Ya es la hora. ¡Ya es la hora! Hoy, viernes, voy a salir con Lysander a una cita.
Me miro por enésima vez en el espejo. Mi pelo castaño se encuentra bien peinado. Me lo corté hace poco y sólo me llega por la barbilla en un corte recto. Mis ojos oscuros contrastan con mi piel. Llevo ropa casual, nada ni muy informal ni muy formal.
Ángel pasa por mi lado y me despeina. Yo lo mato.
—Llevas dos horas mirandote al espejo, Laura, ya debes... ¡Auch! —se queja cuando muerdo su mano y masculla un caníbal mientras se aleja.
—¡Te he oído! —grito mientras arreglo el estropicio que ha hecho en mi pelo.
No me da tiempo a seguir de los nervios porque Lysander entra a la sala de estar como Pedro por su casa.
Que descaro el suyo.
—¿Por qué siempre entras así? Existen las puertas.
—Las puertas son para las personas normales —me sonríe de lado—, y yo soy extraordinario.
Ruedo los ojos conteniendo la risa.
—Tu ego es tan enorme que me impide ver. —hago un gesto de llevar mi mano a la frente como si quisiera ver el horizonte.
Él suelta una risa y yo lo arrastro fuera de la casa antes de que Ángel venga a acosarnos. Seguro que quiere cobrar venganza por haberle hecho preguntas comprometidas.
—¿A dónde vamos a ir? —pregunto, curiosa, cuando andamos por las calles de Shorelines.
—A un sitio especial. A nuestra primera locura.
Lo miro sin entender y él sólo rueda los ojos.
—Eres peor que Nemo y Dori juntos.
—¿Debería ofenderme? —hago una mueca.
—Estaba criticando tu memoria. —se encoge de hombros.
—Ah y lo dices tan tranquilo. —suelto una carcajada viendo su impasible cara.
—Mi segundo nombre es tranquilo.
—No es cierto. Tu segundo nombre es estúpido, yo te lo puse.
—Ah, casi olvido tu falta de creatividad, Cereza.
A medida que caminamos, mi mano roza la suya varias veces. Mentiría si dijera que eso no acelera mi pulso.
—¡Soy creativa! —protesto.
Mi mano vuelve a rozar la suya y, esta vez, no lo dejo pasar. Entrelazo sus dedos con los míos. Sus manos son mucho más grandes que las mías, pero se acoplan perfectamente.
Me relajo un poco cuando no aparta su mano de la mía. Espera... ¿llevaré la mano sudada?
Vamos, Laura, no entres en pánico.
Caminamos en silencio hasta el parque en donde estrellé su coche. ¿Este es el sitio de nuestra primera locura?
Lysander nos hace parar frente al árbol que lleva una marca grande. Esa marca la hice yo.
—Esta es nuestra segunda locura. Estrellar el coche fue muy loco pero hay otra cosa que hicimos antes, mucho antes.
Proceso sus palabras en mi mente, pero no consigo recordar cuál fue la primera tontería que hicimos juntos.
—¿Enserio no te acuerdas? —pregunta, incrédulo. No espera a que responda, me lleva tras los arbustos y entonces lo recuerdo.
—¡Nuestro refugio! —exclamo. Él asiente y sonríe satisfecho.
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¡Qué empiece la guerra! ©
ספרות נוערUna guerra de bromas donde quien se enamora, pierde. • ₊°✧︡ ˗ ˏ ˋ ♡ ˎˊ ˗ Laura Torres siempre ha sido una chica prudente, educada y amable; sin embargo, todas sus buenas virtudes desaparecen cuando Lysander Ambrose, su amor platónic...