Capitulo 2 parte 2

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Buenas. ¿Les va gustando la historia? Y ¿que tal el ambiente? Soy escritora desde hace mucho pero siempre se me ha dificultado hacer los ambientes, cuando mi familia lee mis historias, se ríen como en el circo, así que al final no me dan buenos consejos. Bueno, espero que lo disfruten. Comenten, voten, lo que sea, es un país libre (al menos de que estén en mi cabeza, allí solo hay esclavos).

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Hay dos hombres conversando en unas sillas, otro parado cerca de ellos, la mujer de vestido rojo que antes me había golpeado con su bolso, tres hombres, uno de ellos destaca con su traje blanco, discutiendo cerca de la chimenea, otros tres cerca de la puerta y nosotros dos. Dos mujeres y diez hombres.

― Tienes razón, son doce.

― En otras palabras, alguien que no estaba en el comedor, está entre nosotros. Es la persona quien nos movió aquí mientras dormíamos.

― ¿Cómo sabes eso?

Escucho pedazos de la conversación de los tres hombres cerca de la puerta.

― La caja de jardín en miniatura…

― Es lo que parece…

― Entonces, ¿las liebres son esos niños?

Dejo de prestarles atención. ¿Qué está pasando? Miro alrededor, algo me llama la atención: arriba de la chimenea, hay una maqueta de un barco, se parece demasiado a…

― ¿Qué es eso? El Queen Berry… ―digo parándome en frente― ¿ahora donde he visto eso antes?

Me acerco más para agarrarlo pero una voz me detiene.

― ¡No lo toques!

Pero ya es tarde. Bajo la cabeza asustado por el grito y me giro para ver quién es y en ese mismo instante una flecha cruza la sala y aterriza en la pintura que esta atrás de la maqueta. Mi boca se abre hasta no poder más y mis piernas dejan de sostenerme, dejándome caer al suelo. Todos en la sala me miran sorprendidos. Dejo escapar el aire que mantengo dentro por el susto.

― Entonces este barco es…

― Si… ¡no hay dudas!

Victorique se acerca a mí y se arrodilla a mi lado.

― ¿Estás bien, Kujo?

― Ya recuerdo. Leí sobre eso en la biblioteca. ¡La historia de fantasmas! El Queen Berry se hundió hace diez años. Las almas de los muertos se levantan en noches de tormenta. Ellas atraen a los vivos como sacrificio… ¡y luego se hunden de regreso! –miro a Victorique fijamente.

― Ja, Ja, Ja –se ríe de una forma monótona.

― ¿Q-Qué tipo de reacción es esa?

― Pensé que estabas bromeando, así que te hice un favor riéndome.

― Mira, hablo en serio… ―Las luces se apagan, no logro ver nada― ¿qué pasó?

― ¡Oye, las luces!

― ¿Un apagón?

Tiento a mí alrededor pero no encuentro a Victorique.

― ¡V-Victorique! ¡Victorique, ¿dónde estás?!

En mi mente queda fija la imagen del barco fantasma apareciendo entre una niebla roja.

― ¡¡¡Victorique!!!

Las luces se prenden.

― ¿Qué estás haciendo?

― Este… Yo solo, mmm….

Un grito me interrumpe y todos corren hacia la mujer del vestido rojo que está del otro lado de la habitación y que mira la pared con una cara de pánico, apuntándola con su mano.

― ¿Qué es eso?

― Esas palabras…

Al acercarnos logramos ver el motivo. El tapis de la pared ahora tiene unas letras pintadas de color rojo como la sangre.

― ¡No estaban antes aquí!

― “Fue hace diez años, pero parece que fuera ayer. Esta vez, es el turno de ustedes. La caja ha sido preparada. ¡Ahora… liebres… corran!”

Eso basta para asustar a todos. Uno de los hombres da un paso atrás asustado y cae al suelo al tropezar con otro detrás de él.

― Noche de cajas de jardín en miniatura…

― ¡Las liebres! ―dice el hombre que aun esta en el suelo sin dejar de temblar― ¡No estábamos ahí para disfrutar de la carrera de las liebres! ¡Éramos las liebres mismas!

El hombre se levanta y sale corriendo hacia la puerta. Tropieza en el camino y vuelve a caer al suelo.

― Van a matarnos ―dice levantándose― ¡Esos niños van a matarnos!

― ¡No tiene sentido! ―grita la mujer a su espalda― ¡Esas puertas están cerradas!

El hombre no le hace caso y abre las puertas. No pasa nada durante unos segundos pero de repente una flecha sale silbando del otro lado de las puertas y se clava en la frente del hombre que cae al suelo muerto aun con la boca abierta por la sorpresa. La mujer grita de espanto y se da la vuelta. Uno de los hombres se acerca a las puertas.

― ¡E-Esa puerta ya es segura! ―nos dice señalándola― ¡Salgamos de aquí! ¡La trampa ya ha sido activada!

Sale corriendo por las puertas y todos le siguen.

― ¡Vamos!

― ¡Apresúrense! ¡El barco va a matarnos!

Victorique y yo nos quedamos observando. El hombre con traje blanco pasa corriendo frente a nosotros y se detiene.

― ¡Ustedes dos! ¡Será mejor que se apuren!

― ¡B-Bien! ―contesto pero el hombre ya se fue. Sigo sorprendido por todos los acontecimientos. Avanzo unos pasos pero el cadáver que aun esta en medio me detiene. Su cara aun detenida en aquel momento da miedo― E-Está bien, Victorique. Quédate detrás de… mi…

Victorique pasa como si nada hacia la puerta. Es como si no le importara tener un cadáver tirado en el piso justo en frente de ella.

― ¡E-Espera¡ ―digo al ver que me está dejando atrás. La sigo apresurando el paso.

Salimos a la cubierta del barco. Corremos detrás del hombre del traje blanco, el se detiene al ver como unos hombres se suben al bote salvavidas.

― ¡¿Podemos usar el bote salvavidas?! ―pregunta uno de los hombres que aun no se sube.

― ¿Van a tomar un bote aun cuando el mar esta tan embravecido? ―pregunto cuando los alcanzamos. Es obvio que no lo lograran con la tormenta que hasta el momento no ha hecho otra cosa más que empeorar

― Se mataran ―les grita la mujer.

Cuatro ya están arriba del bote y un quinto se prepara para subir. El de traje blanco detiene al quinto por detrás.

― ¡Oye, viejo!

― ¡D-Déjame ir! ¡Si nos quedamos en este barco, nos convertiremos en las liebres!

― ¡Voy a bajarlo! ―dice un sexto.

― ¡O-Oye! ¡Espera por mí! ―le contesta el que está detenido― ¡¡No me dejes atrás!!

El sexto no hace caso, activa la palanca y salta al bote al tiempo que este empieza a bajar.

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