Enfrente suyo tenía un espejo de tamaño mediano encima de un tocador, donde para llegar a él tenía que ponerse de pie encima de una banco y así arreglarse mejor su nueva vestimenta. Desde su camisa de tela rojo con botones de oro, hasta el nudo de su cuello para su capa de piel. Le gustaba verse así en el espejo, imponente, como todo un príncipe. Realmente le quedaba bien ese nuevo estilo de la realeza. Sólo un poco grande, en especial la capa que alcanzaba tocar la planta de sus pies, aunque al estar encima de un banco por el momento no tocaba el suelo y estaba suspendida en el aire. Oh, y ni hablar del sombrerito que no le quedaba por sus cuernos pero se las había arreglado para ponérselo y combinar con todo el conjunto.
Debía admitir que ese nuevo look le sentaba bastante bien.
—Soy el príncipe Blitzo, comando cien legiones de demonios, el príncipe más poderoso del infierno y la mano derecha del mismo Lucifer. — se tocó su pecho con una de sus manos y sonrió con altanería. Arrogantamente creía que se le veía mejor ese atuendo que a su propio dueño.
Sin embargo su escenario de solista donde creía ser grande e importante, temido por varios demonios llegó a su fin cuando detrás suyo y reflejándose en el espejo salió cierto búho para hacerle compañía — arruinar su momento—.
—Te queda adorable la capa, cariño. — le dijo mientras lo abrazaba por detrás perfectamente, poniendo lo que sería su barbilla encima de su hombro y mirando con encantó la ropa que trae su adorado diablillo.
No podía resistirse a que Blitzo usará su ropa para un propio fetiche suyo, al pequeño imp le gustaba demasiado su capa de soberano específicamente. Pero Stolas le parecía tan adorable.
—¡No interrumpas, plebeyo!— acusó enfadado y avergonzado, intentando apartarlo siendo en vano. ¿Acaso no entendía que quería disfrutar el momento un poco más a solas? ¿Tanto le costaba a entender que quería sentirse realmente importante por unos minutos? Usando ropa cara, de alta calidad y que jamás en sus años podría portar.
—Cariño sólo cambiamos de ropa, no de cuerpo. — rió realmente enternecido. ¿Cómo no encantarle aquel demonio? Jamás se aburría a su lado, y extrañamente a veces la parecía muy adorable. Sin mencionar lo excitante que es en el ámbito sexual. No evitó frotar su mejilla con la del imp, haciendo sus característicos sonidos de ululeo que muy pocos han logrado escuchar.
Muy pocos. Y en casi ningún momento. El imp tenía demasiada suerte al oírlos, debería ser más agradecido, es lo que piensa Stolas.
Blitzo sólo un suspiro irritado, más se le ocurrió una gran idea aprovechando que sabía que Stolas le cumpliría lo que quisiera. Especialmente estando de buen humor.
Ambos estaban en la recámara del búho, donde ahí mismo se había cambiado de ropa. Obviamente a Stolas le quedaba más apretado y chica la ropa del imp, aunque de alguna forma logró entrar en ella al ser lo suficientemente delgado. Aunque ridículamente se le veía bien y totalmente diferente. Cómo un demonio joven y rebelde que oculta cosas en su saco.
¿Acaso todo se le ve bien a Stolas? Se pregunta así mismo Blitzo.
—El príncipe Blitzo te ordena que le dejes acurrucarte en tu pecho.— se cruzó de brazos e hizo un mohín en sus labios, intentando verse vagamente desinteresado pero firme ante su orden.
Stolas se sorprendió ante el pedido de su pequeño amante. Pero no sé lo iba a negar. Sintió un fuerte hormigueo en esa parte de su pecho donde el corazón está, no sabía exactamente si se debía al ver a Blitzo en sus ropas o por la "orden" que le dió.
—Eres demasiado adorable. Te dejaría follarme si me lo pides. — sonrió alegre el búho sin dejar de mirarle.
—¡Nada de sexo! Y cargame. — estiró sus brazos, Stolas no tardó en acatar su orden y cargarlo hasta llevarlo a su gran cama para depositarlo ahí. A Blitzo le gustaba mucho estar ahí.
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"Arrebol" •Stoliz∅ •Gay/Yaoi •Helluva Boss
Fanfic♥Reto de 30 Días, versión OTP. "Las nubes adquieren un color rojo al ser iluminadas por los rayos del Astro Rey, el Sol" "-Toda una eternidad a tu lado es lo que puedo ofrecerte, tendrás lo que quieras de mí y yo de ti. Pero recuerda, el amor no es...