MAGNATE ◈ HAISETOPHER +18

seis

Haise todavía no se podía creer lo que acababa de pasar. Se despidió de Christopher Vélez —Christopher Vélez, el hombre mas rico y codiciado de la ciudad—después que la invitara a tomar un café el viernes. A ella, una chica común y corriente. A ella, una omega inexperta en lo que se refiere a las cosas que a él le gustaban. Ella no sabía mucho de las cosas que pasaban en La Cueva del Lobo, o lo que significaba ser dominante/sumisa. Durante todo el camino a su apartamento fue pensando y reproduciendo su conversación con el impresionante hombre.

Al llegar a su lugar todavía tenía una sonrisa boba y sabía que tenía que llamarle a la única persona que no le perdonaría si algo como lo que le pasó le pasara, y no le contara. Guardó la comida en la pequeña nevera y se dirigió a su habitación para ordenar su ropa sucia mientras hablaba por teléfono con Leila, marcó su número, puso el teléfono en alta voz y se dirigió a su closet.

—Hasta que te acuerdas de mi. —dijo su amiga al otro lado de la línea.

—Hola a ti también, Leila. —Haise dejó salir una carcajada. —y deja de ser sarcástica o no te contare por lo que te estaba llamando...—

—¿Entonces no me estabas llamando porque me has tenido abandonada por toda esta semana? —jadeó dramáticamente. —¿Qué clase de amiga eres? —la pudo imaginar poniendo sus ojos en blanco.

—La clase de amiga que nunca te dejaría sola en un club de sexo si eso no es tu ambiente. —dijo tan seria como pudo.

—¡Oye! Ese fue un golpe bajo. —

—Lo sé, solo te estoy molestando. —puso al derecho una de sus camisas, poniéndola en la pila de ropa de color. —pero a que no sabes lo que me pasó hace unos minutos. —dijo en un tono emocionado.

—¿No me digas que te llamaron de la revista diciendo que aceptaron tu solicitud? —

—Todavía no he escuchado de ellos. —el tono cambió de inmediato.

—Sabes que yo podría ayudarte con eso, ¿verdad? —Leila le ofreció, y no por primera vez. El estatus de su familia puede hacer cualquier cosa, y ayudar a su amiga a obtener esa intership no era la excepción.

—Lo sé y te agradezco, pero quiero hacer esto por mi cuenta... —

—Una carta de recomendación no le hace daño a nadie. —Leila siguió insistiendo.

—Lo sé, gracias. —sonrió.

—Entonces, si no es la intership lo que te tiene feliz, ¿qué es? —preguntó curiosa.

Y así de fácil se volvió a poner contenta.

—Christopher Vélez. —dijo su nombre en un tono de ensueño.

—¿Qué hay con él? —

—Lo conocí esta tarde y me invitó a tomar un café el viernes. —lo dijo en voz alta para ver si se lo creía.

—¿Qué? ¿Estamos hablando del mismo Christopher Vélez, el dueño de La Cueva del Lobo? Sabes, ¿del lugar de dónde te botaron? —

—Si. —hizo una mueca ante el recuerdo. —Pero no es como si él fue quién me sacó del lugar. —mordió su labio inferior, decidiendo cambiar de rumbo decidió contarle como pasó todo. —A mi auto se le ocurrió dejarme varada esta tarde en el mercado, y cuando estaba maldiciendo a todo ser vivo, se apareció Christopher Vélez en su espectacular Audi y se ofreció a ver si podía ayudarme. —relató, y se escuchaba como si eso le hubiera pasado a otra persona.

Leila jadeó ruidosamente al escuchar esas palabras.

—¿Y como...?—

—No tengo la menor idea. —se encogió de hombros aunque ella no la pudiera ver. —mi auto no quiso encender y él apareció de la nada...—