Capítulo 5

9.5K 621 16
                                    

-Yo no te he hecho nada... es injusto que hagas esto.

-¿Crees que me importa?

-Por supuesto que no. Sé que tipos como tú son incapaces de darle importancia a algo que no sean ustedes mismos y sus propias necesidades. - levanta ambas cejas sorprendido por mi respuesta -. Pero yo no tengo que soportar esto... quiero irme, quiero volver con mi familia...

-No preciosa, no te irás de aquí... Recuerda: ahora me perteneces, por completamente - se me acerca -. Y si no quieres que le ocurra algo a tu amada familia, pues más te vale comportarte, y dejar de hablarme como se te venga en gana.

Apreté mis dientes y gruñí molesta apartando mi rostro de su agarre, al parecer eso no le había gustado nada ya que se acerca más a mi pero esta vez me agarra por el cuello.

-No, no, linda... desde ahora tienes prohibido gruñirme.

-¿Que te estás creyendo? Yo solo me quedé para que no mataras a mis padres. Nunca acepté nada más.

-¿Quién me creo, dices? Frente a ti tienes a un rey. En el momento en que aceptaste quedarte ese título lleva peso sobre ti - aprieta más su agarre y yo solté un quejido -. Quieras o no, ahora soy tu dueño, así que me obedecerás.

-¡Nunca...! - Gruñí entre dientes.

Me mueve con brusquedad hasta golpearme contra el suelo, sin soltar mi cuello. Se sube sobre mi pero sonríe con lo que parece ser diversión. Agarra mis muñecas y las pega sobre mi cabeza en el suelo, con una de sus manos.

-Eres tan desobediente... pero no me preocupo, tenemos mucho tiempo para educarte como es debido - baja su cabeza hasta mi cuello, me sobresalté cuando pasó su dedo por este y bajó hasta mi pecho -. Si haces lo que te digo, no tendré porqué castigarte... pero si tengo que hacerlo, lo haré. Y para demostrarte lo que sucederá...

No pude ni siquiera intentar mirarlo cuando solté un grito desgarrador por el dolor que me ocasionó al perforar mi cuello con sus colmillos. Era más doloroso que la vez anterior, apreté mis manos con fuerza pero él reafirmó su agarre en mis muñecas. Forcejeé pero solo hacia que me doliera más. Me suelta pero al instante vuelve a morderme.

-¡Duele! ¡Para! ¡Por favor, para!

Sonríe sobre mi piel, succiona un poco más y finalmente me suelta. Solté un par de sollozos pero entonces se acerca a mi brazo, abrí los ojos de par en par y él me mordió otra vez. Mi cuerpo temblaba por el dolor y la falta de sangre, apenas y me salía la voz para soltar quejidos. Fue cuando mi vista se puso borrosa que él me soltó. Se levantó y me dejó tirada en el suelo.

-Espero que con esa advertencia entiendas tu situación. Las cosas han cambiado para ti, acéptalo.

No lograba verlo, solo miraba el cuerpo de la chica muerta junto a mi. Me ardía el cuello y el brazo y sentía la tristeza de mi loba. Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos y caen al suelo.

No volvería a ver a mis padres, a mis amigos, sentiría este dolor, o incluso peores a diario... moriría tarde o temprano y no tenía ninguna otra opción.

Pude ver como unos guardias llevaban el cuerpo de la chica y escuchaba la voz de mi Mate hablándoles a estos pero era incapaz de entender lo que decían por un segundo.

-Que descanses, mañana será un largo día...

Logré escuchar que me hablaba antes de que cerrara la puerta con cerrojo. Suspiré, ni siquiera podía acomodarme o mover un brazo, solo dejé que las lágrimas salieran sin detenerse.

***

***

Me levanté adolorida, pero ni siquiera fue por voluntad propia, sino porque unas chicas me estaban despertando.

-Señorita, debe ducharse y cambiarse, el rey la espera en el gran comedor. - habla una de ellas.

No respondí, ni siquiera las miré. Solo me mantuve con la mirada perdida y sin moverme.

-Señorita...

-No quiero ir.


-Debe hacerlo o el rey se enojará con usted. - Dice la otra.

-No me importa ese imbécil. No iré y punto. - ellas me sueltan al darse cuenta que no conseguirían moverme.

Las chicas suspiran con lástima y se van en silencio, creí que me había salvado hasta que minutos después la puerta se abre de una forma lenta que me hizo alertar todas mis alarmas internas.

-Preciosa... creí que te había quedado claro... - sentí que me acaricia el brazo por detrás -. Cuando yo doy una orden, la cumples; si digo, o mando a decir, que hagas algo, lo haces.

-Púdrete.

-Eres dura, pero eso se irá arreglando. Por ahora seré suave para que te vayas amoldando a todo esto.

Me levanta del suelo bruscamente.

-¿A esto le llamas ser suave? - gruñí entre dientes.

-Sí, ahora vete al baño y límpiate, te espero en el comedor en veinte minutos. Si no estás ahí para ese tiempo... tendré que castigarte.

KIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora