Capitulo 21

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Después de algunas horas el sol comenzaba a asomarse, dando inicio a un nuevo día.

Aproveche todo el tiempo libre de la fría madrugada para poder tomar una breve siesta y así tener mis energías al tope para lo que se requiriera. Opté por un lugar menos concurrido para que pudiese descansar cómodamente y sin ser un estorbo para alguien.

Para mi suerte pude encontrar un espacio libre con una pequeña banca de madera en un rincón imperceptible en la base. Su campo de visión era bloqueado por una columna de ladrillos, lo que hacía casi nula la presencia de alguien ahí.

Lo que si me sorprendió fue el despertar sin ningún tipo de enfriamiento a causa de la baja temperatura de las primeras horas del día. Al abrir los ojos pude observar que un saco me cubría el frente de mi cuerpo de la parte superior.

Este emanaba un esencia un conocida. Sin embargo, mi mente estaba tan ida que ni siquiera me molesté en pensar, simplemente quería dar con aquella persona.

Sin previo aviso solté un bostezo y con ayuda de la tela frote suavemente mis ojos. Mi nariz estaba encantada con el aroma de la prenda, tan masculina. Me aferre más a este gracias a la pequeña corriente de aire que me sorprendió.

—¿Ya despertaste?— Esa voz ronca nuevamente se escuchó.

—Si, ya lo hice.— Respondí sin cuidado alguno aún perezosa, mis ojos querían volver a cerrarse.

—No se ve.— Insistió.

Decidí abrir mis ojos para poder encarar y demostrar que estaba equivocado a la persona que andaba molestando tan temprano por la mañana.

—Ya lo hice, ya.— estiré mis brazos sintiendo aún pereza.

Me sorprendió encontrar al azabache con dos tazas en la mano. Ambos emanaban un dulce aroma. Pero lo que me sorprendía más fue que el andaba en camisa y pantalones de vestir pese a la fría mañana.

Me ofreció uno de estos recipientes. —Toma, esto es para que calientes un poco tu cuerpo, no quiero que te resfríes y me dejen toda la responsabilidad a mi.— Torpemente tomé el vaso a causa de que debía mantener conmigo aquella prenda. Sería mi muerte si la dejara caer y se ensuciara.

—Oh, ten, muchas gracias.— Tome el saco entre mis manos para poder dársela a lo que este negó.

—Pontelo, aún hace frío.— Se sentó a un lado mío.

—Gracias..— Le respondí dudosa, de todos modos le agradecí ya que la fresca brisa de la mañana estaba siendo cruel al provocarme uno que otro escalofrío.

Separé mi espalda de la pared y pase por esta la suave y y perfumada tela para cubrirme. A decir verdad este me quedaba un tanto grande. Sus anchos hombros se notaban ante mi diminuto  cuerpo, pero no me quejaba, me gustaba aquella sensación.

Dejé aún lado la pequeña taza para poder reactivar los músculos de los brazos. Al estirarme me percaté que estos no estaban tan entumidos a causa de la mala posición de dormir.
Es como si a pesar de dormir sentada hubiera dormido plácidamente en otra posición cómoda, lo que se me hacía bastante curioso.

—¿Cómo.. fue que diste hasta aquí?— Le pregunté tratando de iniciar una conversación. —Es decir, es un lugar poco concurrido, es un poco difícil que hayas dado conmigo.— Decidí probar aquel líquido que olía bastante bien y que para mis gustos sabía exquisitamente bien.

—Busqué por todos lados.— Dijo con simpleza mirando a la nada. —Sabes que tu condición no es muy buena y realmente sería un dolor de cabeza el no poder saber nada de ti. Idiota.

No digas adiós [Levi x reader] (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora