cinco

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Una semana había pasado desde la visita de Haise a La Cueva del Lobo y cada paso que daba, cada esquina que doblaba, se sentía vigilada. Aunque a la misma vez se sentía segura, y no era una sensación que había sentido desde hace mucho. No desde que se mudó de la pequeña ciudad de Ellensburg, donde vivían sus padres.

Se mudó a Seattle hace algunos años para asistir a la Universidad de Seattle con una beca completa. Se graduó hace algunas semanas con una maestría en fotografía y había aplicado para una intership en las sedes de la revista Rolling Stone de la ciudad, por la que todavía no le habían dado una respuesta, y no sabía si tomárselo como algo bueno o como algo malo.

Ahora, mientras caminaba por el pequeño mercado al aire libre de la ciudad se sentía observada mientras compraba algunos comestibles para la semana y saludaba a  algunos de los vendedores que eran conocidos.

—Que bueno verte de nuevo. —la señora Peters dijo cuando se puso de pie frente a su estante. —¿cómo has estado linda? —

—Hola señora Peters. —le dio una sonrisa de oreja a oreja. —muy bien gracias, ¿y usted? —miró algunas de las jaleas naturales que la señora Peters vendía.

—Todo bien cariño. —

—¿Y como va el negocio? —tomó una jalea de fresas, sacando el dinero con su mano libre para pagarle.

—Estable. No nos podemos quejar. —asintió tomando el dinero de la pelinegra.

—Quisiera tener mas tiempo para conversar, pero tengo que hacer las compras con el poco tiempo libre que tengo...—

—No te preocupes querida. —ella la interrumpió. —¿nos vemos la próxima semana? —

—Si. —asintió mientras se despedía con la mano y caminaba al siguiente estante.

Tomó todas las cosas que necesitaba para la semana y se dirigió al estacionamiento del lugar. Maldijo al sentir algunas gotas de lluvia en su cuerpo y apresuró el paso a su auto. Abrió el baúl y puso sus compras ahí, corriendo hacia el lado del conductor.

—Joder. —maldijo al ver que su uniforme del trabajo estaba mojado, había venido directo del café al mercado. —¿que mas puede salir mal hoy? —puso los ojos en blanco mientras ponía la llave y le daba vuelta para encender el auto. Cuando no hizo ni un ruido ladeó la cabeza para ver lo que estaba pasando con sus propios ojos. —No me chingues. —apretó los dientes mientras intentaba otra vez. —¡mierda! —gritó, golpeando el volante.

Tiró la llave al asiento del pasajero con fuerza, abriendo la tapa del motor. Salió del auto, sin importarle que las pocas gotas de lluvia estaban mojando su ropa. Levantó la tapa y miró el motor. No veía nada fuera de lugar y se frustró al saber que tendría que llamar a al camión de remolque para que se lo llevara al taller. Su auto nunca le había dado problemas antes y era una burla del destino que decidiera que hoy sería el día en que empezaría.

Y como si no fuera suficiente mortificación, un Audi del año se detuvo a su lado y Haise pensó lo increíble que sería tener un auto así, uno que no te daría problemas ni te dejaría botada en cualquier lado. El auto era negro mate con ventanas polarizadas brillantes y rines que parecían costar cinco o seis de sus pagas mensuales cada uno. El auto era increíblemente asombroso.

Haise tragó saliva con dificultad cuando la ventana bajó dejando ver a un hombre asombrosamente sexy, con los labios carnosos, los ojos cafés profundos y un ceño que ataba todo a la perfección. El auto no le hacía competencia a la persona que lo manejaba cuando se trataba de deslumbrar a alguien.

"Oh por dios", pensó mortificada al darse cuenta de la diferencia de sus autos. Seguramente le tuvo lástima y a lo mejor quería burlarse de ella un poco.

MAGNATE ◈ HAISETOPHER +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora