Capítulo 18 ✔

708 37 8
                                    

—¡Más rápido!

—¡Ah, joder!

—¡Vamos, Laura, sigue! —grita Lysander.

Mi rubio vecino está perdiendo la paciencia conmigo. Le pedí que me enseñara a conducir y bueno, aquí estamos. No vamos muy bien.

—¡Vas a diez por hora, acelera!

Aprieto el volante cuando oigo como todos los coches me pitan. En mi defensa, diré que respeto las normas de conducción. Quiero ser alguien responsable.

Freno cuando se pone el semáforo en rojo por tercera vez. La carretera es demasiado larga y todavía no he podido pasar de semáforo. Lysander se lleva las manos a la cara y se frota mientras resopla.

—Tú te ofreciste a enseñarme, ahora sufre. —me ignora.

El semáforo finalmente se pone en verde y yo arranco de nuevo.

Aquí vamos, carretera.

—Espero que no seas tan lenta para otras cosas. —dice con descaro. Aparto mi vista de la carretera para mirarlo con incredulidad.

—¡Eres un...! —me interrumpe.

—¡Los ojos en la carretera antes de que nos estrellemos! Aunque con esta velocidad el golpe me haría cosquillas.

—Eres una mala persona, estúpido.

—Y tú terriblemente lenta, Cereza, si estuvieras en una carrera, llegaría una tortuga antes que tú.

Ahí está de nuevo. Ese brillo en su mirada mientras habla de carreras. Me regaño internamente por mirarlo a él en vez de a la carretera.

—Las tortugas no compiten en carrera, inteligencia.

—¿Y quién dice que no? Yo de pequeño hacia carreras con mis tortugas.

Lo miro raro y él gira mi cabeza hacia delante.

—Si tengo un accidente por tu culpa, me estarás dando tutoría hasta que sea viejo.

—Si tu madre no me asesina primero.

—Dudoso.

Suelto una carcajada y sigo conduciendo a diez por hora hasta que llegamos al parque donde estrellé mi coche. Freno y me bajo para que siga Lysander ya que yo no sé aparcar.

Cuando intercambiamos sitios, él mira su coche con alivio.

—No te preocupes, Karen, ya estoy aquí. —acaricia el volante.

—¿Qué narices haces? —lo miro, confusa.

—Cereza, esta belleza de aquí es Karen —señala el coche y palmea el volante—. Karen, esta es Cereza, otra belleza.

Me sonrojo cuando me llama así, pero lo oculto con mi pelo castaño.

—Encantada, Karen. —murmuro conteniendo la risa.

—Espero que eso no sea sarcasmo —me reprocha—. Karen estaría muy ofendida.

—Anda, aparca ya antes de que enfademos a Karen. —él me obedece pero no sin protestar.

—Cereza mandona.

—Te he oído, Lysander Estúpido Ambrose.

—Veo que estas improvisando tu creatividad. —termina de aparcar y nos bajamos del coche. Nuestras casas quedan cerca así que vamos andando para tomar aire.

—Laura... —su tono es serio, como siempre que me llama por mi nombre y no por mi apodo.

—¿Pasa algo? —no puedo evitar preocuparme cuando para de caminar.

¡Qué empiece la guerra! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora