Capitulo 2 parte 3

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Buenas. ¿Qué les está pareciendo? Si quieren intentar adivinar lo que pasa, será mejor que no esperen al final de esta entrada porque se revelara un poco del misterio. En concreto, el misterio de la habitación llena de musgo que, según recuerdo, se presentara también en este capítulo. Aun que puede que sea bastante difícil pero con esto ya se puede indagar en quien es la persona extra.

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― ¿Cómo pueden ser tan irresponsables?

Desde el barco puedo ver como el bote se balancea ferozmente. Las poleas que aun sostienen el bote se rompen y una gigantesca ola arrasa con el pequeño bote y sus ocupantes. Aparto la vista.

― ¡Idiota! ¡¡¡Son todos idiotas!!! ―grita el del traje blanco. Escucho los tacones de la mujer del vestido rojo alejándose, el viento me trae sus palabras.

― Les advertí.

― Se acabó, ¿eh? ―Victorique habla con toda la naturalidad del mundo.

― ¿Ah?

La miro sorprendido. Se acerca al borde y mira el mar, ninguna emoción se refleja en su rostro. Aun con toda esa gente muerta, Victorique esta… lo recuerdo… Victorique en el jardín botánico… Victorique, pareciendo una muñeca… la misteriosa… enigmática… Victorique. ¿Eres…?

 .

― ¡Huey! ―dice la niña asustada. Su amigo se encuentra en el suelo de espaldas, en medio de las escaleras. Los demás niños del barco los rodean también asustados por lo que están viendo. La niña sostiene su mano torcida en la espalda, checa su pulso pero no lo encuentra― Lo siento. El se ha ido.

Se levanta y mira a todos los niños allí reunidos. Algunos mayores que ella y otros menores, negros, blancos, europeos, americanos, africanos… Eran 11 ahora son 9. La niña al lado de ella grita sin poder aguantarse, su grito resuena en todo el barco.

 .

Alguien grita y vamos corriendo hasta la mujer del vestido rojo que esta parada frente a la puerta de la habitación de donde antes hemos salido. Se arrodilla en el suelo aterrada.

― ¡Por favor, ya es suficiente! ―dice sin apartar la vista de la habitación.

― ¡¿Qué demonios…?!

Es la misma sala o al menos eso se puede deducir por los muebles pero ahora todos están llenos de musgo, como si hubieran sido abandonados bajo el mar durante mucho tiempo. La maqueta, las letras, todo sigue en su lugar pero con musgo.

― ¡¿Todo esto cambio en el corto periodo de tiempo que estuvimos sobre la cubierta?! –simplemente no puedo creerlo.

― ¡Oye! –de nuevo es el del traje blanco― ¿dónde está el cadáver?

― Se ha ido –digo al tiempo que miro alrededor.

― ¡Los fantasmas! ¡Son ellos! –todos miramos al señor detrás de nosotros, se aleja caminando hacia atrás― ¡las liebres han regresado!

Sale corriendo sin fijarse por donde va y tropieza con una silla.

― ¡¿Estás bien?! ―pregunto acercándome a él.

― Tome –le doy un vaso de agua al hombre ya más calmado.

― gracias ―dice aceptando el vaso―, perdí la compostura hace un momento ―se lo toma de un solo trago y deja salir un largo suspiro―. Soy Maurice. Trabajo para el ministro de relaciones exteriores de Saubure. ¿Quiénes son ustedes?

La mujer que se había pasado el tiempo dando vueltas por el mismo pedazo de la habitación es la primera en responder.

― Julie Guile. Mi ocupación… ninguna. Mi padre es dueño de una mina de carbón.

El siguiente es el de traje blanco que está sentado en una de las sillas lanzando al aire una pelota de béisbol.

― Soy Ned Baxter. Soy un actor de teatro en Inglaterra. Divertida historia, pero un espectáculo de próximo mes…interpreto a un asesino.

― ¿N-No me digas que…? –Julie no termina lo que dice.

― ¡Por supuesto que no!

Decido interrumpirlos.

― Mmm… Mi nombre es Kujo Kazuya y soy de Japón. Esta… esta es… esta es Victorique.

― ¿Victorique? –Maurice la mira sorprendido― Discúlpeme, ¿pero nos conocemos de antes de algún lugar?

― Maurice. ¿No deberías explicar todo a la gente joven a bordo de este barco?

Maurice se pone nervioso.

― ¿A-A qué te refieres…?

― A esa modelo a escala ―dice señalando la maqueta sobre la chimenea―. Cuando mi compañero estuvo a punto de tocar el modelo, le advertiste. ¿Cómo sabias sobre la trampa?

― Es cierto. Conozco este barco. La razón es que es el mismo barco que se hundió en el mar Mediterráneo hace 10 anos, en 1914… ¡el mismo Queen Berry! Una vez, un grupo de niños apodados “liebres” fueron traídos al barco. El color de su pelo, el color de sus ojos… incluso los lenguajes que ellos hablaban, eran todos diferentes. 11 chicos y chicas de diferentes nacionalidades, escogidos por adultos con el propósito especifico que pasaran la noche a bordo, sobre este barco, el Queen Berry. Al alba, mi superior me ordenó examinar el barco. Y cuando lo hice…

― ¿Qué ocurrió con los niños? –Ned había dejado la pelota y ahora está más cerca de nosotros.

― Ellos estaban muertos. Ellos se mataron entre sí.

― ¡¿Cuál era el propósito de esa mierda?! –Ned se acerca más furioso, agarra a Maurice por el cuello del traje obligándolo a levantarse― ¡¿porque los niños fueron reunidos?!

― ¡Todo lo que hice fue recoger los cuerpos! ¡No se mas detalles!

Ned lo suelta lanzándolo de vuelta a la silla.

― Sin embargo, ¿que impulsaría a los chicos a matarse entre sí? ―pregunta Julie.

― Tampoco se eso. El agua continuó entrando rápidamente al barco y  este se hundió, llevándose consigo cualquier evidencia al fondo del océano.

― Ahí es donde aparece la historia de fantasmas que conoces, Kujo.

― ¡¿Eh?! ―miro sorprendido a Victorique.

― El barco fantasma Queen Berry. El naufragio producido por las almas de los muertos ―siento un escalofrió recorrer mi cuerpo. ¿Entonces es real?

― Han pasado exactamente diez años –continua Maurice― los adultos que causaron su muerte fueron reunidos aquí de igual manera y asesinados. Se acabo. ¡Vamos a morir también!

― Ja, Ja, Ja, Ja –Victorique de nuevo hace su risa monótona.

― ¿Esa risa de nuevo? ―me quejo.

― ¿Qué? ¿Qué es tan divertido? –Maurice se levanta y mira a Victorique enojado.

― Esta vez, me reía de ese chiste tuyo ―dice Victorique.

Maurice se acerca a Victorique inclinándose para alcanzar su baja altura.

― ¡¿Chiste?! Estoy… ―grita con los ojos abiertos como platos.

― ¿Crees… ―lo interrumpe Victorique alzando la carta en frente de su cara― que un fantasma puede escribir una invitación?

― Ahora que lo mencionas… ―digo recordando todo lo que ha pasado en el barco. Los fantasmas tampoco cocinan, ¿no?

― ¡P-Pero este barco sin dudas se hundió hasta el fondo del océano! ―responde Maurice levantándose algo más calmado.

― ¿Podrían poner a trabajar sus narices?

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