tres años más tarde, se curó de su enfermedad. La batalla estaba muy igualada, pero Lysander tenía a sus aliados en guerra, a sus familiares, sus amigos y a mí y, al final, se hizo con la victoria.

Endgame, osteoporosis.

Collin y Nick no tuvieron la misma suerte, la señora Ambrose llamó a la policía y ambos acabaron en la cárcel. Después de eso, nadie ha vuelto a ver a la señora Ambrose. Ella dejó una nota diciendo que por el bien de la familia, ella se iría y los dejaría en paz. El señor Ambrose estuvo algo decaído los primeros días, pero ahora está más por casa y se le ve más feliz. Los Ambrose están unidos de nuevo.

¡Qué empiece la guerra! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora