—Asi que, ¿vas a estar aqui en 11 días?— le pregunté a Calum a través del teléfono, mientras guardaba mi ropa.
—Si, señorita—él respondió—. Ya estamos en Nueva York ahora, asi que será pronto— solamente sonrei ante el pensamiento.
Podiamos hablar a horas normales de vuelta, sin arruinar nuestros horarios de dormir.
Escuché un golpe en la puerta.
—Un segundo, Cal—le dije, poniendome la camiseta que estaba sosteniendo para atenderla, preguntandome quien diablos podria ser.
Maddy ni siquiera estaba en la ciudad.
Abri la puerta para encontrarme con un chico en traje.
—Hola...—dije expectante, preguntandome que queria el chico.
— ¿La señorita Haley Kim?— él preguntó apropiadamente.
Le di una mirada aun más confudida.
— ¿Si...?
—He recibido ordenes estrictas de pedirte que empaque su bolso y que entre al auto— él se refirio a la grande y negra SUV detrás de él.
Oh, si, simplemente permiteme meterme de buena gana al auto de un extraño, arriesgando mi vida.
— ¿Quien te dio esas ordenes estrictas?— le pregunté sarcasticamente, preparandome para cerrarle de un portazo la puerta en su cara.
—Yo— dijo Calum a través del teléfono.
Mierda, casi me olvide que estaba alli.
— ¿¡Que quieres decir!?—pregunté a Calum, flipando.
¿Me estaba secuestrando?
—Simplemente agarra algunas prendas lindas y tu identificación y entra al auto. Vas a ver más a la noche, ¿okay? Te hablo luego— dijo Cal antes de colgar.
Solo miré al chico con el traje de vuelta y asentí, entrando devuelta a mi casa y corriendo a mi cuarto para empacar toda la ropa linda que tuviera.
Gracias a Dios que era viernes, y gracias a Dios que mi mamá no estaba.
Tomé todos los vestidos que me compré en mi último viaje a Los Angeles, y otras cosas que Calum me compró, algunas del baño, mi computadora, cargadores, mi billetera, y entonces salí.
— ¿A donde vamos?—pregunté al chico alto que era mi conductor luego que entraramos al auto.
Su rostro era tan inexpresivo que la queria golpear. O quizás él empezaria a mostras más emoción si comenzaba a sacarme la ropa. Quizás.
—El aeropuerto—dijo, en una voz profunda y monótona.
— ¿A donde voy en avión?—quise saber, más confundida.
—No lo sé—contestó.
Wow, gracias por la ayuda viejo.