— ¿Quieres apostar?— Calum preguntó, pasando su mirada hambrienta por mi cuerpo casi-desnudo.
Ni siquiera respondí, solo lo acerqué y respondí con mis labios.
Nunca había besado a alguien tan apasionadamente en mi vida. Mi primer beso fue con un chico llamado Anthony en septimo grado, y fue terrible. Fue detrás del gimnacio después de la escuela y tuvimos una audencia, porque era la gran cosa entonces. Todos los otros besos que tuve fueron mas o menos igual, sin sentimientos especiales como los que tuve cuando Calum me besó.
Sus labios se sentieron gentiles y hambrientos al mismo tiempo, y eran grandes, pero no tan grandes al punto de sobre ponerse contra los mios. Su beso me puso sobria, pero me hizo sentir ebria en otro sentido. La manera en la que sus manos acariciaban mi cuerpo, cuidadosa y suavemente, como si me fuera a romper si me agarrara demasiado fuerte, y era tierno, pero honestamente quería que me tocara más.
Removí mis manos de sus hombros e intenté quitarme mi brasier ya que parecia que él no lo iba a hacer, y él sonrió, tomó mis manos y lo hizo él mismo, como un profecional.
Como que, literalmente, él usó solo una mano para quitarmelo; ni siquiera yo podí hacer eso.
Fruncí mi ceño ante la confusión de como diablos él era tan bueno en eso, pero rápidamente me olvidé de mi confusión cuando sus labios besaron mi pecho, su boca bajando hasta que paró en el comienzo de mi ropa interior.
Estaba más que dispuesta a permitirle que la quitara, y que sus labios fueran a donde nadie nunca antes habia besado. Él colocó sus manos en mis muslos, su cabeza entre ellos, y ni siquiera supe como reaccionar al increible sentimiento.
Me enfoqué en el empapelado del cuarto y me di cuenta de que el cielo se estaba haciendo más y más brillante. Gemí, mientras su lengua hacia cosas milagrosas, y no lo pude soportar más. Quería ir por todo.
—Calum— respiré, y él gimió—Cal—repetí—, solo hagamoslo.—Dije, y él atrajo su boca devuelta a la mia.
Estaba algo precavida de besarlo de nuevo, pensando sobre donde sus labios acababan de estar, pero él me besó de todas maneras.
Envolví mis piernas alrededor de su cintura, y la única cosa que lo impedía de estar en mi eran sus boxers, y el sentimiento era abrumador. Nunca me había sentido de esa manera en mi vida, estaba fuera de control.
— ¿Estas segura?—preguntó, rompiendo nuestro beso.
Asentí con mi cabeza, y él estiró su mano hacia el escritorio del hotel y abrio el cajón. Entonces maldijo.
— ¿Qué?—pregunté, todavia sin respiracion.
—No tengo un condón.
Esa oración me sacó de mi nube inmediatamente. De ninguna manera tendría sexo sin condón.
— Mierda—respondí, cubriendo mi rostro con mis manos.
—No quiero embarazarte, asi que supongo que no podemos tener sexo.
Quería decirle de tenía más miedo a alguna enfermedad que a un hijo, pero decidí que eso quizás lo ofenderia, asi que no lo hice.
— ¿No puedes ir a buscar alguno?— me pregunté en voz alta.
—Mi vuelo es en un par de horas, no querria apresurarlo.
Oh, si, él se iba.